Bacon: luto y tragedia
A punto de estrenar El ¨²ltimo tango en Par¨ªs, en octubre de 1971, Bernardo Bertolucci se qued¨® tan impresionado con la retrospectiva de Bacon en el Grand Palais que llev¨® a su estrella principal para contemplarla. "Llev¨¦ a Marlon Brando a ver la exposici¨®n porque quer¨ªa que se sensibilizara con aquellos personajes y actuara como ellos. Me parec¨ªa que su rostro y su cuerpo ten¨ªan una maleabilidad interna similar. Quer¨ªa que Paul fuera como aquellos rostros devorados por algo que sale de dentro". El mismo d¨ªa que Francis Bacon inauguraba con el presidente franc¨¦s Georges Pompidou aquella muestra que afianzar¨ªa su fama internacional, su amante John Dyer ca¨ªa desplomado sobre la taza del v¨¢ter de la habitaci¨®n del hotel despu¨¦s de intentar vomitar un exceso de alcohol y pastillas. Las Furias de la fama eran insaciables: tambi¨¦n Peter Lacey hab¨ªa muerto la v¨ªspera de su primera retrospectiva en la Tate, en 1962. Todos aquellos cuadros que eran aut¨¦nticas eleg¨ªas de vida y muerte en los que la figura humana se transformaba en "un desag¨¹e por donde pasa parte de una leyenda griega" le sirvieron para poner fin, pict¨®ricamente, al luto por sus amantes muertos.
FRANCIS BACON. CAGED-UNCAGED
Museu Serralves
Rua D. Jo?o de Castro, 210 Oporto.
Hasta el 20 de abril
Pero hay un momento en la vida de Bacon, en 1975, cuando conoce a un camarero del East End londinense llamado John Edwards, en que sus cuadros comienzan a emitir una extra?a sensaci¨®n de tranquilidad, como la reconciliaci¨®n despu¨¦s de una eterna disputa. Edwards aparece pintado en una de las obras de la muestra Caged-Uncaged, en Oporto, la exposici¨®n que cierra el ciclo Todol¨ª en la ciudad portuguesa y la que resume la furia del pincel y el sentido de tragedia griega que el pintor irland¨¦s daba a la condici¨®n humana. Desde los chimpanc¨¦s, las crucifixiones y los papas de los comienzos hasta los retratos m¨¢s recientes de Edwards, la historia de la vida de Francis Bacon hab¨ªa sido en buena parte retratada. Con la muerte de Edwards, el 5 de marzo, resulta enriquecedor volver a recordar los mejores momentos de Bacon a trav¨¦s de 50 pinturas donde viven individuos encerrados en un espacio indefinido, rodeados de cortinas o confinados en la oscuridad de su soledad de la que quieren escapar. La muestra se completa con documentos de trabajo del pintor y fotograf¨ªas de su estudio en completo desorden, un agujero como un gran est¨®mago despu¨¦s de una bacanal de vida a punto de vomitar la existencia.
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