Afianzar el multilateralismo
Una completa evaluaci¨®n de las consecuencias econ¨®micas de la guerra habr¨¢ de contar con las inequ¨ªvocamente adversas de la larga preguerra. La incertidumbre creada desde que el presidente Bush lanz¨® sus advertencias al "eje del mal", el 29 de enero de 2002, es la principal responsable de ese debilitamiento de las principales econom¨ªas: el principal obst¨¢culo a la superaci¨®n de los excesos de distinta naturaleza con que la econom¨ªa estadounidense cerr¨® una de sus fases m¨¢s brillantes. La continuidad, un a?o m¨¢s, de las perdidas de riqueza financiera, y el brusco encarecimiento del petr¨®leo acentuaron la inhibici¨®n de las decisiones de gasto de familias y empresas, comprometiendo una recuperaci¨®n que hoy nadie emplaza, en el mejor de los casos, antes del segundo semestre del a?o.
"Bueno ser¨ªa que el Grupo de los Siete contribuyera a transmitir la necesaria confianza mediante el fortalecimiento de instancias multilaterales"
De la duraci¨®n de la guerra y de sus efectos sobre los yacimientos de crudo se hace depender, con raz¨®n, el impacto econ¨®mico final de ese desprop¨®sito, pero es necesario a?adir a esos dos un tercer factor quiz¨¢s m¨¢s importante: la capacidad para restaurar los da?os ya observables sobre las relaciones econ¨®micas internacionales y afianzar el m¨¢s necesario que nunca multilateralismo.
El desencuentro geopol¨ªtico entre los grandes se ha sobrepuesto al no menos expl¨ªcito en las relaciones comerciales, fundamentalmente entre EE UU y la UE. La Organizaci¨®n Mundial de Comercio ( OMC) acaba de hacer p¨²blico su veredicto favorable a la UE en relaci¨®n a la imposici¨®n de tarifas sobre las importaciones de acero por la Administraci¨®n estadounidense, hace ahora un a?o. No es el ¨²nico contencioso entre ambos bloques del que se ocupa a la OMC y, me temo, no ser¨¢ el ¨²ltimo. Con independencia de la trascendencia que se le asigne a los ya numerosos exponentes de enrarecimiento en las relaciones comerciales transatl¨¢nticas (del que el fracaso el pasado lunes para el establecimiento de un nuevo r¨¦gimen agr¨ªcola en el seno de la OMC es el m¨¢s reciente) la continuidad de la guerra puede dificultar aun m¨¢s el cumplimiento de la agenda de negociaciones comerciales concretada en Doha, y con ello, la capacidad arbitral de esa instituci¨®n multilateral.
Tras dos a?os de reducidas tasas de crecimiento del comercio internacional, la persistencia de esas amenazas al libre comercio y el debilitamiento de las agencias multilaterales generan tanta mayor inquietud cuanto m¨¢s fresca se tenga la revisi¨®n de las causas que condujeron al final de la primera gran fase globalizadora.
Harold James (The end of globalization. Lessons from the Great Depression, Harvard University Press) lo hizo no hace mucho, incitado por la creciente contestaci¨®n social de esta segunda globalizaci¨®n, pero sus conclusiones no ser¨ªan menos pesimistas si la motivaci¨®n para ese contraste hist¨®rico hubiera sido esta guerra, en lugar de los enfrentamientos con ocasi¨®n de la fallida reuni¨®n ministerial de la OMC en Seattle.
El principio del fin de aquella edad de oro de la globalizaci¨®n, que se extendi¨® por todo el ¨²ltimo tercio del siglo XIX hasta 1914, fueron la escalada de decisiones proteccionistas y la creciente hostilidad a la recepci¨®n de inmigrantes en los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros. Una ¨¦poca en la que el progreso estuvo estrechamente ligado a un elevado grado de integraci¨®n econ¨®mica, determinado por una amplia movilidad internacional de capitales, informaci¨®n, bienes y personas.
Fueron las "pol¨ªticas de perjuicio al vecino", con motivaciones no muy distintas a las que en ocasiones se observan en nuestros d¨ªas, las que pusieron fin a esa edad de oro y abrieron un largo par¨¦ntesis en las relaciones econ¨®micas internacionales: los niveles de comercio en relaci¨®n al PIB del periodo anterior a la guerra mundial no volvieron a alcanzarse hasta la d¨¦cada de los ochenta.
La mejor forma de exorcizar hoy ese pesimismo al que induce, seg¨²n James, toda reflexi¨®n hist¨®rica al respecto, no es otra que el fortalecimiento de las instancias multilaterales. Es cierto que el momento no es el m¨¢s propicio, pero bueno ser¨ªa que con la misma visi¨®n que llev¨® a Keynes y a J. Dexter White a la convocatoria de la conferencia de Bretton Woods, cuando todav¨ªa no hab¨ªa concluido la Segunda Guerra Mundial, el Grupo de los Siete contribuyera a transmitir la necesaria confianza mediante, en primer lugar, el fortalecimiento de instancias multilaterales como la OMC, y, en segundo, mostrando su disposici¨®n de forma coordinada a eliminar los riesgos de recesi¨®n en la econom¨ªa mundial, aunque para ello fuera necesario, particularmente en Europa, dejar a un lado prejuicios y apurar los m¨¢rgenes de estimulo monetario y presupuestario.
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