El maldito Sadam
Ahora que se ha derribado la estatua gigante de Sadam en Bagdad, nos enfrentamos al problema de qu¨¦ hacer con el pasado de Irak, marcado por ¨¦l. Un buen punto de partida es que cada uno se haga esta pregunta: ?qu¨¦ habr¨ªa hecho yo con Al¨ª el Qu¨ªmico si las tropas brit¨¢nicas le hubieran capturado vivo en Basora? Hablamos de un hombre que en 1988 dirigi¨® una campa?a que se calcula que caus¨® la muerte a 100.000 kurdos, la mayor¨ªa civiles, y gase¨® a 5.000 personas en Halabja. Al¨ª Hasan Majid era un asesino de masas comparable al general Radko Mladic, de los serbobosnios.
Yo s¨¦ d¨®nde le habr¨ªa enviado: directamente a una celda de La Haya, en el mismo pasillo que Slobodan Milosevic. Ah¨ª es donde deber¨ªan ir a parar los criminales de guerra iraqu¨ªes que capturemos vivos, y ah¨ª es donde deber¨ªa ir Sadam en el caso improbable de que le apresemos con vida. El Tribunal Penal Internacional (TPI), de reciente creaci¨®n, s¨®lo cubre cr¨ªmenes cometidos despu¨¦s de 2002, pero ser¨ªa perfectamente posible que la ONU autorizara el establecimiento de un tribunal especial para los cr¨ªmenes de guerra y contra la humanidad en Irak, igual que hizo con la antigua Yugoslavia. Por el contrario, EE UU dice que a los criminales de guerra iraqu¨ªes se les juzgar¨¢ de acuerdo con las leyes estadounidenses. Entre los derrotados en una guerra siempre existe la sospecha de que cualquier juicio posterior sea "justicia de los vencedores". No hay nada mejor para confirmar esa opini¨®n que esta propuesta tan burda.
?Qui¨¦n podr¨ªa formar parte de una Comisi¨®n de la Verdad iraqu¨ª? ?D¨®nde est¨¢n las autoridades morales del pa¨ªs? ?Podr¨ªan participar los kurdos en un juicio moral a los sun¨ªes, shi¨ªes o kurdos?
Debe haber investigaciones r¨¢pidas y rigurosas, pero limitadas a los cargos m¨¢s poderosos, visibles o influyentes. Las depuraciones siempre son arbitrarias
La cuesti¨®n de qu¨¦ hacer con los criminales de guerra en un Irak liberado / ocupado es uno de los aspectos que hay que tratar al abordar el cruel pasado del pa¨ªs
Espero y conf¨ªo en que el Gobierno brit¨¢nico insista en la creaci¨®n de un tribunal internacional para Irak bajo los auspicios de la ONU y entregue a todos los presuntos criminales de guerra capturados por las fuerzas brit¨¢nicas exclusivamente a ese tribunal internacional leg¨ªtimo.
?Y qu¨¦ ocurre -podr¨ªamos a?adir- con los posibles cr¨ªmenes cometidos durante la guerra de Irak por soldados estadounidenses y brit¨¢nicos? Tambi¨¦n en este caso, como internacionalista liberal, tengo mi respuesta clara: deber¨ªan estar sujetos al TPI, con arreglo a las mismas normas, los mismos criterios probatorios y las mismas sentencias que todo el mundo. Por ahora, desde luego, los soldados brit¨¢nicos lo est¨¢n, pero los estadounidenses no.
La cuesti¨®n de qu¨¦ hacer con los criminales de guerra en un Irak liberado / ocupado no es m¨¢s que uno de los aspectos que hay que tratar al abordar el cruel pasado del pa¨ªs. Que, a su vez, no es m¨¢s que parte del problema general de c¨®mo convertir las ruinas humeantes de Bagdad y Basora en capitales de un Irak democr¨¢tico y aut¨®nomo. Existen ya numerosas experiencias que nos pueden ense?ar cosas, desde Kosovo hasta Timor Oriental y Afganist¨¢n, desde c¨®mo transformar una econom¨ªa y elaborar una nueva constituci¨®n hasta c¨®mo construir medios de comunicaci¨®n independientes y una sociedad civil. Existe, por as¨ª decir, una caja de herramientas mundial de las transiciones. Y el Departamento de Estado norteamericano, el Pent¨¢gono y el Foreign Office brit¨¢nico est¨¢n rebuscando en ella. El Departamento de Estado, por ejemplo, tiene un proyecto sobre el "futuro de Irak" en el que debate con exiliados iraqu¨ªes escogidos qu¨¦ hacer a prop¨®sito de la econom¨ªa, la educaci¨®n, la sociedad civil... y el dif¨ªcil pasado.
La derrota del pasado
Aceptar o superar un pasado dictatorial -lo que, para abreviar, yo llamo "la derrota del pasado"- es un elemento crucial de todo proceso de transici¨®n. Contamos con precedentes en m¨¢s de 30 pa¨ªses, tan distintos como Sur¨¢frica, Chile, Ruanda, Serbia y Alemania en dos ocasiones, tras el nazismo y tras el comunismo. La derrota del pasado se produce fundamentalmente de tres formas: juicios, depuraciones y lecciones de historia.
Los juicios, en mi opini¨®n, deben reservarse normalmente para las violaciones de los derechos humanos y los cr¨ªmenes de guerra de la peor categor¨ªa. Debe llevarlos a cabo un tribunal internacional neutral en aplicaci¨®n de las leyes humanitarias internacionales que estuvieran vigentes en el momento de cometer los cr¨ªmenes. De no ser as¨ª, se violar¨¢ un principio b¨¢sico de la justicia, al hacerla retroactiva. Si alguien emplea sus propias leyes nacionales, o crea unas nuevas apropiadas para la ocasi¨®n, da la impresi¨®n de aplicar la "justicia de los vencedores", que, desde el punto de vista de los derrotados, no es tal justicia. ?stas fueron dos objeciones que se hicieron a los juicios de Nuremberg de los dirigentes nazis despu¨¦s de la II Guerra Mundial. Si uno pretende utilizar los tribunales y leyes locales del pa¨ªs involucrado, que es lo que propone Estados Unidos en el caso de los personajes de menos importancia en Irak, acaba dando todas las vueltas posibles para intentar que las leyes penales existentes abarquen los abusos dictatoriales, como ocurri¨® en el juicio del l¨ªder comunista de Alemania Oriental, Erich Honecker.
En cualquier caso, hay tantos delitos y delincuentes menores en esos reg¨ªmenes, que no se puede juzgar a todos. Y juzgar s¨®lo a unos cuantos viola otro principio importante: el de la igualdad ante la ley. Cosa que da una imagen especialmente mala cuando lo m¨¢s seguro es que el r¨¦gimen de ocupaci¨®n emplee a otros peque?os delincuentes en los esfuerzos para la reconstrucci¨®n. En Basora, por ejemplo, los brit¨¢nicos proponen restaurar la ley y el orden a trav¨¦s de los servicios de un jeque amigo, representantes de las tribus locales y elementos de la polic¨ªa actual; algunos de ellos, sin la menor duda, con sangre en las manos.
Ahora bien, los cr¨ªmenes contra la humanidad no deben ser nunca amnistiados ni ignorados. A m¨ª me produce satisfacci¨®n el hecho de que varios de los peores criminales pol¨ªticos de las guerras de la sucesi¨®n yugoslava se encuentren ahora tras las rejas en La Haya. Me gustar¨ªa que se les unieran unos cuantos iraqu¨ªes.
Las depuraciones son un mal necesario. Si empleamos en la nueva maquinaria administrativa a altos funcionarios que hayan estado muy involucrados con el r¨¦gimen anterior, podr¨¢n seguir adelante con sus actuaciones corruptas, antidemocr¨¢ticas o indeseables en general. Incluso aunque no lo hagan, su mera presencia comprometer¨¢ el nuevo r¨¦gimen a ojos de muchos, sobre todo los m¨¢s j¨®venes e idealistas. Es lo que ocurri¨® cuando los estudiantes rebeldes de 1968 vieron a antiguos nazis que ocupaban altos cargos en la Alemania occidental de la posguerra. Es el riesgo que corremos ahora si absorbemos a demasiados personajes importantes del entorno de Sadam. Sin embargo, no debemos intentar investigar a todos y cada uno de los empleados de correos o los administrativos, como no podemos excluir al mill¨®n y medio de antiguos miembros del partido Baaz. Debe haber investigaciones r¨¢pidas y rigurosas, pero limitadas a los cargos m¨¢s poderosos, visibles o influyentes de la vida p¨²blica. Se trata de una regla pragm¨¢tica e improvisada, pero las depuraciones siempre son arbitrarias, en cualquier caso.
A largo plazo, la forma m¨¢s fruct¨ªfera de derrotar el pasado es lo que denomino las "lecciones de historia", t¨¦rmino en el que incluyo de todo: que cada ciudadano tenga derecho a leer su expediente secreto de la polic¨ªa, que se abran los archivos a estudiosos y periodistas, que haya una Comisi¨®n de la Verdad oficial y p¨²blica, como se ha visto en Chile y Sur¨¢frica. A diferencia de los juicios y las depuraciones, estos m¨¦todos favorecen la confrontaci¨®n psicol¨®gica de una sociedad con el pasado dictatorial en toda su complejidad. Se descubre, por ejemplo, que los servidores del r¨¦gimen tambi¨¦n pueden ser sus v¨ªctimas, y que quienes son v¨ªctimas en un contexto son culpables de victimizar en otro.
Expedientes secretos
Todo depende de cu¨¢ndo, c¨®mo y qui¨¦n haga estas cosas. Lo ideal es que se hagan de forma r¨¢pida y escrupulosa, y que se encarguen los propios ciudadanos del pa¨ªs. Tres elementos deseables, pero dif¨ªciles de reunir en un Estado ocupado y fracturado como Irak. Ser¨ªa f¨¢cil examinar los expedientes secretos de la polic¨ªa iraqu¨ª con rapidez y eficacia si se le diera el encargo a un antiguo responsable de la CIA, pero ?lo considerar¨ªan los iraqu¨ªes escrupuloso y leg¨ªtimo? O, por usar otro ejemplo, ?se dar¨¢ el mismo acceso a los archivos a la cadena Al Yazira que a la CNN? ?Y qui¨¦n podr¨ªa formar parte de una posible Comisi¨®n de la Verdad iraqu¨ª? ?D¨®nde est¨¢n las autoridades morales del pa¨ªs? ?Podr¨ªan participar los kurdos en un juicio moral a los sun¨ªes, shi¨ªes o kurdos, o juzgar los exiliados a quienes permanecieron en el pa¨ªs y sufrieron?
En comparaci¨®n con la tarea de conseguir que vuelva a haber agua corriente, la derrota del pasado puede parecer un lujo de segunda clase. Pero existe una correlaci¨®n clara entre la lista de pa¨ªses que han afrontado un pasado dif¨ªcil y la de las democracias consolidadas. Abordar debidamente el pasado es incluso m¨¢s importante que el agua para la salud a largo plazo de la futura democracia en Irak.
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