Deserci¨®n de m¨¦dicos en los hospitales
El centro en el que permanece el ni?o Al¨ª habilita habitaciones para que los doctores est¨¦n con sus familias
Los m¨¦dicos y las enfermeras desparecen de los hospitales. El de Kindy, que atiende al ni?o Al¨ª Smain, con los brazos amputados y quemaduras en el cuerpo, trabaja con el 20% de su personal y el 50% de sus cirujanos. "Me ha venido llorando una de las monjas que trabajan con nosotros; me ha dicho que est¨¢n bombardeando el barrio de su familia y que tiene que irse con ellos. No puedo prevenir ese tipo de situaciones", dice el subdirector del centro, Osama Saleh.
"Los m¨¦dicos de Irak, como todo el mundo, tambi¨¦n quieren estar al lado de sus familias en estos momentos dif¨ªciles. Despu¨¦s de pasarme muchas horas trabajando en el hospital me di cuenta de que a lo mejor un d¨ªa podr¨ªa ir a mi casa y no podr¨ªa regresar m¨¢s. As¨ª que opt¨¦ por tra¨¦rmelos a todos al hospital", explica Saleh.
El hospital Kindy, uno de los m¨¢s importantes de la veintena de grandes centros sanitarios civiles que existen en Bagdad, cuenta con 350 camas, y en tiempo de paz, con 45 cirujanos. "Pero ahora me encuentro con la mitad de mi equipo", se queja Hamed Araig, jefe del departamento de cirug¨ªa. Muchos de ellos no han regresado a su puesto de trabajo o no han podido hacerlo.
Tanto el doctor Osama Saleh como su colega Araig decidieron traerse a toda su familia al hospital. "Les he ofrecido a las enfermeras y a los m¨¦dicos una habitaci¨®n. Pero hasta el momento s¨®lo han venido diez", comenta Osama Saleh.
"El tercer d¨ªa de guerra fue la jornada que m¨¢s bombas lanzaron sobre el barrio donde vivo. Yo estaba aqu¨ª operando y mi familia estaba en casa. ?C¨®mo pod¨ªa operar? Me sent¨ªa tenso, irascible, muy preocupado por ellos. As¨ª que me traje a mis dos hijos y a mi esposa aqu¨ª. Para vivir o morir juntos", se?ala el jefe de ciruj¨ªa. "Me preguntan los colegas que si ¨¦ste es un lugar seguro para la familia y yo les contesto lo mismo siempre: hoy en d¨ªa no hay metro cuadrado seguro en todo Irak. Ayer y antes de ayer bombardearon los alrededores de este hospital. Se derrumb¨® parte del techo de un piso superior. Pero si uno se siente m¨¢s seguro en un sitio, eso ya es importante".
El vicedirector del centro ha estado tan ocupado en los ¨²ltimos d¨ªas que no sabe c¨®mo evoluciona Al¨ª, el ni?o que tiene abrasado medio cuerpo por un bombardeo en el que perdi¨® los dos brazos y a 12 miembros de su familia. "He visto estos d¨ªas tantas tragedias... S¨®lo tienen que quedarse aqu¨ª cuatro horas para verlas tambi¨¦n. Yo he visto c¨®mo ven¨ªan padres llorando por el hijo herido que tra¨ªan en brazos y llorando tambi¨¦n por un hijo que estaba enterrado bajo los escombros de cualquier edificio y no se sab¨ªa si estaba vivo o muerto". "Al¨ª se ha convertido en un emblema internacional", dice Hamed Araig, el jefe de ciruj¨ªa. "Pero hay un Al¨ª en cada hospital de Irak; pueden creerme".
Cuando el doctor Araig entra en la habitaci¨®n de Al¨ª Smain, el ni?o est¨¢ sollozando, pide que por favor le echen crema para aliviar las quemaduras. S¨®lo su t¨ªa, una mujer mayor, menuda y vestida con el manto de los musulmanes shi¨ªes, le acompa?a. Los doctores le quitan una b¨®veda de hierro para aplicarle el b¨¢lsamo. Despu¨¦s, la t¨ªa quiere coger la b¨®veda y el ni?o le pide a los m¨¦dicos que, por favor, no la permitan coger eso que est¨¢ muy mayor y se le da?a la espalda. "Es un cr¨ªo inteligent¨ªsimo. Est¨¢ pendiente de todo", comenta el m¨¦dico.
Al¨ª llora a menudo, y cuando se le pregunta que si conoce algo de Espa?a recita los nombres de algunos futbolistas brasile?os como Rivaldo y Roberto Carlos. "Ha sido Bush el que ha arruinado mi vida. Y lo ha hecho s¨®lo por el petr¨®leo", se queja Al¨ª en voz muy baja.
La traged¨ªa sigue en otra planta: desde las ocho de la ma?ana a la una de la tarde de ayer llegaron a este hospital Kindy m¨¢s de 50 heridos, entre civiles y militares. Varios de ellos murieron antes de entrar en quir¨®fano; otros apenas tienen la esperanza de sobrevivir.
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