La fractura democr¨¢tica de la guerra y perspectivas
La decisi¨®n de invadir Irak tendr¨¢ consecuencias internacionales devastadoras, repercusiones ante Naciones Unidas que van a suponer el fin o el debilitamiento de este marco multilateral, as¨ª como una p¨¦rdida importante del incipiente papel pol¨ªtico de Uni¨®n Europea. Mas all¨¢ de esta dimensi¨®n internacional, ?qu¨¦ significado tiene en la salud democr¨¢tica de nuestra sociedad la decisi¨®n de participar en la guerra contra Irak? ?Entra en crisis la democracia representativa con esta decisi¨®n? ?C¨®mo romper con el encorsetamiento de la democracia a un mandato que tan s¨®lo se renueva cada cuatro a?os?
Hoy, puede verse en la decisi¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar una dimisi¨®n de la pol¨ªtica. El menosprecio a los miles de manifestantes y a la opini¨®n p¨²blica atenta frontalmente contra los principios democr¨¢ticos. Su acci¨®n, aparte de indignante, supone tambi¨¦n una consciente e interesada deslegitimaci¨®n de la pol¨ªtica. Seguramente, en el oscuro c¨¢lculo del presidente del Gobierno existe la esperanza de que la mejor gente de este pa¨ªs dimita de la pol¨ªtica despu¨¦s de su acci¨®n, que se hast¨ªe de quejarse, y que se decida por la opci¨®n individual.
Para que ello no ocurra contamos con algunos elementos novedosos. Por primera vez en la historia ha aparecido una opini¨®n p¨²blica europea. ?sta ha constituido uno de los agentes principales en la definici¨®n de la postura de muchos de sus gobiernos, y lo ha hecho, como nunca, desde un marco movilizador y reivindicativo. Esta conciencia cr¨ªtica se ha expresado con mayor rotundidad all¨ª donde la pol¨ªtica hegem¨®nica ha sido m¨¢s propia de d¨¦spotas que interpretan la voluntad de la gente, y ha sido absolutamente sorprendente donde exist¨ªa un p¨®sito de creaci¨®n de conciencia y de cultura por la paz. Este es sin duda el caso de Catalu?a, donde la manifestaci¨®n ha sido hist¨®rica; uno de cada cuatro habitantes ha salido a la calle, en la ratio m¨¢s movilizadora de toda Europa. Para que se diese esta suma era necesaria la variante de cansancio y agotamiento frente al PP, pero tambi¨¦n ha contribuido el sustrato que han supuesto movilizaciones extraordinarias de los ¨²ltimos a?os; huelga general, manifestaci¨®n en torno a la cumbre de la UE, Banco Mundial, desfile militar o consulta contra la deuda externa. La misma Plataforma Aturem la guerra ha sido una experiencia que ven¨ªa de lejos: a?os de trabajo en la suma de gentes provenientes del movimiento pacifista, de ONG, de partidos pol¨ªticos decididamente de izquierdas, de fuerzas sindicales y, en los ¨²ltimos a?os, de los llamados nov¨ªsimos movimientos sociales. A este elemento se ha a?adido la situaci¨®n de flagrante indignidad, que ha encendido las ganas de moverse de la gente, as¨ª como la incorporaci¨®n de m¨¢s sensibilidades que sin duda han ampliado el abanico de las movilizaciones contra la guerra a mucha m¨¢s gente. El resultado ha sido excelente, m¨¢s de 1,5 millones de personas manifest¨¢ndose. El paso adelante ha sido hist¨®rico, y podemos decir que en pocas ocasiones se hab¨ªa creado tanta ciudadan¨ªa. Sin embargo, no ha sido suficiente.
La perspectiva debe pasar por v¨ªas que den cauces a la consolidaci¨®n de esta ciudadan¨ªa. Esta consolidaci¨®n no puede darse si se acaba deslig¨¢ndola de la pol¨ªtica. Estos nuevos cauces de creaci¨®n de la pol¨ªtica forman nuevos caminos negando la visi¨®n cl¨¢sica de que la legitimidad s¨®lo la dan los votos. Hoy, mediante nuevas manifestaciones, el recurso de la consulta contra la guerra o el boicoteo hacia determinados productos, se crean nuevos canales de expresi¨®n de soberan¨ªa, de voluntades. La pol¨ªtica debe tomar nota del encorsetamiento cl¨¢sico del mandato electoral cuatrienal, de su reducci¨®n a los marcos institucionales. Ello supone su inanici¨®n, su aislamiento y que acabe agot¨¢ndose. De hecho, cuando la izquierda se ha enclaustrado en los marcos institucionales, ha acabado perdiendo el pulso de la gente y la capacidad de transformaci¨®n.
El otro error ser¨ªa desligar, por mandato medi¨¢tico, estas movilizaciones de la acci¨®n pol¨ªtica e inclusode la partidaria. En los ¨²ltimos d¨ªas, desde los medios de comunicaci¨®n se ha separado el turno de la ciudadan¨ªa -los s¨¢bados de manifestaci¨®n- del turno de los pol¨ªticos. Se ha obviado que en la calle hab¨ªa un gran sentido pol¨ªtico, y mucho esfuerzo de algunos partidos, y que el mal denominado "turno de los pol¨ªticos", a mi entender, turno de la acci¨®n institucional, estaba magn¨ªficamente contaminado por las movilizaciones que les hab¨ªan precedido. De hecho, este discurso ya va bien a los que quieren al pol¨ªtico encorsetado.
El horizonte es de guerra, de debilitamiento de las pocas estructuras internacionales, de una democracia que entra en crisis precisamente por sus actores menos dem¨®cratas. En este contexto, hace falta que lo mejor que ha salido de estos d¨ªas, la creaci¨®n de ciudadan¨ªa, no se desvanezca por la frustraci¨®n del momento. El objetivo es sin duda que la opci¨®n de la guerra no acabe siendo gratuita. La ¨²nica manera de que as¨ª sea es que los instrumentos ciudadanos de presi¨®n se mantengan activos. Si una cosa ense?a el movimiento por otra globalizaci¨®n es que estos instrumentos son diversos. El arma del consumo es un recurso extraordinario para pasar factura a las empresas que han hecho de la guerra una opci¨®n para su posterior negocio. La movilizaci¨®n asociada a la pol¨ªtica tiene que ser una forma, no la ¨²nica pero una m¨¢s, de pasar cuentas a quienes no respetan las reglas del juego democr¨¢tico. As¨ª, marcar el objetivo pol¨ªtico de que la UE recoja en su constituci¨®n un art¨ªculo que se?ale que la soluci¨®n para solventar los conflictos no ser¨¢ la v¨ªa de la guerra, o agitar las conciencias para que no voten a los partidos belicistas, es una de esas m¨²ltiples formas de conectar movilizaci¨®n con pol¨ªtica. No vaya a darse el caso de que la hegemon¨ªa cultural de la no pol¨ªtica acabe siendo una de esas carambolas que perpet¨²an a la derecha o a sus ideas en el poder.
Joan Herrera es portavoz de ICV y responsable de movimientos sociales.
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