El club at¨®mico
La fuerza de la vida literaria o el vigor de la moneda? ?Cu¨¢l de estas dos cosas es el mejor s¨ªntoma de la influencia de un pa¨ªs? Ninguna de las dos; la prueba del poder y la fuerza pasa, sobre todo, por la capacidad de un jefe de Estado de dotar a sus arsenales de una bomba at¨®mica. Incluso de varias, ya que estamos. Ir¨¢n, Irak, Libia, Siria, Pakist¨¢n, Corea, la India, Israel, China... Seg¨²n un documento del Departamento de Defensa de Estados Unidos, a principios de 2002, 12 pa¨ªses ten¨ªan armas nucleares o dispon¨ªan de programas de equipamiento en marcha; 28 pose¨ªan misiles bal¨ªsticos; 13, armas biol¨®gicas, y 16, armas qu¨ªmicas. Aunque estas cifras no se suman, sino que se entrecruzan, indican que hay motivos para preocuparse. La mitad de los pa¨ªses citados est¨¢n situados en zonas de alto riesgo pol¨ªtico.
G. Tenet: "Hay pa¨ªses que pueden poner en marcha planes nucleares simplemente porque sus vecinos o rivales regionales han empezado a equiparse"
En 2002, 12 pa¨ªses ten¨ªan armas nucleares o dispon¨ªan de planes en marcha; 28 pose¨ªan misiles bal¨ªsticos; 13, armas biol¨®gicas, y 16, armas qu¨ªmicas
Y no es porque no se intentara guardar el secreto. Durante 50 a?os, los conocimientos t¨¦cnicos y cient¨ªficos necesarios fueron privativos de unos pocos pa¨ªses occidentales. Su voluntad de conservar su ventaja y luchar contra la expansi¨®n nuclear cont¨® con la ayuda de una compleja arquitectura de reglamentos internacionales.
Papel mojado
"Entre 1970 y 1990 hubo unos a?os especialmente ricos en acuerdos internacionales para controlar las armas y el desarme. Bilaterales, multilaterales, de ¨¢mbito regional o universal... Los hubo de todo tipo", destaca Jean-Fran?ois Guilhaudis, profesor en la Universidad de Grenoble. "Sin embargo, desde el punto de vista de la eficacia, s¨®lo se puede decir que hay un tratado en vigor cuando participan en ¨¦l todos los Estados necesarios para que sea efectivo. Cuando se cumple esta condici¨®n, adem¨¢s, es preciso que se aplique el acuerdo y el desarme se lleve a cabo en los plazos establecidos". En caso contrario, la frustraci¨®n de los que quedan al margen del peque?o y elegante club de los pa¨ªses due?os de armas de destrucci¨®n masiva se dispara...
La decisi¨®n de la India y Pakist¨¢n de convertirse en miembros del club at¨®mico supuso el l¨ªmite de los acuerdos firmados. La ayuda prestada al equipamiento nuclear de Israel por parte de algunos pa¨ªses promotores del tratado de no proliferaci¨®n (TNP) incit¨® a otros pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo a dotarse tambi¨¦n de la bomba. Y, a falta de la capacidad t¨¦cnica o cient¨ªfica necesaria, se conformaron con otro arsenal. El bloqueo de las armas nucleares tuvo la consecuencia parad¨®jica de incitar a pa¨ªses como Siria a adquirir armas de destrucci¨®n masiva como las bombas qu¨ªmicas o biol¨®gicas, menos nobles, pero igualmente peligrosas.
Hoy, la India y Pakist¨¢n siguen desarrollando su programa nuclear. Ir¨¢n ha emprendido un programa de equipamiento civil que le permitir¨¢ disponer, en un breve plazo, de motores nucleares de gran potencia. El final de la ayuda sovi¨¦tica ha obstaculizado en corta medida los esfuerzos de Teher¨¢n, pero su carnet de miembro de pleno derecho del club nuclear tiene plena validez. Los iran¨ªes, v¨ªctimas del arsenal de Sadam Husein, tambi¨¦n se han equipado con armas biol¨®gicas y qu¨ªmicas. Paralelamente, Ir¨¢n se ha convertido en proveedor importante de misiles bal¨ªsticos y las tecnolog¨ªas asociadas. Asimismo, Libia destaca por sus inversiones en armamento qu¨ªmico, y ha fabricado -de creer diversas revelaciones de la CIA-, al menos, 100 toneladas de agentes de destrucci¨®n masiva en su factor¨ªa de Rabta, cuyas puertas se reabrieron en 1995, aparentemente, como unidad de fabricaci¨®n de productos farmac¨¦uticos. La retirada de Corea del Norte del TNP y su denuncia de otros convenios internacionales han contribuido a convertir el planeta en un verdadero polvor¨ªn.
Como explicaba el 11 de febrero a los senadores estadounidenses George Tenet, director de la CIA y gran patr¨®n de los servicios de informaci¨®n, "hemos entrado en una nueva era de la proliferaci¨®n". "El deseo de capacidad nuclear se ha disparado", a?ade. "Hay una nueva categor¨ªa de pa¨ªses que pueden poner en marcha programas nucleares simplemente porque sus vecinos o sus rivales regionales han empezado a equiparse. Es muy posible que la teor¨ªa del domin¨® del siglo XXI sea nuclear".
La eficacia del chantaje de Corea del Norte resulta fascinante para una serie de Estados fr¨¢giles y mal constituidos. Por desgracia, se puede decir ya que la espiral de la proliferaci¨®n est¨¢ demasiado extendida para poder contenerla. Ahora bien, convertir su territorio en un santuario con un escudo de defensa antimisiles como hace EE UU, atacar a pa¨ªses que no tienen armas nucleares como Irak y renunciar a cualquier intento multilateral de organizar el mercado de armas de destrucci¨®n masiva, son acciones que pueden incitar a todo el mundo al s¨¢lvese quien pueda. Que tampoco es la mejor soluci¨®n.
? Le Monde.
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