La vida por una 'chispa' de oro
La tragedia de los mineros bolivianos de Chima forma parte del drama de quienes pellizcan los restos del tesoro inca
"Est¨¢bamos mirando c¨®mo ca¨ªa la tierra, no era mucha, y de repente, con un ruido fuerte, creo que todo el cerro se cay¨® y lleg¨® hasta nosotros. Mi marido corri¨® con el mayorcito, yo me ca¨ª", relata Basilia Mamani, que, tras su rescate, se recupera en un hospital de La Paz mientras su esposo contin¨²a buscando al hijo menor, de dos a?os, atrapado bajo el alud de lodo que el lunes pasado cubri¨® una parte del campamento minero de Chima, en el norte boliviano.
Como los Mamani, muchos de los pobladores del campamento fueron sorprendidos por el desprendimiento del Puca Loma, aun cuando ya sab¨ªan de una enorme fisura en la cima del cerro -que era explotado por una cooperativa de mineros desde hace varios a?os atr¨¢s- pero no pod¨ªan creer ni deseaban abandonar un lugar, que a pesar de estar perdido en la geograf¨ªa les daba el pan del d¨ªa. "Llovi¨® mucho desde la tarde del d¨ªa anterior, fue una lluvia torrencial de m¨¢s de cuatro horas que abland¨® la tierra y se baj¨® sobre la parte comercial de Chima", recuerda el concejal Modesto Gonz¨¢lez, angustiado por la orfandad total de 12 ni?os, que ser¨¢n acogidos ahora por Aldeas Infantiles de La Paz.
"Las primeras horas fueron tr¨¢gicas. Solos, los sobrevivientes trataban afanosamente de ubicar personas con sus manos, pero calculo entre cinco y siete metros la altura del desprendimiento de lama sobre Chima", a?ade.
Hasta que un d¨ªa m¨¢s tarde empez¨® a llegar ayuda y comenz¨® a sentirse la solidaridad -primero de los pobres con los pobres y, m¨¢s tarde, la de autoridades e instituciones nacionales e internacionales-. Chima fue noticia solamente cuando las tierras del cerro taparon parte del poblado. Nunca se sabr¨¢ cu¨¢ntas personas han quedado sepultadas.
Chima, que seg¨²n el ¨²ltimo censo ten¨ªa 1.900 habitantes, no figura en los mapas oficiales a pesar de que se encuentra a poco m¨¢s de 250 kil¨®metros de distancia de La Paz, sede del Gobierno de Bolivia. Asentado a orillas del caudaloso r¨ªo Tipuani, entre las ¨²ltimas estribaciones de la cordillera andina y el comienzo de la selva pluvial del norte boliviano, Chima es uno de los obligados destinos de los hijos de los desheredados de las minas estatales -cerradas en 1985- que a¨²n deambulan por el pa¨ªs en busca de minerales, en especial de oro. Del oro aluvional que se encontraba en los caudalosos r¨ªos, adem¨¢s del Tipuani, el Mapiri, el Kaka o el Challan.
"La vida es dif¨ªcil en la regi¨®n; tenemos que soportar lluvias, humedad y mucho calor todo el a?o; sufrimos los desbordes del r¨ªo Tipuani, que son terribles", explica el asesor de alcald¨ªa de Tipuani, Ra¨²l Rojas, que asegura que los pobladores de Chima eran j¨®venes y la mayor¨ªa no iba a la escuela por encontrar oro. El censo de los 368 sobrevivientes indica que 234 son mayores de 15 a?os y menores de 50. "Aunque es cosa de h¨¦roes llegar hasta aqu¨ª, en cuanto saben que hay oro la gente aparece, qui¨¦n sabe de d¨®nde, y se pone a trabajar fren¨¦ticamente para encontrar algo, algo que le rinda unos pesos", se?ala Ricardo Luna, un arquitecto que trabaja en el departamento t¨¦cnico de la alcald¨ªa de Tipuani.
Desmenuzar la tierra en estrechos y peligrosos socavones horadados en las entra?as del cerro, o perforar cuadros cerca de las orillas del r¨ªo para penetrar por debajo del lecho de las aguas, y finalmente utilizar explosivos para desmoronar los cerros, son las t¨¦cnicas m¨¢s usuales, y de mayor riesgo, en la miner¨ªa precaria y rudimentaria que se ejerce en esta parte del pa¨ªs. "As¨ª sacamos lo que llamamos palos, unas chispas (en realidad, migas) de oro que son la d¨¦cima parte de un gramo, y vamos juntando con mucho cuidado, porque a veces el oro se va solito, se pierde, hasta poder tener algo importante que vender".
Ese "algo importante" es un gramo que vale menos de 10 euros y que los pobladores de Chima suelen obtener en estos tiempos muy de tanto en tanto. Pero los desheredados tendr¨¢n que buscar otro lugar para explotar oro. Chima es ya inhabitable y quedar¨¢ otra vez en el olvido de casi todos.
Migajas para los pobres
Chima no tiene una historia oficial, pero se cree que el primer campamento minero fue instalado poco antes de los a?os cincuenta por uno de los grandes empresarios mineros de Bolivia: V¨ªctor Aramayo.
El inmenso potencial aur¨ªfero de la regi¨®n ya era conocido por los conquistadores espa?oles, quienes, seg¨²n las cr¨®nicas, buscaron una m¨ªtica ciudad de oro de los incas, escondida en la selva pluvial. Despu¨¦s de Aramayo comenzaron a trabajar peque?as cooperativas, desplazadas m¨¢s tarde por grandes empresas que introdujeron tecnolog¨ªa y maquinaria, como la South American Placers, que entre los a?os sesenta y setenta extrajo importantes cantidades de oro, hasta que una riada acab¨® con sus instalaciones.
Desde entonces, las cooperativas mineras volvieron a trabajar en esa regi¨®n con t¨¦cnicas rudimentarias, sin gu¨ªa t¨¦cnica alguna, para encontrar lo poco que ha quedado, aquellas chispas y palos de oro, que son la d¨¦cima parte de un gramo, apenas migajas.
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