Un tanque de EE UU mat¨® a Jos¨¦ Couso
Un periodista de Tele 5, otro de la cadena Al Yazira y otro de Reuters mueren en Bagdad
Vig¨¦simo d¨ªa de la guerra. Otros tres periodistas muertos. Y van 11. En esta ocasi¨®n, los disparos proced¨ªan de las tropas estadounidenses, las mismas que han venido a liberar Irak. El suceso ha conmocionado y confundido a los informadores extranjeros, que hasta ahora se hab¨ªan sentido a salvo del fuego aliado. La mayor¨ªa se muestra convencida de que no ha sido un error. A las 19.30 (hora espa?ola), un minuto de silencio en el jard¨ªn del hotel Palestina record¨® al jordano Tarek Ayub, de Al Yazira, al ucranio Taras Protsyuk, de Reuters, y al espa?ol Jos¨¦ Couso, de Tele 5. Mientras tanto, la aviaci¨®n estadounidense segu¨ªa bombardeando Bagdad y los combates prosegu¨ªan en numerosos puntos de la capital.
Eran las 11.55 cuando el mismo carro de combate Abrams que Couso hab¨ªa estado grabando durante buena parte de la ma?ana gir¨® su ca?¨®n, apunt¨® al hotel Palestina y dispar¨® contra el piso 15, justo a la altura de la habitaci¨®n 1.503. La onda expansiva, la metralla y los cristales rotos afectaron tambi¨¦n a los cuartos inmediatamente inferior y superior. Couso, gallego de 37 a?os, casado y con dos hijos, se encontraba junto a su c¨¢mara en el balc¨®n de la 1.403. La c¨¢mara qued¨® hecha chamusquina. Couso, gracias a un torniquete que le practic¨® su compa?ero Jon Sistiaga, aguant¨® hasta el hospital, donde lleg¨® consciente.
No le ocurri¨® lo mismo a Protsyuk, de 35 a?os, que deja mujer y un hijo. Muri¨® apenas llegar a la sala de urgencias del hospital p¨²blico Ibn Nafis, a cinco minutos del hotel. La explosi¨®n le hab¨ªa destrozado. Otros dos periodistas de Reuters, la libanesa Samia Najul y el brit¨¢nico Paul Pasquale, ingresaron con pron¨®stico reservado en la cl¨ªnica privada Alawiya. El iraqu¨ª Faleh Jeiber recibi¨® el alta horas despu¨¦s. Los enviados de Televisa, en la 1.603, se libraron de milagro porque entraron a cambiar de cinta.
Para entonces, ya hac¨ªa tres horas y media que dos bombas lanzadas desde un avi¨®n hab¨ªan matado al periodista jordano Ayub y herido a su camar¨®grafo en la sede de Al Yazira, en la otra orilla (la occidental) del Tigris. Otros cinco compa?eros de esa cadena ¨¢rabe y 18 de la vecina Abu Dhabi Television se hab¨ªan quedado atrapados entre los carros de combate estadounidenses y la artiller¨ªa iraqu¨ª, batalla que Couso estaba grabando.
Las heridas de Couso eran muy graves. Ten¨ªa da?adas la pierna derecha y la barbilla. Tambi¨¦n se le hab¨ªa incrustrado metralla en el t¨®rax y la clav¨ªcula. Hab¨ªa que amputar la pierna para salvarle. Pero el doctor Faisan, que dirigi¨® la operaci¨®n durante m¨¢s de dos horas, se mostr¨® optimista. Couso era un hombre joven y sano, podr¨ªa superarlo. En la sala de espera del Ibn Nafis, sus compa?eros respiraron aliviados. Fue por poco tiempo. Apenas 10 minutos despu¨¦s de ser trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos, un fallo respiratorio apagaba para siempre su sonrisa. El camar¨®grafo gallego pertenec¨ªa a esa clase de colegas que te alegran el d¨ªa incluso en una guerra. Jam¨¢s le vi una mala cara.
Hab¨ªamos desayunado juntos. Es un decir. Porque Couso apenas se hab¨ªa sentado para tomar el t¨¦ que tan cari?osamente le hab¨ªa preparado Sistiaga y una galleta. Iba de una terraza a otra de la habitaci¨®n, para que su c¨¢mara y los espectadores de Tele 5 no se perdieran nada de lo que pasaba en Bagdad. Su objetivo estaba siendo testigo de excepci¨®n de una batalla entre las tropas estadounidenses y las fuerzas iraqu¨ªes, en el lado occidental del puente de Al Yumhuria. Quer¨ªa montar bien las im¨¢genes y, de com¨²n acuerdo con Sistiaga, opt¨® por no unirse a los compa?eros que decidimos visitar el hospital Al Kindi. Mientras organiz¨¢bamos la salida en el vest¨ªbulo, se sinti¨® el impacto. Salimos corriendo al jard¨ªn y se confirm¨® la sospecha. El hotel de la prensa hab¨ªa sido alcanzado. Las miradas acusatorias se dirigieron hacia los funcionarios iraqu¨ªes. Dos d¨ªas antes, un proyectil antia¨¦reo hab¨ªa pasado rozando la terraza de la habitaci¨®n 1.603, mientras el reportero de Televisa hablaba por tel¨¦fono con su emisora. Era un mal presagio: en situaci¨®n desesperada los iraqu¨ªes la emprend¨ªan con los periodistas. Reuters ten¨ªa en la 1.503 una c¨¢mara que transmit¨ªa im¨¢genes en directo 24 horas al d¨ªa a pesar de la prohibici¨®n de emitir cintas sin pasar por la censura.
Poco despu¨¦s, una grabaci¨®n de la cadena francesa TF-3 nos obligaba a retractarnos y permit¨ªa respirar tranquilo al director de Informaci¨®n del Gobierno iraqu¨ª, Uday al Tai. Las im¨¢genes no dejaban lugar a duda. El proyectil hab¨ªa partido de un carro de combate estadounidense. El Mando Central Aliado en Qatar reconoc¨ªa la acci¨®n, pero la justificaba diciendo que hab¨ªa un francotirador en el tejado. Ninguno de los periodistas alojados en el Palestina lo vio ni oy¨® sus disparos. Y, en todo caso, poco podr¨ªan hacer sus balas contra un tanque que se encontraba a casi un kil¨®metro en l¨ªnea recta.
La presi¨®n que Washington est¨¢ ejerciendo sobre diferentes Gobiernos europeos para que los informadores de sus pa¨ªses salgan de Bagdad s¨®lo sirve para confirmar la sospecha de que el disparo no fue un error, sino una advertencia. Tal como ha declarado Ioannis Diakogiannis, periodista del diario griego Ta Nea, "el ¨²ltimo cap¨ªtulo de la guerra contra Irak est¨¢ escribi¨¦ndose con la sangre de los periodistas". Anoche, 23 compa?eros de Abu Dhabi Televisi¨®n y Al Yazira segu¨ªan atrapados en sus oficinas junto al Tigris, por el fuego cruzado de los dos bandos.
Testigos molestos
Las matanzas de Al Shaab, Al Shoala o Mansur cuestionan la guerra limpia de EE UU en Irak. Los heridos civiles que cada cinco minutos llegan a los hospitales y Ibn Nafis o Al Kindi, tambi¨¦n. Los periodistas se han convertido en testigos molestos para Washington. Se lo dijo ayer con un proyectil disparado contra el hotel donde se alojan. No ha sido el primer aviso. Sus presiones para que salgamos de Bagdad refuerzan esa tesis.
Antes de que empezaran los bombardeos, un portavoz del Pent¨¢gono se reuni¨® con los responsables de los grandes medios estadounidenses. Les mostr¨® una imagen satelital del centro de prensa en Bagdad y les dijo: "Saquen a sus chicos de all¨ª antes de una semana. Est¨¢ entre nuestros objetivos". La mayor¨ªa de las cadenas de televisi¨®n retiraron a sus equipos y pasaron a trabajar con colaboradores. CNN, Reuters y otros grandes medios audiovisuales trataron de negociar que les dejaran trasladar sus antenas a otro lugar. Las autoridades iraqu¨ªes se negaron.
Con la guerra ya en marcha, las fuerzas estadounidenses hicieron buena la amenaza. Un misil destruy¨® las oficinas de la Agencia Oficial de Noticias Iraqu¨ª (INA), en el d¨¦cimo piso del edificio donde se encontraba el centro de prensa. Fue la se?al. Los responsables iraqu¨ªes trasladaron sus oficinas al hotel Palestina, el ¨²nico autorizado desde entonces para los periodistas. Pocas horas despu¨¦s, un nuevo misil terminaba de reventar el inmueble ya vac¨ªo del Ministerio de Informaci¨®n. Adem¨¢s, bombardearon en varias ocasiones la vecina sede de la televisi¨®n.
"Tambi¨¦n en Belgrado atacaron la televisi¨®n", recuerda el enviado especial del peri¨®dico griego Ta Nea, Ioannis Diakogiannis. El embajador estadounidense en Atenas, Thomas Miller, ha presionado a las autoridades griegas para que retiren a sus periodistas. En el apogeo de la crisis, algunos directores de medios llegaron a telefonear a las familias de sus reporteros para convencerlos de que regresaran.
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