Paleoliberales y neorradicales
La guerra de Irak ha creado en la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles una angustia que se sobrepone a la discrepancia con la l¨ªnea gubernamental. Encuestas y manifestaciones han dejado claras una y otra pero quiz¨¢ no se ha tenido en cuenta el trasfondo ideol¨®gico que alimenta a dos posturas en los bordes extremos de espectro pol¨ªtico.
En su libro Miseria de la prosperidad el ensayista Pascal Bruckner llama la atenci¨®n acerca de c¨®mo la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn ha producido no tanto una coincidencia en los par¨¢metros de la democracia como el surgimiento de dos doctrinas antit¨¦ticas. ?l las refiere principal e incluso exclusivamente a las materias econ¨®micas y las define como "el capitalismo ut¨®pico" y el "anticapitalismo integral". Est¨¢n protagonizadas respectivamente por los inspiradores de las reuniones de Davos y por los manifestantes en su contra. Son posiciones ideol¨®gicas que en apariencia est¨¢n en todo contrapuestas pero en realidad lo resultan menos por la sencilla raz¨®n de que en ambos casos propenden a creer que no ya lo esencial sino lo ¨²nico son las infraestructuras. Ambas coinciden en su condici¨®n de doctrinas seudorreligiosas que no se molestan en ofrecer pruebas de cuanto defienden sino que parecen producto poco menos que de la revelaci¨®n. En mi opini¨®n -y eso no lo dice Bruckner- esas actitudes se aprecian tambi¨¦n en materia de pol¨ªtica exterior.
Quiz¨¢ la posici¨®n del presidente Aznar se deba a un error de c¨¢lculo o a un "s¨ªndrome de La Moncloa" en grado elevado pero tambi¨¦n en ¨¦l existe una evidente derivaci¨®n de ese neoliberalismo de los a?os ochenta, que ya suena vet¨¦rrimo, con el que asumi¨® el liderazgo de la derecha espa?ola y del que ha dado muchas pruebas. Se ha podido percibir de forma especial a lo largo de su segunda etapa de gobierno en la que, libres las manos gracias a la mayor¨ªa absoluta, ha intentado imponer toda una serie de reformas de las que parece tan convencido que en absoluto ha tenido en cuenta la inmediata repercusi¨®n posterior. Se aprecia, por ejemplo, en materias educativas, sociales o relativas a la pluralidad espa?ola. Hay, pues, mala gesti¨®n de las crisis pero tambi¨¦n ceguera ideol¨®gica. George Soros ha escrito que s¨®lo los idiotas creen que el mercado puede resolver todo; los idiotas y algunos titulares de c¨¢tedras de econom¨ªa. Este tipo de empecinamiento asombra y desorienta.
En pol¨ªtica exterior se ha traducido en el caso espa?ol por una exaltaci¨®n del Estado-naci¨®n como ¨²ltima instancia y por un pronorteamericanismo desbocado. Si se leen las memorias de Margaret Thatcher se encontrar¨¢ un paralelismo evidente en el caso de la guerra de las Malvinas. Asombra que la l¨ªder conservadora no pensara en aquella ocasi¨®n en los muertos pero si, en cambio, en la recuperaci¨®n de la confianza por parte de la Gran Breta?a porque "nos hab¨ªamos convertido en un pa¨ªs al que tanto sus amigos como sus enemigos consideraban sin capacidad y sin voluntad para defender sus intereses". La guerra le vali¨® en una ocasi¨®n pero otro empecinamiento posterior la llev¨® al suicidio.
El anticapitalismo integral debiera servir como acicate para pensar un mundo mejor. La mayor parte de quienes se han manifestado lo han hecho por hacer presente su simple horror ante la guerra y los muy pocos que han empleado la violencia son simples b¨¢rbaros. Pero en el fondo de las reivindicaciones que aparecen en pancartas y manifiestos se adivina un mundo pluriforme, confuso y poco digno de verdadera confianza, una especie de patch-work de retales de izquierdismo viejo y nuevo pero poco menos que imposible. Hay muchos motivos para el desencanto con el capitalismo global o con el funcionamiento de la sociedad internacional pero hay que cambiarlos y no s¨®lo demandar una paz milagrosa. Se debe ser proeuropeo y no antinorteamericano; el problema actual no es la condena del imperialismo sino el olvido de continentes enteros. A veces se tiene la sensaci¨®n de que algunos protestatarios contra las hamburgueser¨ªas se ir¨¢n a otra cadena para celebrar su ¨¦xito en las manifestaciones. Esta especie de camarote de los hermanos Marx del neorradicalismo tampoco ofrece muchas esperanzas.
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