Rezos e ira en la mezquita
La comunidad musulmana en Madrid, dividida entre la moderaci¨®n de los imames y el radicalismo de algunos fieles
Shalina deambula despistada por los alrededores de la mezquita de la M-30, la mayor de Madrid y una de las m¨¢s grandes de Europa. Busca la estaci¨®n de metro m¨¢s cercana. Aunque no suele hacerlo, se ha acercado a rezar al templo porque es un d¨ªa especial: ha estallado la guerra en Irak. "Hoy ha salido el sol en el cielo pero mi coraz¨®n ha amanecido nublado. Por eso vengo a rezar, para que Dios evite que muera gente inocente".
Shalina, de 31 a?os, lleg¨® a Espa?a hace tres procedente del L¨ªbano, otro pa¨ªs que conoce bien los sufrimientos de una guerra. Su imagen difiere mucho del clich¨¦ asignado a la mujer musulmana: no lleva chador ni la cabeza cubierta, sino un elegante traje beige y el pelo cogido en un mo?o. Shalina es una de los m¨¢s de medio mill¨®n de musulmanes que se calcula que viven en Espa?a y encuentra en la oraci¨®n el refugio ante una situaci¨®n que le devuelve a su infancia en el L¨ªbano, que sufri¨® una sangrienta guerra civil de 1975 a 1989.
Boualem explica que no tiene nada contra Espa?a, pero que hay que atacar a EE UU
Tambi¨¦n ha acudido a la mezquita Boualem (nombre ficticio), pero no para buscar soluciones en sus plegarias: "?Rezar? ?Para qu¨¦? Ya ha empezado la guerra, ha pasado el tiempo de rezar y es la hora de actuar. Tenemos que unirnos todos los hermanos musulmanes frente al pueblo que nos agrede, Estados Unidos. Contra Espa?a no tenemos nada, porque aqu¨ª s¨®lo quiere la guerra su presidente", explica este argelino de 25 a?os.
Boualem sue?a con una gran coalici¨®n de pa¨ªses musulmanes que acaben con el poder estadounidense: Ir¨¢n, Siria, Argelia... Los nombres se atropellan al salir de su boca; cree firmemente que s¨®lo la unidad podr¨ªa darles la victoria. "Si me dicen que nos unimos todos, no tardar¨ªa ni diez minutos en coger un fusil e ir a luchar".
A las seis menos diez de la ma?ana de ayer, comenz¨® a sonar por la megafon¨ªa de la mezquita la llamada del almu¨¦dano a la primera oraci¨®n del d¨ªa. Hace dos horas que los bagdad¨ªes han escuchado el mismo c¨¢ntico interrumpido por el ruido de las bombas. Tan temprano, son pocos los que acuden al temiplo para escuchar y rezar, y la mayor¨ªa se quedan dormidos sobre la moqueta despu¨¦s de los tres o cuatro minutos que dura la oraci¨®n.
Un mensaje de paz
Los veinte pares de zapatos a la entrada de la mezquita se convierten nueve horas m¨¢s tarde en 3.000. Es calzado humilde, en su mayor parte zapatillas o sandalias, aunque tambi¨¦n se encuentran algunos zapatos caros de hombres trajeados. En torno al Centro Cultural Isl¨¢mico -en cuyo interior est¨¢ la mezquita-, ni?os, mayores y familias matan la espera de la oraci¨®n principal de la semana comprando ramas de perejil y hierbabuena u hojeando algunos de los libros que se venden en un mercadillo.
Hay una expectaci¨®n inusual por saber qu¨¦ dir¨¢ el imam (la m¨¢xima autoridad espiritual del templo) sobre la guerra de Irak. Imparte su serm¨®n en ¨¢rabe como siempre, pero a trav¨¦s de unos walkie-talkies se pueden seguir sus palabras traducidas al castellano.
El imam habla de paz y de justicia: "Lo dijo el Profeta, si Dios nos ha prohibido agredir a los animales, ?c¨®mo podemos permitir que se agreda a nuestros hermanos?". El l¨ªder espiritual certifica tambi¨¦n en su alocuci¨®n "la muerte de las Naciones Unidas" tras el ataque y evoca las "35 millones de v¨ªctimas" de la Segunda Guerra Mundial. "Espero que Dios pare esta guerra. Que ?l nos oiga", acaba.
En la otra gran mezquita de la ciudad, la del distrito de Tetu¨¢n, el mensaje ante 1.500 fieles del imam sirio Riary Tatari, presidente de la primera asociaci¨®n musulmana que se cre¨® en nuestro pa¨ªs, resulta muy similar: "La guerra no tiene nada que ver con el yihad, ¨¦ste es mucho m¨¢s sublime. Hemos pedido en nuestra oraci¨®n por que los musulmanes a¨²nen esfuerzos con la gente de buena voluntad, como todos los que han salido a manifestarse contra esta guerra injusta".
Un marroqu¨ª que prefiere permanecer en el anonimato y lleva "mucho tiempo" en Espa?a, escucha el preg¨®n clerical, pero no parece muy de acuerdo con ¨¦l. Para ¨¦l (llam¨¦mosle Rachid), existe una cruzada contra los musulmanes, "como ya dijo [el primer ministro italiano Silvio] Berlusconi y ha confirmado Bush". "Rechazamos a los tiranos como Sadam Husein, pero la culpa de que est¨¦n en el poder la tienen los occidentales. Ellos son quienes han sostenido los reg¨ªmenes tir¨¢nicos no s¨®lo en Irak, sino tambi¨¦n en Arabia Saud¨ª o en Marruecos. Les han dado armas y legitimidad, hasta que ha acabado por volverse contra ellos". Mohammed lanza un discurso incendiario, antisionista y anticristiano, lejano a la l¨ªnea oficial que siguen las autoridades espirituales musulmanes en Espa?a.
Los mensajes cambian radicalmente seg¨²n con qui¨¦n se hable. Una pareja de belgas camina con paso apresurado hacia la mezquita para llegar a tiempo a la oraci¨®n. Ella, una elegante mujer de origen marroqu¨ª, hace de traductora de ¨¦l, su novio congole?o. Como la mayor¨ªa de los que se han acercado a la mezquita, prefieren no dar su nombre. Y se muestran muy esc¨¦pticos: "Ni siquiera nos queda rezar. Hasta que Estados Unidos no consiga todo el petr¨®leo, no habr¨¢ paz. ?Por qu¨¦ en vez de bombardear casas no lanzan misiles sobre los pozos de petr¨®leo?".
"Al¨¢ ha enviado a Bush para acabar con Sadam"
Daud se llamaba David antes de convertirse al islam. Este joven madrile?o escucha el serm¨®n del viernes, el d¨ªa sagrado musulm¨¢n, fuera de la mezquita, con la ayuda de un aparato de traducci¨®n simult¨¢nea que el Centro Cultural Isl¨¢mico reparte entre todos los asistentes al rito que no saben ¨¢rabe. Ayer, un d¨ªa despu¨¦s del inicio de los bombardeos en Irak y con la mezquita desbordada de gente, se hab¨ªan acabado todos los traductores y los administrativos del centro invitaban a curiosos y periodistas a compartirlos.
Daud no muestra ning¨²n reparo en escuchar el mensaje del imam, que se va apagando conforme se agotan las pilas del r¨²stico traductor, junto a un desconocido. Despu¨¦s del serm¨®n, cuenta en un tono suave y atento que el ataque de Bush estaba escrito, mientras se?ala con el ¨ªndice hacia el cielo.
"Seg¨²n el Cor¨¢n, a un tirano s¨®lo lo puede matar otro tirano. Sadam lo es, y lo mejor que puede ocurrir para todo el mundo es que desaparezca. Eso es lo que pretenden todos los musulmanes que quieren el camino recto. Al¨¢ ha enviado a Bush para acabar con ¨¦l", dice.
Aunque por sus palabras pueda deducirse que es partidario del ataque, Daud se apresura a matizar lo que acaba de contar. "El problema es que en esta guerra van a morir muchos ni?os, mujeres, personas ancianas, todos gente inocente. No hay que olvidar que Bush es otro d¨¦spota. ?l tambi¨¦n morir¨¢ a manos de un tirano", aclara el joven.
Por la megafon¨ªa del templo comienzan de nuevo a sonar los c¨¢nticos. Daud pega un respingo, agarra su sudadera y su bolso y se despide antes de entrar en la abarrotada mezquita. "Perdona, ahora s¨ª que me tengo que ir. Ya han empezado las oraciones". Y para ellas no hace falta traducci¨®n simult¨¢nea.
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