Ilegal
El taxista nos advirti¨® de que tal vez no pudi¨¦semos llegar donde le indic¨¢bamos. La causa era a big demostration against the war. Al llegar a Times Square, la "gran manifestaci¨®n contra la guerra" nos pareci¨®, a sus clientes europeos, una modesta concentraci¨®n de pocos miles de j¨®venes f¨¦rreamente controlados por un cord¨®n policial. Armados de carteles y pancartas bajo la mirada de unos agentes con cara de pocos amigos, los concentrados daban bastante pena. Nueva York, como todo Estados Unidos, estaba lleno de lazos amarillos y de banderas en apoyo a las tropas que combat¨ªan en el Golfo P¨¦rsico. La obscenidad del patriotismo redentor desencadenado por un conflicto, el de la invasi¨®n de Kuwait por Irak perpetrada por Sadam Husein, al que los gobiernos europeos hicieron frente con argumentaciones mucho m¨¢s pragm¨¢ticas para justificar el env¨ªo de tropas, se expand¨ªa con estridencia a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n en el ambiente nevado del febrero neoyorquino de 1991. No s¨¦ por qu¨¦ me vino a la cabeza aquella escena cuando escuch¨¦ el viernes c¨®mo arremet¨ªa Aznar contra las multitudinarias manifestaciones por la paz a cuenta de incidentes protagonizados por grupos minoritarios, y c¨®mo le segu¨ªan el vicepresidente Mariano Rajoy y otros cargos p¨²blicos del PP. ?Estaban tratando de reducir los millones de ciudadanos que han salido a las calles, seriamente indignados por el apoyo de Espa?a a una guerra mucho m¨¢s injustificable que la de hace 12 a?os, a aquel pu?ado de participantes en la big demostration de Times Square? ?En nombre de qu¨¦ patriotismo generalizado? Cuando el ministro del Interior, ?ngel Acebes, advirti¨® de que las manifestaciones del s¨¢bado eran ilegales, un tufo franquista se mezcl¨® con la fantas¨ªa b¨¦lica en la que ha embarcado Aznar a su partido y al Estado espa?ol en perjuicio de las Naciones Unidas. ?Ilegal?, me dije. ?C¨®mo que ilegal? En democracia, cuando un Gobierno pierde la sensatez, a los ciudadanos nos queda el derecho a recrimin¨¢rselo. Desde la transici¨®n no he asistido a ninguna manifestaci¨®n ilegal. Tal vez ha llegado el momento, me dije. Una vez all¨ª, me di cuenta de que cien mil personas hab¨ªan pensado lo mismo.
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