Un mundo m¨¢s inseguro
La invasi¨®n de Irak por parte del m¨¢s poderoso ej¨¦rcito de la Tierra anuncia el desarrollo de una guerra que todos -y m¨¢s que ning¨²n otro quienes nos hemos pronunciado en su contra- deseamos sea breve y lo menos costosa posible en vidas humanas y p¨¦rdidas materiales. Nadie duda de la abrumadora capacidad militar de los Estados Unidos para derrotar un enemigo ya muy debilitado por anteriores confrontaciones, que no goza del apoyo de su propia opini¨®n p¨²blica y cuyo l¨ªder es un s¨¢trapa despreciable. Pero la entrada victoriosa en Bagdad de las tropas americanas, lejos de anunciar necesariamente un mundo m¨¢s seguro, arrojar¨¢ no pocas interrogantes sobre la estabilidad internacional y la posibilidad de una paz duradera.
No se trata s¨®lo de que la humillaci¨®n del r¨¦gimen de Sadam Husein pueda ser tomada como pretexto por el terrorismo fundamentalista isl¨¢mico para incrementar su amenaza, ni de que el conflicto de civilizaciones se explicite en una confrontaci¨®n cada vez m¨¢s obvia entre el mundo de tradici¨®n judeocristiana y el musulm¨¢n, afectando a comunidades de distinto signo religioso en el seno de muchas naciones democr¨¢ticas. Los da?os colaterales de la apuesta por la guerra que han hecho los halcones de la Casa Blanca, enarbolando la promesa de un nuevo orden mundial, se extender¨¢n al conjunto de las relaciones entre los pa¨ªses. Nuestro mundo es, desde el jueves pasado, m¨¢s inseguro, menos predecible, menos sometido a derecho y m¨¢s rendido ante el uso de la fuerza. Un mundo as¨ª ser¨¢ tambi¨¦n menos democr¨¢tico y, por ende, m¨¢s injusto, aunque los americanos logren implantar en Irak un r¨¦gimen de apariencia parlamentaria y aunque Husein desaparezca de la n¨®mina de dictadores un d¨ªa subvencionados por el Pent¨¢gono. El desprecio a las instituciones internacionales; la p¨¦rdida de protagonismo de la Uni¨®n Europea; las interrogantes sobre el papel a jugar por la Alianza Atl¨¢ntica; la sustituci¨®n del multilateralismo por la estrategia unilateral; la derrota de la diplomacia frente a la presi¨®n de las armas, pueden haber sido el pr¨®logo de una contienda r¨¢pida e incluso limpia, si se cumplen los pron¨®sticos de quienes la han incoado, pero marcar¨¢n, tambi¨¦n, el comienzo de una posguerra larga y costosa, que abrir¨¢ un periodo de indefinici¨®n e incertidumbre colosales.
Como tantos millones de burgueses del mundo desarrollado, he asistido durante este fin de semana a los acontecimientos de Irak c¨®modamente sentado en el sill¨®n de mi cuarto de estar, contemplando en directo a trav¨¦s de la televisi¨®n los bombardeos de Bagdad, el avance de las tropas angloamericanas y las diversas conferencias de prensa que los protagonistas de los hechos han ofrecido. He sido testigo del dolor humano y la destrucci¨®n. He le¨ªdo cientos de p¨¢ginas, escuchado miles de palabras, contemplado montones de im¨¢genes, y he llegado a la conclusi¨®n de que, desde luego, Sadam Husein es un ser despreciable pero no constitu¨ªa ninguna amenaza para la paz, no ten¨ªa relaci¨®n con el terrorismo de Al Qaeda, y quiz¨¢ posea todav¨ªa algunas de las armas de destrucci¨®n masiva que en su d¨ªa le vendieron los Gobiernos occidentales, pero no parece muy decidido a usarlas ni siquiera en momentos en los que se est¨¢ jugando el todo por el todo. O sea que esta guerra, adem¨¢s de injusta e ilegal, era innecesaria.
Pero luego me he interesado por las diversas intervenciones ante la prensa de los responsables norteamericanos, que iluminan, desde luego, la naturaleza de los hechos que estamos viviendo. El secretario Rumsfeld se crey¨® autorizado para impartir un curso de comunicaci¨®n a los periodistas, a quienes explic¨® que las noticias y las im¨¢genes que se transmit¨ªan por televisi¨®n eran verdad, pero no toda la verdad, sino un fragmento de la misma. Parec¨ªa como si quisiera convencernos de que el estr¨¦pito de bombas, humo y fuego desplomado sobre las ciudades, que pudimos contemplar gracias a las im¨¢genes de la televisi¨®n de Qatar, constitu¨ªan s¨®lo una faceta, la peor de todas, de las muchas que una guerra ofrece. El secretario de Defensa se emple¨® a fondo para explicar que el Bagdad de hoy no es el Berl¨ªn de los a?os cuarenta, que las bombas de ahora son inteligentes y que no morir¨¢n muchos civiles. Pero las im¨¢genes segu¨ªan all¨ª, con su mensaje de destrucci¨®n absoluta, aunque al se?or Rumsfeld no le hicieran mucha gracia. Tampoco se la hizo al portavoz de la Casa Blanca que le preguntaran, t¨ªmidamente, si la contienda se iba a extender a otros pa¨ªses, con lo que enseguida contest¨® que se trataba s¨®lo de liberar a Irak. Pero la cuesti¨®n era del todo pertinente. Ahora que se ha instalado el concepto de guerra preventiva como parte del nuevo orden mundial, es preciso saber qu¨¦ otras agresiones de ese g¨¦nero, y por parte de qui¨¦n, va el mundo a padecer en el futuro. ?Est¨¢ el Pent¨¢gono dispuesto a seguir la misma pol¨ªtica con la lista de pa¨ªses terroristas, integrantes del eje del mal, que ¨¦l mismo elabor¨®? ?Desatar¨¢ Israel un ataque preventivo contra alguno de sus vecinos? ?Lo har¨¢ la India contra Pakist¨¢n, o viceversa? ?Y qu¨¦ decir de Corea del Norte, que tiene el arma nuclear, incumple las resoluciones de Naciones Unidas y es una dictadura a¨²n m¨¢s oprobiosa, salvaje e inhumana que la de Husein? ?ste es el mundo m¨¢s seguro y sometido a reglas que nos promete nuestro presidente del Gobierno: un mundo en el que los dictadores de toda laya, o los gobernantes de peque?os pa¨ªses democr¨¢ticos que se sientan indefensos, pueden comenzar a suponer que s¨®lo la posesi¨®n del arma at¨®mica ser¨¢ garant¨ªa suficiente para su permanencia, habida cuenta de que alejar¨¢ tentaciones de intervenci¨®n extranjera, con lo que se ir¨ªan al traste los esfuerzos desplegados durante d¨¦cadas para evitar la proliferaci¨®n nuclear; un mundo atemorizado, adem¨¢s, ante el crecimiento del terrorismo fundamentalista, que bebe en las fuentes de la miseria econ¨®mica, la opresi¨®n pol¨ªtica y el fanatismo religioso e ideol¨®gico, y se nutre de activistas que no tienen nada que perder en esta vida, mientras aspiran a ganar el cielo en la venidera; un mundo en el que, si no ponemos urgente remedio, el derecho y la norma ser¨¢n s¨®lo la voluntad del m¨¢s fuerte.
Lo parad¨®jico es que los Estados Unidos de Am¨¦rica, por mucho que se empe?en sus dirigentes, no tienen capacidad para gobernar un orbe as¨ª. La pol¨ªtica unilateral puede valerles en la guerra, pero no en la paz, y aunque no han sido capaces de organizar una verdadera coalici¨®n internacional para la batalla la necesitar¨¢n en cuanto acabe. Ser¨¢ tarea ardua: con la invasi¨®n de Irak, el Gobierno americano se ha ganado el desprecio de amplios sectores de la opini¨®n p¨²blica occidental, ha perdido capacidad de liderazgo entre las naciones de su misma cultura y tradici¨®n, ha dilapidado el caudal de solidaridad y apoyo que el mundo le prest¨® tras los ataques del 11-S, ha logrado dividir a sus aliados e infundir temor y odio en amplias masas de la poblaci¨®n mundial. Antes o despu¨¦s, probablemente antes que despu¨¦s, las ¨¦lites econ¨®micas y los l¨ªderes sociales percibir¨¢n el fracaso de esa pol¨ªtica que ha debilitado una civilizaci¨®n que tambi¨¦n es la suya. La globalizaci¨®n de hoy es el resultado, en gran medida, de los avances tecnol¨®gicos y el exuberante enriquecimiento de los Estados Unidos. Ni unos ni otro podr¨¢n mantenerse con una ret¨®rica imperial. En el manejo de un mundo cada vez m¨¢s complejo y descentralizado en sus comportamientos son precisas grandes dotes de di¨¢logo, negociaci¨®n y diplomacia. La fuerza sola no sirve.Por eso, de todas las comparecencias recientes, la que me pareci¨® m¨¢s interesante fue la del general Franks, jefe de las operaciones en el Golfo. Insisti¨® desde un primer momento en el car¨¢cter internacional de los ej¨¦rcitos atacantes, aunque es bien sabido que s¨®lo ingleses y americanos los integran, y acudi¨® a la presencia de algunos observadores militares de otros pa¨ªses como prueba de ello. Bush (hijo) necesita exhibir el m¨¢ximo de apoyos no s¨®lo por una cuesti¨®n de prestigio. Muchos se preguntan ya qui¨¦n ha de sufragar los gastos de esta contienda, que puede llegar a costar, seg¨²n los expertos, hasta 120.000 millones de d¨®lares. La campa?a del Golfo sali¨® por la mitad, y los Estados Unidos corrieron s¨®lo con la factura de un 10% del total, gracias a que Bush (padre) supo organizar una verdadera coalici¨®n en torno suyo. En Afganist¨¢n -donde Washington ha fracasado, por el momento, en su primera exportaci¨®n de democracia hacia el ¨¢rea- son todav¨ªa muchos los pa¨ªses implicados, a comenzar por Alemania, que mantiene un significativo n¨²mero de tropas, y las operaciones de Kosovo pesaron sobre las espaldas de los aliados. Es m¨¢s que dudoso, sin embargo, que los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea que han apoyado distantemente la intervenci¨®n acepten verse involucrados en el pago de las facturas, y Francia y Alemania no acudir¨¢n a sufragar los gastos de una aventura que han tratado de evitar. ?Qu¨¦ har¨¢ Espa?a? El presidente del Gobierno se ha cuidado muy mucho de aclarar nada a este respecto, pero es posible que el precio de fotografiarse en eso que Aznar llama la cumbre atl¨¢ntica (la reuni¨®n de las Azores) incluya un uso del dinero de los contribuyentes espa?oles a la hora de saldar cuentas. Naturalmente, todo ello exige aclarar que las tropas al mando del general Franks llevan a cabo una liberaci¨®n, no una ocupaci¨®n, seg¨²n insisti¨® el militar buen n¨²mero de veces. Alguien le hizo ver que semejante aserto se compadec¨ªa mal con el hecho de que los soldados que tomaron el puerto de Um Qasr hicieran ondear, en el m¨¢s alto de sus edificios, la bandera soberana de los Estados Unidos de Am¨¦rica.
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