Impasible el alem¨¢n
Estos d¨ªas se ha estrenado en los cines El americano impasible. Un periodista, acostumbrado a ser mero espectador de la guerra, se da de bruces con un atentado terrorista del que sabe responsable a un norteamericano. En la primera y ¨²ltima secuencias, la c¨¢mara nos muestra el ¨²nico icono inexpresivo posible: la espalda del joven esp¨ªa yankee flotando en el r¨ªo, observada por el periodista que ha tomado partido contra el terror.
Nunca me he fiado de la gente impasible, desde que o¨ª cantar aquel himno del Cara al Sol que trataba de un alem¨¢n impasible. En seguida me di cuenta de que ser impasible deb¨ªa ser algo malo, porque desde ni?a sab¨ªa que los alemanes hab¨ªan invadido Francia, poco antes de que yo naciera, y recordaba sus fotos desfilando "impasibles" por Par¨ªs.
A veces pienso que este pueblo no se merece el bosque encantado de OmaImpasible el alem¨¢n
Nunca me he fiado de la gente impasible, desde que o¨ª cantar el 'Cara al sol'
Y sab¨ªa que si no entraron en Espa?a fue por su amistad con el general que mandaba all¨ª, el cual tambi¨¦n parec¨ªa bastante impasible. Y que por eso les dedicar¨ªa la canci¨®n. Pasaron a?os hasta que comprend¨ª que la canci¨®n no hablaba de un alem¨¢n impasible, sino de un adem¨¢n. Bueno, me dije, tampoco hay tanta diferencia. ?Acaso una buena persona permanecer¨¢ impasible cuando otros lloran?
En esta pel¨ªcula, Michael Caine pierde su adem¨¢n impasible por una mujer, que es aqu¨ª la encarnaci¨®n del "factor humano", con que Graham Greene se anticipaba en decenios a lo que hoy se llama efecto mariposa. O sea, que todos los planes de George Bush se pueden ir al traste por culpa de una mariposa que ha aleteado en Pek¨ªn.
El t¨¦cnico del Pent¨¢gono, delante de su Blue Deep, ese cacharro inteligente que venci¨® a Kasparov, se da de cabezadas al darse cuenta de que se le olvid¨® introducir el aleteo de la dichosa mariposa y por eso no salen las cuentas del tiempo que costar¨¢ entrar en Bagdad.
Esto se ha explicado bien en ciencia ficci¨®n. Siempre que alguien va a viajar hacia el pasado, lo primero que le advierten es que no toque nada, porque la menor alteraci¨®n puede cambiar el futuro, de manera que ¨¦l mismo no nazca, por ejemplo; o algo peor.
Cada vez que lo oigo, me digo que para eso no hace falta viajar en el tiempo, porque cada vez que respiramos ya estamos cambiando el futuro y haciendo que otros (o yo misma, qui¨¦n sabe) dejen de nacer.
Por eso la gente se vuelve impasible. Porque mucho antes de que se descubriera la teor¨ªa del caos y de escribirse El factor humano, la intuici¨®n popular sab¨ªa que hay situaciones en que no se debe ni que respirar, para no generar una perturbaci¨®n comparable al aleteo de una mariposa.
En 1931 muchos ciudadanos berlineses y muniqueses manten¨ªan impasible el adem¨¢n mientras ve¨ªan como los nazis humillaban a sus convecinos jud¨ªos. Pero, a¨²n conteniendo la respiraci¨®n, no pudieron impedir que una mariposa aletease en Pek¨ªn y unos a?os despu¨¦s se les cay¨® el cielo sobre sus cabezas.
Cerca de Gernika, a unos metros de una cueva de pinturas prehist¨®ricas, un pintor vasco, quiz¨¢s el mayor exponente activo de la cultura vasca, tiene pintado un bosque, no sobre un lienzo ni en la pared de una cueva, sino en los propios ¨¢rboles cercanos a su casa.
Hace unos d¨ªas, los guerreros que defienden esa cultura y esa lengua "amenazadas de extinci¨®n", han pintarrajeado los ¨¢rboles. No es la primera vez que lo hacen. Pero en esta ocasi¨®n han escrito adem¨¢s una sentencia: "Ibarrola espa?ol, ?ETA m¨¢talo!".
En el pa¨ªs vasco todos sabemos que esa se?al precede al tiro en la nuca. Es el ritual con que los terroristas escenifican el veredicto del pueblo para que ellos ejecuten la sentencia.
Al d¨ªa siguiente hall¨¢ndose la mujer del pintor junto a su casa ocup¨¢ndose de unas plantas que hab¨ªa sembrado, se le acercaron unas vecinas. Durante un rato conversaron acerca de simientes y de lo que es bueno o malo para que las plantas crezcan saludables. Luego se despidieron y la mujer sigui¨® con su tarea.
En toda la conversaci¨®n, no hab¨ªa habido la menor alusi¨®n al marido y convecino que acababa de ser marcado p¨²blicamente como v¨ªctima para el sacrificio.
En los mismos d¨ªas, recibieron tambi¨¦n una llamada telef¨®nica del lehendakari. Les dijo: - "Qu¨¦ barbaridad, no hay derecho. Venid por casa, para que charlemos tranquilamente".
A veces pienso que este pueblo impasible no se merece el bosque encantado de Oma. Esos ¨¢rboles pintados deber¨ªan talarse y expedirse a los cuatro confines del mundo, all¨ª donde exista todav¨ªa una sociedad asentada sobre lazos de piedad y dignidad.
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