Suspensos
Unos profesores de la Universidad de Granada han denunciado la norma, pionera en el mundo, que permit¨ªa obtener la licenciatura sin el engorroso tr¨¢mite de aprobar todas las asignaturas.
Hace tres a?os la Universidad de Granada crey¨® conveniente compensar -este es el verbo utilizado- a los alumnos que hubiesen llegado al final de la carrera con la mala pata de tener alguna asignatura suspensa. Se trataba de que las titulaciones acad¨¦micas no dependieran, como hab¨ªa sucedido hasta entonces, de un estricto n¨²mero de materias aprobadas. Se habilitaba para ello un "sistema complementario de evaluaci¨®n", por decirlo con sus palabras, que flexibilizaba la obtenci¨®n de licenciaturas. Pero un grupo de profesores denunci¨® la norma ante el juzgado, que acaba de anularla hace poco provocando entre los licenciados suspensos de los ¨²ltimos a?os la consiguiente alarma e inquietud. No s¨¦ si entre ellos habr¨¢ alg¨²n m¨¦dico con el aparato digestivo pendiente.
Muchos no se explican este af¨¢n por prolongar el infernal per¨ªodo que va de la incertidumbre laboral al paro. Adem¨¢s, cualquiera que haya estudiado en la universidad sabe que no hay tanta diferencia entre un alumno que haya aprobado todas las asignaturas y otro al que le haya quedado alguna para septiembre. Elevar a la categor¨ªa de principio moral lo que no pasa de ser un simple tr¨¢mite burocr¨¢tico puede confundirse por tanto con la intransigencia. Si en una democracia todo el mundo tiene derecho a manifestarse en contra de una norma, todos tenemos tambi¨¦n la obligaci¨®n de acatarla una vez que se aprueba. Acudir a los tribunales, menospreciando la sacrosanta autonom¨ªa universitaria, socava los fundamentos de la instituci¨®n. A nadie le incumbe salvo a nosotros, como dicen los futbolistas, lo que sucede dentro del terreno de juego. Pero no nos enga?emos: la actitud de estos profesores responde a una concepci¨®n elitista de la universidad, a una idea clasista seg¨²n la cual los alumnos peor dotados para los estudios superiores tienen que hincar m¨¢s los codos si quieren aprobar. Se acaba as¨ª con la idea de que todos los ciudadanos, independientemente de su clase social y de su nivel de conocimientos, tienen derecho a colgar en el sal¨®n de su casa una orla y un t¨ªtulo universitario.
El rectorado de la Universidad de Granada ha recurrido el fallo, as¨ª que habr¨¢ que esperar un tiempo para conocer el desenlace. Pero una cosa debe quedar clara: si la sentencia se hace firme, los mejores estudiantes de cada promoci¨®n se licenciar¨¢n en junio, mientras que los alumnos con un menor coeficiente de aprobados, por decirlo as¨ª, tendr¨¢n que esperar a septiembre.
Si estos profesores de Granada persiguieran realmente el bien de la universidad espa?ola, no habr¨ªan acudido a los tribunales. Todo lo contrario: habr¨ªan luchado para que los alumnos pudieran licenciarse con todas las asignaturas suspensas. O habr¨ªan intentado que los t¨ªtulos acad¨¦micos se pudieran adquirir por un m¨®dico precio en las grandes superficies comerciales. S¨®lo entonces, cuando la universidad espa?ola hubiese saltado por los aires, habr¨ªa alguna esperanza de regeneraci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.