Grandioso y profundo

La Misa solemnis, en re mayor (1819-1823), obra monumental y siempre sorprendente, completa el rostro est¨¦tico e ideol¨®gico de Beethoven dentro de un juego de contrastes que tiene mucho que ver con el barroco, siempre que lo consideremos como punto de partida y aceptaci¨®n de una herencia que inmediatamente queda modificada por tan emblem¨¢tica aportaci¨®n human¨ªstica y religiosa. Es m¨¢s, Beethoven adelanta decidido su paso hacia el futuro. En la aclamaci¨®n y la elevaci¨®n de ideas, en los "estallidos" sonoros siempre adheridos fuertemente al significado de los textos, en lo casi h¨ªmnico y lo meditativo, esta inmensa "plegaria por una paz interior y exterior", conmociona desde el drama, la liturgia, las asociaciones y disociaciones sonoras y la legendaria potencia energ¨¦tica de la invenci¨®n beethoveniana. Todo es grandioso en la Misa en re y desde ella se entiende bien lo que es la profundidad en m¨²sica.

Desde el punto de vista de la interpretaci¨®n destac¨® la normalidad posible hoy entre nosotros de una muy alta y exigente calidad en la Orquesta y Coros de la Nacional, en el trabajo de todos y cada uno de los int¨¦rpretes, desde Fr¨¹hbeck de Burgos, director em¨¦rito, y el titular del coro, Rainer Steubing-Negenborg, al eminente concertino Sergei T¨¦slia, que dio vida y emoci¨®n palpitante a la parte solista de viol¨ªn hasta cristalizar en un conturbador Benedictus. En el maestro burgal¨¦s se advierte, con nov¨ªsima capacidad renovadora, el paso del tiempo. Y nos enfrentamos entonces con un arte ver¨ªdico de tantos quilates como el desplegado por el cuarteto solista: la soprano Brigitte Hahn, la mezzosoprano Iris Vermill¨®n, el tenor Herbert Lippert y el bajo Robert Holl.