?Ariadna Gil-Joan Dalmau!
Hay buenas pel¨ªculas que, por el empuje de un rostro que se apodera de ellas y se convierte en su alma y su m¨¦dula, se elevan a mejores que buenas. Soldados de Salamina es un caso de esa elevaci¨®n.
Procede de un libro que pide pantalla, y David Trueba hace real y colma esa evidente y vehemente llamada al cine del relato de Javier Cercas; y esculpe un gui¨®n muy inteligente, que arroja claridad en zonas oscuras de una complicada aventura que Trueba conduce al rasero de una emocionante sencillez. Y es la actriz que vertebra el suceso, Ariadna Gil, quien hace posible que la abrupta met¨¢fora del libro se cargue de electricidad emocional al ser creada por ella en forma de suceso interior. La actriz galvaniza el filme y hace estallar bajo su entramado ¨¦pico un canto l¨ªrico, que lo configura como un drama ¨ªntimo e intimista, hermoso y estremecedor, de gran singularidad y grand¨ªsima elocuencia
SOLDADOS DE SALAMINA
Direcci¨®n: David Trueba. Gui¨®n: David Trueba (basado en la novela del mismo t¨ªtulo de Javier Cercas). Int¨¦rpretes: Ariadna Gil, Ram¨®n Fontser¨¨, Joan Dalmau, Mar¨ªa Botto, Diego Luna. Espa?a, 2003. G¨¦nero: drama.
En el fondo de esta conquista intimista se mueven viejos zarpazos con resonancia colectiva, que abren a esta historia los accesos de la Historia, con may¨²scula; pero, y ah¨ª entran la sagacidad y el talento de Trueba, la Historia es finalmente devorada por la historia, con min¨²scula; y el golpe de dolor y de plenitud de la mujer que primorosamente crea Ariadna Gil arrastra a cuanto la rodea y s¨®lo cede terreno, y acepta un genial t¨² a t¨², ante la composici¨®n por Joan Dalmau del viejo exiliado republicano, un tipo que amenazaba con ser t¨®pico, pero que se muestra no s¨®lo in¨¦dito, sino con asombrosa originalidad escondida. El encuentro -y el callado idilio que discurre bajo ¨¦l- entre Ariadna Gil y Joan Dalmau est¨¢ entre los m¨¢s vivificadores instantes, o acordes, l¨ªricos alcanzados por el cine reciente.
Crea Ariadna Gil una mujer gastada por el paso acelerado de la vida, un car¨¢cter en demolici¨®n, errante y roto, erosionado y que, por presi¨®n de algo indefinible -que Trueba deja flotar alrededor de ella, lo que facilita a Ariadna Gil la segregaci¨®n de enigma y, por tanto, de fascinaci¨®n-, toma forma de rasgo de la antigua y sangrienta orfandad espa?ola desencadenada por la Guerra Civil. Y la formidable mujer a la deriva arrancada por Ariadna Gil de las p¨¢ginas abiertas de un libro libre entra en la loca l¨®gica de una busca de ra¨ªces. "?Qu¨¦ lleva en la maleta, un cad¨¢ver?", preguntan a la mujer, y ella responde: "Algo as¨ª"; y desvela que su aventura ha derivado hacia la indagaci¨®n de la identidad de un viejo cad¨¢ver, o algo as¨ª, atrapado en las enmara?adas redes, o leyes, del olvido espa?ol.
Y eso, nada menos que eso, es esta honda pel¨ªcula: un recorrido luminoso dentro de las nieblas de ese olvido, trazado por im¨¢genes que son vuelcos cordiales, como la del muchacho miliciano que canta bajo la lluvia y el calambre de la voz del viejo exiliado, que tira de una secuencia que parec¨ªa agotada, pero que -en un brote de plena fusi¨®n de escritor y director- escond¨ªa a¨²n lo m¨¢s hondo.
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