El alto precio de colaborar con la ley
La falta de un programa de protecci¨®n de testigos deja indefenso a un arrepentido que ayud¨® a detener a 70 delincuentes
Jorge tiene razones para pensar que fue una mala decisi¨®n colaborar con la justicia aquel 3 de agosto de 2000. Aquella fue una decisi¨®n firme que sorprendi¨® al juez y a la polic¨ªa. "Quiso darse una segunda oportunidad", comenta su abogado, "emprendi¨® un camino sin retorno". Detenido por un asunto de drogas, Jorge decidi¨® ponerse del lado de la ley. Le prometieron los beneficios correspondientes. Gracias a su informaci¨®n, a su prodigiosa memoria, a los numerosos detalles que aport¨®, fueron detenidos 70 presuntos narcotraficantes y encontrados numerosos alijos de droga.
Tirando de ese hilo, el juez Miguel ?ngel L¨®pez Marchena puso en marcha las principales operaciones contra el narcotr¨¢fico en C¨¢diz: la Operaci¨®n Semilla y la Operaci¨®n Manzanilla se resolvieron con un total de 160 detenidos. Despu¨¦s de haber pasado por cuatro c¨¢rceles por estar amenazado de muerte, Jorge vive ahora oculto en alg¨²n lugar de Andaluc¨ªa: no puede salir de casa por miedo a que acaben con su vida. No puede trabajar. No puede hacer nada. Le prometieron una nueva identidad, protecci¨®n policial y ayuda econ¨®mica. Estuvo m¨¢s tiempo en la c¨¢rcel del necesario (dos a?os y tres meses) a la espera de esas medidas: en febrero le soltaron a la calle con su identidad real. Otro arrepentido, Pablo, est¨¢ en la misma situaci¨®n. Estas experiencias ponen de manifiesto unas graves carencias de la justicia en la lucha contra las mafias. El fiscal antidroga, Javier Zaragoza, reconoce que "no hay programas de protecci¨®n de testigos en Espa?a. La regulaci¨®n en esta materia es incompleta, insuficiente e inadecuada, cuando es de vital importancia para luchar contra fen¨®menos como el narcotr¨¢fico, el terrorismo o la delincuencia organizada y as¨ª lo solicitan todas las iniciativas legislativas que vienen de la Uni¨®n Europea".
Estuvo en cuatro c¨¢rceles con otra identidad: pusieron precio a su cabeza
Jorge vive ahora oculto en alg¨²n lugar de Andaluc¨ªa: no puede salir de casa
Jorge y Pablo trabajaron desde la c¨¢rcel con la polic¨ªa y el juez. Polic¨ªas que intervinieron en las investigaciones recuerdan la prodigiosa memoria de Jorge. En aquellas navidades de 2000, Jorge dise?¨® desde la c¨¢rcel algunas de las actuaciones que deber¨ªa seguir la polic¨ªa para coger in fraganti a algunos narcotraficantes. "Sab¨ªa las horas de entrega, los lugares y los procedimientos", recuerda uno de los investigadores. "Lo excepcional era la precisi¨®n de sus informaciones. Algunas madrugadas nos acompa?¨® en coche para indicarnos el lugar exacto donde se escond¨ªa droga en algunas localidades. Nos se?alaba almacenes ocultos, nos daba nombres y alias de gente relacionada con ese almac¨¦n. No ten¨ªamos m¨¢s que contar con la orden del juez y volver a la ma?ana siguiente para dar un buen golpe. Era evidente que se trataba de un hombre muy bien relacionado en esas redes, conoc¨ªa a mucha gente".
Amenaza de muerte
La vida de Jorge comenz¨® a complicarse a medida que los ¨¦xitos policiales avanzaban. Tuvo que cambiar de c¨¢rcel cuando fue identificado por el hermano de uno de los cabecillas detenidos por su causa y recibi¨® una amenaza de muerte: pusieron precio a su cabeza, 40 millones. Se le cambi¨® de identidad, se le cambi¨® de prisi¨®n y eso le oblig¨® a llevar una vida separada de otros reclusos por su seguridad: no pod¨ªa desempe?ar trabajos en la c¨¢rcel que le facilitasen alg¨²n medio econ¨®mico. No pod¨ªa visitar m¨¢s lugares que la biblioteca o el gimnasio. Y siempre muy vigilado. As¨ª viaj¨® por cuatro c¨¢rceles en distintos puntos de Espa?a. En ocasiones se le trasladaba a una c¨¢rcel cercana al lugar donde la polic¨ªa efectuar¨ªa una operaci¨®n, precisamente porque sus informaciones eran siempre muy precisas y era necesaria su presencia.
Sin embargo, la pesadilla de Jorge y tambi¨¦n de Pablo no hab¨ªa hecho m¨¢s que comenzar. Su estancia en la c¨¢rcel se alargaba m¨¢s que la de otros imputados. "Dec¨ªan que en la c¨¢rcel estar¨ªa m¨¢s seguro en tanto no llegaran las medidas de protecci¨®n", comenta su abogado. En octubre de 2002, el juez Miguel ?ngel L¨®pez Marchena dicta un auto y acuerda que se le asigne una nueva identidad "en tanto se celebre el juicio", "medios econ¨®micos que aseguren su subsistencia, vivienda y trabajo" y una "escolta permanente que garantice su seguridad". Pero Jorge sigue en la c¨¢rcel a la espera de que esas medidas sean efectivas.
Un buen d¨ªa le llevan a Madrid para tomarle huellas: le dicen que es para un nuevo carn¨¦ de identidad. Pero no vuelve a saber nada m¨¢s. Como quiera que el proceso se reparte en varias piezas por diferentes juzgados, su caso llega a la Audiencia Nacional, al n¨²mero 5, donde Baltasar Garz¨®n le pone en libertad el pasado 18 de febrero. Ante la sorpresa de los abogados, los arrepentidos son puestos en libertad sin protecci¨®n y sin una nueva identidad.
Tienen que volver a casa, pero ?en qu¨¦ condiciones? Jorge hab¨ªa recibido tratamiento psicol¨®gico en la c¨¢rcel: empezaba a sufrir problemas de angustia. Pablo ni siquiera ten¨ªa derecho al paro porque en la c¨¢rcel trabaj¨® con otra identidad. Juan Luis Serrano, abogado de Pablo, ha solicitado el amparo del Constitucional. Fernando Valencia, abogado de Jorge, logr¨® que Garz¨®n, semanas despu¨¦s, dictara un auto y una providencia reclamando las medidas de protecci¨®n ya dise?adas en su d¨ªa. Pero la vida de Jorge es dura: no tiene medios para cambiar de ciudad, no puede salir a la calle con su identidad real.
Jorge espera que el auto de Garz¨®n tenga alg¨²n ¨¦xito. Viene a solicitar lo mismo que en su d¨ªa dict¨® otro juez, Miguel ?ngel L¨®pez Marchena. Dos autos a su favor que siguen sin cumplirse. Todo un r¨¦cord. Buena parte de los 70 presuntos delincuentes que directamente ayud¨® a meter entre rejas disfrutan de libertad desde hace tiempo. Pero una libertad real. No como la suya, encerrado en su casa. "Me arrepiento de haber sido un arrepentido", se lament¨® ante un periodista. "De haberse callado, la organizaci¨®n se habr¨ªa ocupado de mantener a su familia y de procurarle una vida c¨®moda", reconoce la polic¨ªa. "Un caso lamentable: buscar arrepentidos va a ser ahora m¨¢s dif¨ªcil".
Una ley no desarrollada
Fuentes de Interior reconocen que la situaci¨®n de estos dos arrepentidos no les sorprende. "Hay una ley de protecci¨®n de testigos, la ley 19/1994, que no se ha desarrollado y Justicia no ha puesto en marcha ning¨²n programa. A veces tenemos que suplantar ciertas carencias con nuestros propios medios porque aqu¨ª todo el mundo se pasa la bola. ?Cu¨¢ntos polic¨ªas, por ejemplo, tienen que desplazarse para acudir como testigos a juicios? Muchos. ?Paga Justicia esos viajes? No. Esto que est¨¢ pasando se sabe en los c¨ªrculos delictivos y act¨²a a favor de los delincuentes: de seguir as¨ª, a nadie se le ocurrir¨¢ arrepentirse en el futuro". Una fuente del Ministerio de Justicia reconoce las lagunas legales y busca la explicaci¨®n en la falta de desarrollo de la ley y en un r¨¦gimen de competencias no resuelto con las comunidades aut¨®nomas. "Si un testigo debe cambiar de domicilio a otra comunidad por razones de seguridad, el pago debe efectuarlo esa comunidad en funci¨®n de las transferencias", observa. La Junta de Andaluc¨ªa, por ejemplo, s¨®lo ha financiado el cambio de domicilio de dos testigos en los ¨²ltimos a?os, seg¨²n Isabel Rodr¨ªguez, de la Consejer¨ªa de Justicia, pero confirma que no existe un verdadero programa.
Las quejas de fiscales a este respecto ya han sido recogidas en las memorias de la Fiscal¨ªa del Estado. Una resoluci¨®n del Consejo de la Uni¨®n Europea (20-12-96) instaba a los Estados miembros a adoptar medidas de protecci¨®n adecuadas (...) "as¨ª como la concesi¨®n de beneficios espec¨ªficos a quienes rompan sus v¨ªnculos con una organizaci¨®n delictiva o ayuden a las autoridades a reunir elementos de prueba".
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