Paisajes
Crec¨ª en un barrio de obreros, artesanos, peque?os comerciantes y empleados de banca donde quienes mejor com¨ªan eran precisamente los tenderos dedicados a la alimentaci¨®n. De todos aquellos locales no queda ni uno.
Ahora vivo en otra ciudad y otro entorno, de asentamiento digamos que relativamente reciente, al que sin embargo los ¨²ltimos 25 a?os han acabado por dotar de una cierta p¨¢tina de tradici¨®n.
Primero desaparecieron el colmado que nos sacaba de apuros, el taller mec¨¢nico y un peque?o bar. Quedan tres, varias veces traspasados, y acaban de abrir una bocater¨ªa. Tambi¨¦n es franquicia la tintorer¨ªa, que permaneci¨® muchos a?os cerrada tras el asesinato de su propietaria, una t¨ªmida gallega, a manos de su marido.
Otra, la se?ora Carmen, empez¨® con paraeta de todo un poco y acab¨® haciendo composturas y tratando de vender algo de mercer¨ªa y confecci¨®n. Al final abandon¨® aquel rinc¨®n diminuto por problemas en la espalda. De momento, resisten las l¨¢mparas, la tiendita esot¨¦rica y la casa de tatuajes y piercing, aunque la decana de la acera es Cristina, marcos y molduras. El todo a cien ha bajado persiana y a Rosa, la peluquera, la atropell¨® un coche y tuvo que traspasar. Los quioscos de prensa permanecen, aunque quejosos, y tambi¨¦n la panader¨ªa y la farmacia. Las grandes superficies parecen devorarlo todo: mercados municipales y peque?os negocios, y las franquicias disparan el precio de los locales. En pocos d¨ªas he le¨ªdo datos totalmente contradictorios: unos hablan de retroceso y otros de que el comercio tradicional est¨¢ aguantando el envite de los establecimientos de gran formato. Entiendo que quienes no compartan mi fobia por los hiper busquen ventajas en horarios, aparcamiento, precios y variedad . Pero sent¨ª el cierre de Lola, lencer¨ªa fina y ba?o, (ahora hay unos orientales revelando fotos) que me preguntaba por mi madre, me aconsejaba y me prestaba las cosas para probarlas en casa sin compromiso. En la fase de la p¨¦rdida siempre tengo la sensaci¨®n de que cuando se cierra una tienda tambi¨¦n se est¨¢ rompiendo un paisaje.
P. D: No a la guerra del Tr¨ªo Calavera.
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