La Cl¨ªnica
?Un crimen en un hospital? En ning¨²n otro espacio las sangrientas cuchilladas de una psic¨®tica habr¨ªan provocado tanto horror. Ni las noticias sobre la guerra que saturan las primeras p¨¢ginas de los diarios han podido negar espacio para que el horror de la cl¨ªnica ocupara su debido puesto entre el surtido del mal. Los m¨¦dicos tratan de salvarnos la vida, se ocupan de nuestra salud para repararla, se esfuerzan en los quir¨®fanos para extirparnos el dolor que nos mortifica. ?C¨®mo concebir que se lancen a asesinarnos? En la denominaci¨®n del "Doctor Muerte" que suministraba dosis letales para los desahuciados, se juntaban los t¨¦rminos antag¨®nicos que hac¨ªan saltar el bisel de su perversi¨®n. El doctor, destinado a curar, se consagraba al crimen. La psic¨®tica de la Concepci¨®n, m¨¦dico residente en proceso de investirse como doctora, invert¨ªa s¨²bitamente el proceso y arrebataba cualquier vida al azar.
En ese estrecho filo, entre la salud y la enfermedad, entre la respiraci¨®n y la defunci¨®n, discurre la instituci¨®n hospitalaria. Que en los interiores de la cl¨ªnica se asesten tremendas pu?aladas y el delirio de la sangre salte a chorros por los pasillos, fuera de control, confirma el peor de los sue?os. Aquel que presenta a la vida hechizada por la potencia de la muerte o aqu¨¦l donde la muerte se voltea obscenamente y gana siempre el n¨²cleo de la atracci¨®n. Sin duda que la guerra ominosa ha favorecido el fuerte impacto de este suceso del que todav¨ªa se desprende una secuela pavorosa. Ni siquiera el bombardeo de los mercados de Bagdad, donde las gentes ambulan confiadas y acaso felices, se parece al bombardeo de los hospitales donde los internos se mantienen aprensivos y menoscabados. El hospital se opone al bombardeo en los convenios, como el doctor se opone al dolor. Cuando este modelo de incompatibilidad se hunde o se transgrede no s¨®lo desaparece la bipolaridad de sus sentidos respectivos; tambi¨¦n se esfuma el sentido total. Efectivamente, algo equivalente al ¨¦xito de lo inhumano se ha cumplido con las muertes en la cl¨ªnica de la Concepci¨®n, publicadas en la misma p¨¢gina que las muertes de Bagdad. La humanidad queda en suspenso y en el vac¨ªo se suman, homog¨¦neamente, las unidades del bien y el mal.
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