Los tiempos de la pol¨ªtica
Domingo de sondeos electorales. Las encuestas, a pesar de sus distintos patronos, muestran similares resultados: un PP en retroceso. ?Soplan vientos de cambio? Nada se puede asegurar a¨²n. Como el buho de Minerva, el or¨¢culo demosc¨®pico s¨®lo mira hacia el pasado. Publicados hoy, los datos de las encuestas sobre intenci¨®n de voto nos indican lo que la ciudadan¨ªa pensaba ayer (en el momento de la realizaci¨®n de las encuestas), no lo que pensar¨¢ ma?ana (cuando las elecciones tengan lugar). Sin embargo, lo que los sondeos apuntan resulta sumamente plausible y coincide con una percepci¨®n creciente: la de que no s¨®lo ser¨¢ Aznar, sino el partido que ¨¦l lidera, quien dejar¨¢ el Gobierno dentro de dos a?os.
Es curioso comprobar el funcionamiento de la pol¨ªtica en las democracias. La estabilidad estructural del sistema exige la inestabilidad de los gobernantes coyunturales, sabedores de que ganan para perder y pierden para ganar. Hete aqu¨ª, tambi¨¦n, la anomal¨ªa vasca: gobernantes estables y sistema democr¨¢tico inestable; anomal¨ªa que no se resuelve, simplemente, desestabilizando a los gobernantes. ?Ay, si fuera tan sencillo! El caso es que el PP ha pasado de flotar entre los algodones de su mayor¨ªa absoluta a convertirse en oposici¨®n de su propia sociedad: con el decretazo, primero, con el Prestige despu¨¦s, con esta guerra ahora. Y siempre con ese estilo arrogante y engominado de gobernar.
Euskadi, la guerra del norte, es la ¨²nica piedra que permite al Gobierno de Aznar mantener, precariamente, la cabeza por encima de la marea negra que desde hace un a?o cubre toda su acci¨®n pol¨ªtica. De ah¨ª el empe?o del PP por kaleborrokalizarlo todo: a m¨¢s izquierda movilizada en las calles, m¨¢s nacionalismo y menos Espa?a, advierte Mayor Oreja. Pero la otrora infalible estrategia empieza a hacer aguas y en el naufragio se disuelve tambi¨¦n el delfinato de Mayor. A m¨¢s movilizaci¨®n contra la guerra, m¨¢s democracia y m¨¢s humanidad. Resulta esperanzador comprobar c¨®mo se reduce el umbral de tolerancia hacia la guerra. Llevamos s¨®lo una docena de d¨ªas de guerra abierta y nos parece que llevamos siglos. La anterior guerra, la de 1991, dur¨® cincuenta d¨ªas y, sin embargo, los pocos d¨ªas de ahora nos resultan insoportables. As¨ª pues, ?a la calle!.
Pero en pol¨ªtica los tiempos, su articulaci¨®n, su sincronizaci¨®n, su gesti¨®n, son fundamentales. Quien desconoce que el verano de un hemisferio pol¨ªtico es el invierno de otro; quien se muestra incapaz de tener en cuenta las diversas franjas horarias que configuran el planeta de la pol¨ªtica; quien, en definitiva, s¨®lo act¨²a a partir de su propio calendario, de su agenda, de su reloj, est¨¢ condenado al fracaso. Seg¨²n todas las informaciones, el lehendakari Ibarretxe presentar¨¢ el pr¨®ximo oto?o su nuevo pacto pol¨ªtico para la convivencia, seg¨²n el calendario expuesto por ¨¦l mismo en el Parlamento vasco, en el debate sobre pol¨ªtica general, el 27 de septiembre de 2002. Es cierto que lo que se presentar¨¢ entonces no ser¨¢ sino "un borrador de texto articulado, elaborado a partir de las bases aprobadas por esta C¨¢mara y tomando en consideraci¨®n las aportaciones sociales y pol¨ªticas que se hayan producido a lo largo de este per¨ªodo"; y que a partir de ese borrador "se proceder¨¢ a abrir un nuevo proceso de contraste pol¨ªtico y social con el objetivo de proceder a la elaboraci¨®n de una propuesta definitiva". Pero todo eso se desarrollar¨¢ sin tener en cuenta los complejos tiempos de la pol¨ªtica.
El pr¨®ximo oto?o los tiempos de la pol¨ªtica en Euskadi chocar¨¢n con los de la pol¨ªtica en Espa?a. El plan de Ibarretxe se llevar¨¢ por delante todos los esfuerzos del PSE por afirmarse ante el PP sin abandonar su cr¨ªtica al soberanismo. El PP encontrar¨¢ un nuevo apoyo para reafirmarse. El debate volver¨¢ a reducirse a la confrontaci¨®n de dos nacionalismos y cualquier otra posici¨®n habr¨¢ de esperar tiempos mejores. A¨²n hay tiempo para pensar los tiempos. Pero me temo que en el tr¨¢fago de la pol¨ªtica vasca cada vez vamos perdiendo m¨¢s cosas: empezamos perdiendo la empat¨ªa y estamos en trance de perder hasta el sentido de la oportunidad.
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