EE UU no puede lograr unilateralmente sus objetivos
Es cierto que, desde Roma, ninguna naci¨®n ha dominado tanto sobre las dem¨¢s como Estados Unidos a comienzos del siglo XXI. A primera vista, la disparidad entre el poder estadounidense y el del resto del mundo parece abrumadora. En lo que a poder militar se refiere, Estados Unidos es el ¨²nico pa¨ªs con armas nucleares y fuerzas convencionales de alcance mundial. Los gastos militares estadounidenses son mayores que la suma de los de los ocho pa¨ªses siguientes, y es el l¨ªder en la "revoluci¨®n en los asuntos militares", basada en la informaci¨®n. En cuanto al tama?o econ¨®mico, la cuota del 27% de la producci¨®n mundial que posee Estados Unidos es igual a la suma de la de los siguientes tres pa¨ªses (Jap¨®n, Alemania y Francia). En cuanto a preponderancia cultural, Estados Unidos es, con diferencia, el primer exportador de cine y televisi¨®n del mundo. Tambi¨¦n atrae cada a?o a la mayor¨ªa de los estudiantes extranjeros a sus instituciones de ense?anza superior.
Para eliminar el terrorismo har¨¢n falta a?os de cooperaci¨®n civil con otros pa¨ªses
El poder no se puede considerar homogeneizado por el dominio militar
Roma no sucumbi¨® por el auge de un nuevo imperio, sino debido a la decadencia interna
La ¨²nica entidad capaz de enfrentarse a EE UU en un futuro pr¨®ximo es la Uni¨®n Europea
Tras la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, algunos analistas describieron el mundo resultante como unipolar; otros, como multipolar. Ambos est¨¢n equivocados, porque cada uno hace referencia a una dimensi¨®n distinta del poder, que ya no se puede considerar homogeneizado por el dominio militar. La unipolaridad es enga?osa, porque exagera el grado en que Estados Unidos puede conseguir los resultados que desea en algunas dimensiones de la pol¨ªtica mundial, pero la multipolaridad es enga?osa porque da a entender que existen varios pa¨ªses aproximadamente iguales.
En cambio, en una era de informaci¨®n mundial, el poder est¨¢ distribuido entre pa¨ªses siguiendo un patr¨®n que recuerda un complejo juego de ajedrez tridimensional. En el tablero superior, el poder militar es en gran medida unipolar. Estados Unidos es el ¨²nico pa¨ªs con armas intercontinentales y unas fuerzas a¨¦reas, navales y de tierra amplias y modernizadas, capaces de efectuar un despliegue mundial. Pero en el tablero intermedio, el poder econ¨®mico es multipolar, y en ¨¦l Estados Unidos, Europa y Jap¨®n representan las dos terceras partes del producto mundial, y el dr¨¢stico crecimiento de China es probable que la convierta en el cuarto actor mundial. En este tablero econ¨®mico no tiene sentido hablar de hegemon¨ªa estadounidense, y Estados Unidos debe aceptar la igualdad con Europa. El tablero inferior es el ¨¢mbito de las relaciones internacionales, que atraviesan fronteras y se sit¨²an fuera del control estatal. Este ¨¢mbito incluye actores tan diversos como los banqueros que transfieren electr¨®nicamente cantidades de dinero mayores que la mayor¨ªa de los presupuestos nacionales en un extremo, y los terroristas que transfieren armas o los piratas inform¨¢ticos que trastornan el funcionamiento de Internet en otro. En este tablero inferior, el poder est¨¢ ampliamente disperso, y no tiene sentido hablar de unipolaridad, multipolaridad ni hegemon¨ªa. Quienes recomiendan una pol¨ªtica hegem¨®nica de Estados Unidos bas¨¢ndose en unas descripciones tan tradicionales del poder estadounidense parten de un an¨¢lisis deplorablemente inadecuado. Cuando uno se encuentra en una partida tridimensional, perder¨¢ si se centra exclusivamente en el tablero superior y no se fija en los otros tableros y en las conexiones verticales que existen entre ellos.
Debido a su liderazgo en la revoluci¨®n de la informaci¨®n y a su pasada inversi¨®n en recursos de poder tradicionales, es probable que Estados Unidos siga siendo el pa¨ªs m¨¢s poderoso hasta bien entrado el nuevo siglo. Aunque se creasen coaliciones en potencia que pusieran a prueba el poder estadounidense, es improbable que se puedan convertir en alianzas firmes a no ser que Estados Unidos maneje su enorme fuerza coactiva de una manera autoritaria y unilateral que socave su poder blando o atractivo: la capacidad de hacer que los dem¨¢s quieran lo que t¨² quieres. Como ha escrito Joseph Joffe, director de Die Zeit, "al contrario que en los siglos pasados, cuando la guerra era el gran ¨¢rbitro, hoy en d¨ªa los tipos de poder m¨¢s interesantes no proceden del ca?¨®n de una pistola...", sino que est¨¢n relacionados con el atractivo cultural y la ideolog¨ªa, y con el establecimiento de programas y de incentivos econ¨®micos para la cooperaci¨®n. El poder atenuado es especialmente importante para abordar las cuestiones que se derivan del tablero inferior de las relaciones transnacionales.
Cambios m¨¢s profundos en una era mundial de la informaci¨®n. La actual revoluci¨®n de la informaci¨®n y su secuela, el estigma de la globalizaci¨®n, est¨¢n transformando y encogiendo el mundo. Al comienzo de este nuevo siglo, estas dos fuerzas se han combinado para aumentar el poder estadounidense. Pero con el tiempo, la tecnolog¨ªa se expandir¨¢ a otros pa¨ªses y pueblos, y la supremac¨ªa relativa de Estados Unidos disminuir¨¢. Por ejemplo, hoy, el 20% de la poblaci¨®n total estadounidense representa m¨¢s de la mitad de Internet. Dentro de una o dos d¨¦cadas, es probable que el chino sea el idioma dominante en Internet. No destronar¨¢ al ingl¨¦s como lingua franca, pero en alg¨²n momento futuro la cibercomunidad y la econom¨ªa asi¨¢ticas cobrar¨¢n m¨¢s importancia que las estadounidenses. Por poner otros ejemplos, en el comercio internacional y en cuestiones antimonopolio, la Uni¨®n Europea ya iguala el poder econ¨®mico estadounidense, y es probable que el poder econ¨®mico y el poder blando de Europa aumenten en los pr¨®ximos a?os.
Todav¨ªa m¨¢s importante es que la revoluci¨®n de la informaci¨®n est¨¢ creando comunidades y redes virtuales que sobrepasan las fronteras nacionales. Las empresas multinacionales y los actores no gubernamentales (terroristas incluidos) desempe?ar¨¢n papeles m¨¢s importantes. Muchas de estas organizaciones dispondr¨¢n de poder blando propio, al atraer a los ciudadanos a coaliciones que atraviesan las fronteras nacionales. Como ha observado Thomas Pickering, antiguamente uno de los diplom¨¢ticos estadounidenses m¨¢s importantes, las ONG constituyen "una fuerza enorme e importante... En muchas de las cuestiones de la pol¨ªtica estadounidense, desde los derechos humanos al medio ambiente, las ONG son de hecho una fuerza motriz". Por ejemplo, una coalici¨®n basada en ONG logr¨® crear un tratado sobre minas terrestres a pesar de la oposici¨®n de la burocracia m¨¢s fuerte del pa¨ªs m¨¢s fuerte.
El 11-S fue un terrible s¨ªntoma de los cambios m¨¢s profundos que se estaban produciendo ya en el mundo. La tecnolog¨ªa ha estado difuminando el poder de los gobiernos y permitiendo a los individuos y a los grupos desempe?ar una funci¨®n en la pol¨ªtica mundial -incluida la de sembrar la destrucci¨®n masiva- que en otro tiempo estaba reservada a los Estados. La privatizaci¨®n ha aumentado, y el terrorismo es la privatizaci¨®n de la guerra. Asimismo, los procesos de globalizaci¨®n estaban acortando las distancias, y acontecimientos que se produc¨ªan en lugares distantes -como Afganist¨¢n- pod¨ªan tener un mayor impacto en la vida de los estadounidenses. El mundo estaba cambiando de la guerra fr¨ªa a la era de la informaci¨®n global, pero las actitudes y las pol¨ªticas estadounidenses no hab¨ªan seguido el mismo ritmo.
C¨®mo implicar al nuevo mundo. Al final de la guerra fr¨ªa, muchos observadores se sintieron perseguidos por el espectro de la vuelta del aislacionismo estadounidense. Pero adem¨¢s del debate hist¨®rico entre aislacionistas e internacionalistas, hab¨ªa una divisi¨®n dentro del campo internacionalista entre unilateralistas y multilateralistas. Algunos, como el articulista Charles Krauthammer, se muestran partidarios de un "nuevo unilateralismo" en el que Estados Unidos intenta alcanzar sin reparo sus propios fines. Hablan de un mundo unipolar debido al inigualado poder militar estadounidense. Pero el poder militar no puede por s¨ª solo producir los resultados que los estadounidenses desean en muchos de los asuntos referentes a su seguridad y a su prosperidad.
Como ex subsecretario de Defensa, yo ser¨ªa el ¨²ltimo en negar la importancia continuada de la seguridad militar. El poder militar estadounidense es esencial para la estabilidad mundial, y forma parte esencial de la respuesta al terrorismo. Pero la met¨¢fora de la guerra no deber¨ªa impedirnos ver el hecho de que para eliminar el terrorismo har¨¢n falta a?os de paciente y poco espectacular cooperaci¨®n civil con otros pa¨ªses. La campa?a militar en Afganist¨¢n hizo frente a la primera parte del problema, pero Al-Qaeda mantiene c¨¦lulas en unos cincuenta pa¨ªses. En lugar de demostrar el argumento de los unilateralistas, la naturaleza parcial del ¨¦xito en Afganist¨¢n ilustra la necesidad de mantener la cooperaci¨®n. Y en muchos de los otros asuntos clave de hoy en d¨ªa es posible que el poder militar no produzca ¨¦xitos, o que su uso sea contraproducente.
La respuesta inicial de Estados Unidos despu¨¦s del 11-S parec¨ªa encauzada en ese sentido. De repente, el Congreso aprob¨® un gran pago de cuotas atrasadas y confirm¨® el env¨ªo de un embajador a Naciones Unidas. El presidente busc¨® el respaldo de Naciones Unidas e hizo hincapi¨¦ en el establecimiento de una coalici¨®n. El Tesoro y la Casa Blanca cambiaron de marcha y se convirtieron en partidarios de la cooperaci¨®n. Pero el unilateralismo distaba mucho de estar superado. Al principio, el Pent¨¢gono era incluso reacio a pedir que la OTAN invocase la cl¨¢usula de defensa mutua. A algunos funcionarios les preocupaba que una coalici¨®n pudiera atar de manos a Estados Unidos, y que invocar la autoridad internacional de Naciones Unidas o de la OTAN sentase un mal precedente. En el Congreso, al mismo tiempo que Reino Unido ratificaba el tratado para crear un tribunal penal internacional, el senador Jesse Helms presentaba un proyecto de ley para autorizar "cualquier acci¨®n necesaria para impedir que los soldados estadounidenses sean inadecuadamente conducidos ante el tribunal". A aquellos que pensaban exclusivamente en funci¨®n de la pol¨ªtica tradicional de unipolaridad, hegemon¨ªa y poder militar, el unilateralismo les parec¨ªa adecuado.
Sin embargo, el problema para los estadounidenses en esta distribuci¨®n de poder m¨¢s compleja del siglo XXI es que hay m¨¢s aspectos que escapan al control hasta del Estado m¨¢s poderoso. Por ejemplo, la estabilidad financiera internacional es vital para la prosperidad de los estadounidenses, pero Estados Unidos necesita la cooperaci¨®n de otros para garantizarla. El cambio clim¨¢tico planetario afectar¨¢ tambi¨¦n a la calidad de vida estadounidense, pero Estados Unidos no puede solucionar el problema por s¨ª solo. Y en un mundo en el que las fronteras se est¨¢n volviendo m¨¢s porosas que nunca a todo tipo de elementos, desde las drogas hasta las enfermedades infecciosas, pasando por el terrorismo, Estados Unidos debe movilizar coaliciones internacionales para afrontar las amenazas y los desaf¨ªos comunes.
En vista de estas nuevas circunstancias, ?c¨®mo deber¨ªa guiar la ¨²nica superpotencia su pol¨ªtica exterior en una era de informaci¨®n global? Algunos estadounidenses est¨¢n tentados a creer que el pa¨ªs podr¨ªa reducir su vulnerabilidad si retirase las tropas, redujese las alianzas y siguiese una pol¨ªtica exterior m¨¢s aislacionista. Pero el aislacionismo no eliminar¨¢ la vulnerabilidad. Los terroristas que atacaron el 11-S no deseaban s¨®lo reducir el poder estadounidense, sino descomponer todo aquello que Estados Unidos representa. Incluso si Estados Unidos tuviese una pol¨ªtica exterior m¨¢s d¨¦bil, dichos grupos se sentir¨ªan contrariados por el poder de la econom¨ªa estadounidense, que seguir¨ªa llegando mucho m¨¢s all¨¢ de sus costas. Las empresas y los ciudadanos estadounidenses representan el capitalismo mundial, que para algunos constituye anatema.
Adem¨¢s, la cultura popular estadounidense tiene un alcance global, independientemente de lo que haga el Gobierno. No hay forma de escapar a la influencia de Hollywood, de la CNN o de Internet. Las pel¨ªculas y la televisi¨®n estadounidenses expresan libertad, individualismo y cambio (adem¨¢s de sexo y violencia). En general, el alcance global de la cultura estadounidense ayuda a potenciar el poder blando del pa¨ªs. Pero, por supuesto, no con todos. El individualismo y las libertades son atractivos para muchos, pero repulsivos para algunos. El feminismo, la sexualidad abierta y las opciones individuales estadounidenses resultan profundamente subversivos para las sociedades patriarcales. Pero es improbable que esas semillas de odio catalicen el rencor m¨¢s general a no ser que Estados Unidos abandone sus valores y establezca pol¨ªticas arrogantes y dominantes que permitan a los extremistas atraer a la mayor¨ªa situada en el medio.
Si los estadounidenses act¨²an verdaderamente a favor de los intereses de otros adem¨¢s de los propios, escuchar¨ªan a los dem¨¢s y procurar¨ªan establecer una forma de multilateralismo como norma. Es cierto que los pa¨ªses m¨¢s peque?os pueden utilizar el multilateralismo como una forma de atar a Estados Unidos, como le sucedi¨® a Gulliver entre los liliputienses, pero esto no quiere decir que un planteamiento multilateral no beneficie en general a los intereses estadounidenses. Encuadrando sus pol¨ªticas en un marco multilateral, Estados Unidos puede hacer que su poder desproporcionado sea m¨¢s leg¨ªtimo y aceptable para otros. Ninguna gran potencia puede permitirse el ser puramente multilateralista, pero ¨¦se deber¨ªa ser el punto de partida de la pol¨ªtica.
Un vistazo al futuro. Por el momento, es improbable que Estados Unidos se enfrente a un reto a su preeminencia por parte de otros Estados, a no ser que act¨²e de manera tan arrogante como para ayudar a otros a superar sus limitaciones natas. La ¨²nica entidad capaz de enfrentarse a Estados Unidos en un futuro pr¨®ximo es la Uni¨®n Europea en caso de que acabase convirti¨¦ndose en una federaci¨®n estricta con grandes capacidades militares, y si se permitiese que las relaciones transatl¨¢nticas se agriasen. Tal resultado es posible, pero para que se produjese har¨ªan falta cambios fundamentales en Europa y una considerable ineptitud en la pol¨ªtica estadounidense. No obstante, incluso sin ese reto, la disminuci¨®n de la flexibilidad del poder militar en una era de informaci¨®n global significa que Europa est¨¢ ya bien situada para servir de contrapeso a Estados Unidos en el tablero econ¨®mico y en el transnacional. A pesar de carecer de un equilibrio de poder militar, es posible que otros pa¨ªses se vean empujados a trabajar juntos para adoptar medidas que compliquen los objetivos estadounidenses.
La mayor dificultad para Estados Unidos ser¨¢ la de aprender a trabajar con otros pa¨ªses para controlar mejor a los actores no estatales que cada vez en mayor medida compartir¨¢n la escena con los Estados nacionales. Los principales retos en pol¨ªtica exterior son c¨®mo controlar el tablero inferior en una partida tridimensional y c¨®mo hacer que el poder f¨ªsico y el blando se refuercen mutuamente. De acuerdo con lo se?alado por Henry Kissinger, la prueba que pondr¨¢ la historia a esta generaci¨®n de l¨ªderes estadounidenses ser¨¢ si pueden convertir el actual poder predominante en un consenso internacional y en normas ampliamente aceptadas que sean coherentes con los valores y los intereses estadounidenses cuando la preponderancia empiece a menguar m¨¢s avanzado el siglo. Y eso no se puede hacer unilateralmente.
Roma no sucumbi¨® por el auge de un nuevo imperio, sino debido a la decadencia interna y a una muerte provocada por los miles de cortes infligidos por diversos grupos b¨¢rbaros. Aunque la decadencia interna siempre es posible, ninguna de las tendencias com¨²nmente citadas parece se?alar de manera convincente hacia dicha direcci¨®n en estos momentos. Por otra parte, es m¨¢s dif¨ªcil excluir a los b¨¢rbaros. El coste dr¨¢sticamente menor de las comunicaciones, el aumento de los ¨¢mbitos transnacionales que superan fronteras, y la "democratizaci¨®n" de la tecnolog¨ªa que pone en manos de grupos e individuos un enorme poder destructivo que antes era reserva exclusiva de los Estados, sugieren dimensiones hist¨®ricamente nuevas. En el pasado siglo, hombres como Hitler, Stalin y Mao necesitaban el poder del Estado para producir un gran da?o. Como ha observado la Comisi¨®n Hart-Rudman sobre Seguridad Nacional, "los hombres y mujeres del siglo XXI estar¨¢n menos atados que los del siglo XX por los l¨ªmites del Estado, y menos obligados a obtener capacidades industriales para provocar estragos... Claramente, el umbral para que grupos peque?os o incluso individuos puedan infligir un da?o masivo a aquellos que consideran sus enemigos est¨¢ bajando espectacularmente". La defensa interior cobra una nueva importancia y un nuevo significado. Si dichos grupos obtuviesen materiales nucleares y causasen una serie de sucesos que provocasen gran destrucci¨®n o un fuerte trastorno social, las actitudes estadounidenses podr¨ªan cambiar dr¨¢sticamente, aunque la direcci¨®n del cambio es dif¨ªcil de predecir.
Estados Unidos est¨¢ bien situado para seguir siendo la principal potencia de la pol¨ªtica mundial hasta bien entrado el siglo XXI. Este pron¨®stico depende de una serie de suposiciones. Da por supuesto que la econom¨ªa y la sociedad estadounidenses se mantendr¨¢n sanas; que Estados Unidos mantendr¨¢ su fuerza militar, pero no se convertir¨¢ en una potencia excesivamente militarizada; que los estadounidenses no se volver¨¢n tan unilaterales y arrogantes en su fuerza como para despilfarrar la considerable reserva de poder blando que posee la naci¨®n; y que los estadounidenses definir¨¢n su inter¨¦s nacional de manera que abarque los intereses del mundo. Cada una de estas suposiciones se puede poner en duda, pero en la actualidad parecen m¨¢s veros¨ªmiles que sus alternativas. Si se mantienen, Estados Unidos seguir¨¢ siendo el n¨²mero uno, pero, aun as¨ª, el n¨²mero uno "no va a ser lo que era". La revoluci¨®n de la informaci¨®n, el cambio tecnol¨®gico y la globalizaci¨®n no van a reemplazar al Estado nacional, pero seguir¨¢n complicando a los actores y las cuestiones de la pol¨ªtica mundial. La paradoja del poder estadounidense en el siglo XXI es que, en una era de informaci¨®n global, la mayor potencia desde Roma no puede alcanzar unilateralmente sus objetivos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.