Mansos de respeto

Temperatura agradable del dulce abril. Aire a trechos molesto. Y toros de el conde de la Maza, mansurrones y complicados, que impusieron bastante respeto. Todos estaban adornados con unas astas que, vistas desde cualquier punto de la plaza, destacaban por lo astifino, am¨¦n de su generosa naturaleza.

As¨ª estaba el patio cuando sali¨® el primero, y, tras recibir un lance de saludo por parte de Javier V¨¢zquez, se marcha, libre y salvaje, a buscar a sus antepasados. Al regresar, se dirige al burladero de cuadrillas, ve la punta de un capote y se lanza como juramentado mesi¨¢nico en su busca, derrota con un monumental topetazo contra el pilar del burladero, y el banderillero Gallito de Zafra cae inerte dentro de la tronera. Se lo llevan a continuaci¨®n las asistencias con prisas, hecho un pelele entre tantos brazos solidarios, y por fortuna, el pron¨®stico es menos grave, y una herida en el cuello que por cent¨ªmetros pudo haber sido de tr¨¢gicas consecuencias.

Ese primer toro, tras el suceso, empez¨® a perder las manos, y Javier V¨¢zquez, que intent¨® sin fortuna un quite por navarras, en la muleta se limit¨® a dibujar esbozos de muletazos al inv¨¢lido. En su segundo, Javier V¨¢zquez no termin¨® de quitarse de encima las dudas que el morlaco le caus¨®. Parec¨ªa tener un pit¨®n derecho con su aquel de gasolina, pero hab¨ªa que pararse y templar. Y nos quedamos sin saber lo bueno que supuestamente ten¨ªa dicho toro de imponente arboladura.

Alberto Elvira, al peligroso primero de su lote se lo quit¨® de encima a la segunda colada de malas intenciones, tras probarlo de muleta. En el quinto, que se torn¨® en bravuc¨®n, se dobl¨® con torer¨ªa y hondura en el comienzo de la faena y despu¨¦s le rob¨® muletazos de su buen estilo, aunque sobraran algunos enganchones.

G¨®mez Escorial firm¨® dos obras de valiente, que el respetable le premi¨® con sendas ovaciones. Recibi¨® a sus dos toracos frente a la puerta de toriles, con largas cambiadas de rodillas ce?idas y de escalofr¨ªo. Se pele¨® sincero y cabal con su dif¨ªcil primero, y al sexto lo sob¨® y le fue construyendo una faena que fue creci¨¦ndo en intensidad y en muletazos que iban destilando temple. Pudo faltarle ese tercer muletazo para cerrar la tanda, el que cruje, y pinch¨® var¨ªas veces en hueso. Pero G¨®mez Escorial se cruz¨®, trag¨® y aguant¨® los viajes del toro como saben hacer los valientes. A ver qui¨¦n da m¨¢s.