El arte sube de las aceras al escenario
La sala Pradillo re¨²ne, en un marat¨®n de m¨²sica callejera, a doce int¨¦rpretes que tocan en el metro y otros rincones de la ciudad
Una docena de m¨²sicos abandonar¨¢ por dos d¨ªas las plazas, parques y estaciones de metro donde suelen actuar para subirse a un escenario, el de la sala Pradillo. All¨ª comenz¨® ayer y seguir¨¢ a lo largo de hoy el III Marat¨®n de M¨²sica Callejera, cuyo objetivo es dar a conocer el trabajo de estos artistas que, a diario, tienen que tocar entre el ruido de los cl¨¢xones y el traqueteo del suburbano. La sesi¨®n, gratuita, comienza a las 20.00 (Pradillo, 12. Metro Concha Espina).
"Decidimos poner en marcha esta iniciativa porque en la calle hay m¨²sicos de gran calidad que merecen actuar en una sala de teatro, donde el p¨²blico vaya a escucharles y no de paso", asegura Laura Kumin, programadora de la sala Pradillo, para explicar c¨®mo surgi¨® el marat¨®n, del que es promotora. Ella recorre la ciudad con las antenas desplegadas para descubrir a los artistas escondidos en cualquier esquina. Y los encuentra. "Algunos de los participantes del marat¨®n s¨®lo act¨²an en la calle, y otros, tambi¨¦n en locales, pero el denominador com¨²n de todos ellos es su calidad", a?ade Kumin.
A Abdul Karin Bah no le gusta tocar en el suburbano. Pero a menudo tiene que hacerlo para subsistir. Sobre todo en las estaciones de Bilbao y Gran V¨ªa. "En el metro entablas muchas relaciones y encuentras gente maja, pero necesitar¨ªa algo m¨¢s estable", explica este hombre de 32 a?os nacido en Guinea Conakry que act¨²a hoy en el marat¨®n con su grupo Tchelby Nianso (las espigas de Nianso, su pueblo), de m¨²sica africana y reggae.
"Dej¨¦ mi pa¨ªs porque estaba harto de tener problemas con mi padre por mi intenci¨®n de ser m¨²sico. A ¨¦l, un musulm¨¢n estricto, no le parec¨ªa una ocupaci¨®n seria y me rompi¨® siete guitarras", recuerda Karin, que lleg¨® hace dos a?os y medio a Madrid con algunos ahorros y el sue?o de dedicarse a la m¨²sica.
Pero por ahora no ha encontrado a su paso una alfombra roja, sino numerosas vicisitudes. "Empec¨¦ a tocar mis temas en el Retiro para subsistir; cog¨ªa la guitarra, compraba unas latas de cerveza y refrescos para revenderlas y as¨ª iba tirando", recuerda este hombre que, tras vivir durante un tiempo en pisos compartidos, tuvo que dormir en el Retiro cuando se le acab¨® el dinero. "En el parque conoc¨ª a los otros m¨²sicos de mi grupo", puntualiza. M¨¢s tarde estuvo cobijado en el albergue de la ONG Karibu.
Poco a poco les han ido saliendo algunas actuaciones en locales y pueblos y ha alquilado una habitaci¨®n en Embajadores. Cuando las cosas se ponen feas, Karin vuelve al metro. "En un d¨ªa bueno puedes sacar 50 euros en siete horas, pero tambi¨¦n hay veces que no llegas ni a los 10", asegura. Pero no desespera. "Si tengo alg¨²n futuro, ser¨¢ en la m¨²sica", concluye, y por eso cree que participar en este marat¨®n puede abrirles puertas "porque acudir¨¢n productores". Entre los temas que interpreta hoy con su grupo, formado por otro africano, un argentino, una venezolana y dos espa?oles, tiene uno por el que siente un cari?o especial, el dedicado a su hermano Al¨ª, que muri¨® recientemente de unas fiebres con s¨®lo 14 a?os.
Como Karin, Gladstone Galliza sale a la calle con su voz y su guitarra. Pero a este brasile?o de 35 a?os no le gusta que le llamen cantautor. No se siente identificado con ese t¨¦rmino que, seg¨²n ¨¦l, incluye a personas que "a menudo saben escribir, pero no cantar ni componer".
Antes acud¨ªa casi todos los d¨ªas con su m¨²sica a la estaci¨®n de metro de Bilbao. Pero desde que le prohibieron vender en el suburbano los discos que hab¨ªa grabado en Brasil, va mucho menos. "Deben pensar que soy un mantero [vendedor de discos pirateados], pero lo que yo ofrezco son mis temas, no las copias pirateadas de otros, y as¨ª se lo he explicado, pero sin ¨¦xito", a?ade este hombre que dej¨® su pa¨ªs hace cinco a?os "para conocer mundo".
No s¨®lo toca en el suburbano, tambi¨¦n act¨²a en un restaurante de Retiro y participa en producciones. "Vivo con dignidad, aunque podr¨ªa mejorar", asegura este vecino del barrio vallecano de Entrev¨ªas. "En el metro hay una fauna impresionante, se hacen muchas amistades, contactos profesionales e incluso se liga", asegura este brasile?o de Minas Gerais, ciego de nacimiento y m¨²sico "desde siempre".
Galliza asegura sentirse muy a gusto en Madrid, pero, si puede, trabajar¨¢ fuera. La subsistencia obliga. "La industria musical espa?ola pasa un mal momento y tampoco apuesta por lo brasileiro. En Francia o Alemania, los ritmos latinos tienen m¨¢s cabida, pero aqu¨ª da la impresi¨®n de que a los medios que programan m¨²sica s¨®lo les interesa Operaci¨®n Triunfo", se lamenta Galliza. "Es antidemocr¨¢tico que s¨®lo se escuche a los int¨¦rpretes de OT, porque si la gente no tiene acceso a otras cosas, ?c¨®mo va luego a consumirlas?", plantea.
Tambi¨¦n cree que el trabajo de los m¨²sicos callejeros deber¨ªa regularse. Reconoce que se est¨¢ produciendo una saturaci¨®n de int¨¦rpretes en lugares como el suburbano. "Al metro entran buenos m¨²sicos y tambi¨¦n gente que no tiene ni idea y que, m¨¢s que tocar, pide limosna. Habr¨ªa que seguir el ejemplo del Ayuntamiento de Par¨ªs, que da autorizaciones y subvenciones a los m¨²sicos para actuar por la calle, pero, eso s¨ª, despu¨¦s de comprobar, en una audici¨®n, que saben tocar", plantea este int¨¦rprete de m¨²sica madrileira, es decir, brasileira, pero con fusi¨®n de jazz y ritmos latinos, al que le gustar¨ªa dejar la calle y grabar m¨¢s.
Cacerolada "contra la censura"
La decisi¨®n de Metro de Madrid de retrasar los conciertos que la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) ten¨ªa programados ayer en el suburbano "por motivos de seguridad" ha levantado ampollas entre los m¨²sicos afectados.
Prueba de ello es que ayer, media hora antes de empezar el marat¨®n de la sala Pradillo, al que acud¨ªan algunos de los m¨²sicos incluidos en las sesiones del metro, varios int¨¦rpretes y los responsables del teatro protestaron con una cacerolada "contra la censura y a favor de la libertad de expresi¨®n" y "contra la guerra y por la paz".
Antes del marat¨®n, en el que cada uno de int¨¦rpretes sale al escenario durante media hora, leyeron un comunicado en el que critican la suspensi¨®n de las actuaciones del suburbano. "Todo estaba preparado y lo ¨²nico que nosotros podr¨ªamos entender como razones de seguridad es evitar una deplorable actuaci¨®n policial (como las ya sufridas) frente a lo que podr¨ªa convertirse en un claro 'No a la guerra", afirman. "Creemos que Metro estaba dispuesto a llevar a cabo lo convenido y que se ha visto obligado a un aplazamiento... Pero ?hasta cu¨¢ndo?, ?hasta despu¨¦s de la guerra?, ?hasta despu¨¦s de las elecciones...?", concluyen.
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