El mejor ejemplo de desarrollo sostenible
La encina se alza como s¨ªmbolo del monte mediterr¨¢neo y tambi¨¦n de la vegetaci¨®n ib¨¦rica, por ser el ¨¢rbol m¨¢s numeroso, con 700 millones de ejemplares repartidos por todo el pa¨ªs, en especial por la mitad meridional y, sobre todo, en Extremadura. Gran parte de estas masas forestales se han visto sometidas desde hace siglos a una explotaci¨®n que muchos han definido como el mejor ejemplo de desarrollo sostenible de un ecosistema. Han sido aclaradas para el aprovechamiento ganadero y agr¨ªcola, lo que no ha impedido la presencia de una relevante diversidad faun¨ªstica. En las llamadas dehesas encuentran refugio y alimento m¨¢s especies vertebradas que en ning¨²n otro tipo de bosque europeo. Y no s¨®lo es capaz de mantener las poblaciones de animales silvestres que de forma tradicional viven en ¨¦l, sino de atraer a otras especies que anta?o no ten¨ªan nada que ver con estas ¨¢reas.
A su inter¨¦s como refugio de vida hay que unir su valor est¨¦tico. Otros ¨¢rboles podr¨¢n igualar, pero ninguno superar en belleza a una encina centenaria de retorcido y pardusco tronco en medio de la dehesa, donde aposentan sus nidos cig¨¹e?as negras, ¨¢guilas imperiales o buitres negros.
La pr¨¢ctica de la ganader¨ªa extensiva en grandes latifundios y el pastoreo trashumante mantenido durante 10 siglos entre los puertos de la cornisa c¨¢ntabra y las dehesas del suroeste peninsular han contribuido de manera definitiva para que estos vergeles hayan sobrevivido hasta hoy. Vacas de razas retinta, avile?a, blanca cacere?a, morucha y brava; ovejas merinas, y cerdos ib¨¦ricos componen el grueso de la caba?a ganadera que pasta en los bellotares cacere?os y pacenses.
Con los fr¨ªos invernales llegaron a los montes domados de Extremadura las grullas del norte de Europa, a compartir la montanera con muchos otros animales, aut¨®ctonos y forasteros, salvajes y domados, b¨ªpedos y cuadr¨²pedos, de pelo o pluma, convirtiendo los adehesados horizontes en bulliciosos parajes. Pero si las fechas invernizas convierten las dehesas en impresionantes escenas de vida silvestre, la gran explosi¨®n de su rica naturaleza se produce en el mes de marzo con la entrada de la primavera. Mientras las grullas se han marchado a sus zonas de cr¨ªa y el resto de la avifauna n¨®mada regresa de las tierras africanas, los campos se visten de un florido manto de colores que ninguna otra regi¨®n ib¨¦rica puede presumir de superar.
Junto a la encina aparecen, aunque en menor n¨²mero, otras especies arb¨®reas, como el alcornoque, el quejigo, el fresno y el roble rebollo. Entre todos dan forma a los 2,5 millones de hect¨¢reas de montes adehesados que se reparte por la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. La mayor superficie corresponde a Extremadura, con m¨¢s de 815.000 hect¨¢reas, seguida de Andaluc¨ªa, Castilla-La Mancha y Castilla y Le¨®n; la mitad sur de Portugal tambi¨¦n posee algunas extensiones adehesadas de notable valor, all¨ª llamados montados.
La provincia de Badajoz tiene el honor de poseer las mejores dehesas de la Pen¨ªnsula, y los montes que comprenden la comarca de Jerez de los Caballeros, Zafra, Fregenal de la Sierra, Barcarrota, Higuera de Vargas y Villanueva del Fresno son su m¨¢s preciado tesoro. Pero los privilegiados encinares salpican cada rinc¨®n de Extremadura, pudiendo encontrar dehesas de indudable hermosura en muchos otros lugares, como en Olivenza, Almendralejo, M¨¦rida, sierra de San Pedro, Mont¨¢nchez, sierra de Guadalupe, Monfrag¨¹e, Alc¨¢ntara o Coria.
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