Las viejas canciones

La organizaci¨®n dijo, citando a la Guardia Urbana, que hab¨ªa unas 30.000 personas, pero pod¨ªan ser tanto 20.000 como 40.000. De lo que nadie pod¨ªa dudar era de que se trataba de una multitud, cuyo recuento puede resultar tan est¨¦ril como contar las gotas de agua que ayer cayeron sobre Barcelona. Esa multitud se cit¨® en la avenida de la Reina Mar¨ªa Cristina convocada por la Plataforma Cultura i Espectacles Contra la Guerra, y all¨ª permaneci¨® entre las 12.00, en que comenz¨® el concierto, y las 16.00, cuando todos los participantes y el p¨²blico se unieron a Jaume Sisa, que cantaba el viejo himno de la transici¨®n Qualsevol nit pot sortir el sol.

"Bush, vuelva a beber"

La risa la puso Carles Flavi¨¤, quien se qued¨® en calzoncillos para evocar la actitud de Aznar ante Bush y record¨® un comentario de este ¨²ltimo en el que el presidente norteamericano dec¨ªa: "Yo ten¨ªa problemas con la bebida, pero gracias a que encontr¨¦ la fe, ahora estoy en la Casa Blanca y no en un bar de Tejas". Flavi¨¤ fue tajante en su consejo: "Vuelva a beber, se?or Bush", dijo entre las carcajadas del respetable. Hubo tambi¨¦n momentos para el silencio, como cuando Xabier Muguruza ley¨® un texto que concluy¨® rese?ando que de seguir as¨ª "la vida acabar¨¢ viviendo en los cementerios".

En conjunto fueron cuatro horas de fiesta y canciones en las que se oyeron muchos estilos, muchos cantantes, muchos actores y, especialmente, la voz de una ciudadan¨ªa que quiso reiterar una vez m¨¢s que, como dijo Balzac, "la resignaci¨®n es un suicidio cotidiano".