Trincheras y milicianos en cada esquina
Hasta los propios funcionarios del Ministerio de Informaci¨®n reconocen que el cerco de las tropas estadounidenses sobre Bagdad cada d¨ªa se hace m¨¢s estrecho. Y los sonidos de las bombas, los ca?ones antia¨¦reos y las ametralladoras, m¨¢s cercanos.
Ahora, todas las trincheras que desde hace varias semanas se vienen colocando en cada esquina y en cada puente, cobran sentido. En cualquier momento puede producirse otra incursi¨®n. Y para eso se ha venido preparando la ciudad durante meses. Militares y milicianos ya se han apostado en ellas y aguardan al enemigo.
Hay banderas de Irak en muchas esquinas de los barrios perif¨¦ricos. Hay camiones y otros veh¨ªculos militares bajo los puentes. En los descampados cavan trincheras a destajo. Contin¨²an quem¨¢ndose balsas de petr¨®leo y en el horizonte se siguen viendo inmensos ¨¢rboles negros de humo. Los coches de la polic¨ªa y muchos particulares aparcan en las aceras, bajo los balcones, para resguardarse de las metrallas a¨¦reas. Decenas de familias iraqu¨ªes con sus ni?os se han alojado en el hotel Sheraton, donde los periodistas pagan entre 60 y 100 d¨®lares diarios por habitaci¨®n, un precio exorbitante para la mayor¨ªa de los iraqu¨ªes. Pero sigue habiendo muchas ciudades dentro del mismo Bagdad.
Mientras miles de comercios permanec¨ªan cerrados, ayer hab¨ªa caf¨¦s donde los hombres jugaban tranquilamente al domin¨® en la terraza. Hab¨ªa ni?os en bicicleta por las calles, unos cuatro zagales pele¨¢ndose y separ¨¢ndose en una acera, reba?os de ovejas por las calles de otro barrio perif¨¦rico, c¨ªrculos de amigos charlando y riendo. Sin luz en muchas zonas de la ciudad, sin tel¨¦fono en la mayor parte de Bagdad, con 19 d¨ªas de bombardeo, con gran parte de la poblaci¨®n huida, con decenas de edificios destruidos, la mayor¨ªa de la gente sigue sonriendo al extranjero.
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