La deuda p¨²blica y el sistema fiscal
Al terminar el ejercicio de 2001, el volumen de deuda p¨²blica del Estado que exist¨ªa en circulaci¨®n en Espa?a era de 308.200 millones de euros. Un a?o m¨¢s tarde, la Direcci¨®n General del Tesoro comunic¨® a la Comisi¨®n de Presupuestos del Congreso que al finalizar el ejercicio de 2002 aquella cifra se hab¨ªa elevado hasta los 311.961 millones.
A la vista de ello, puede decirse que ha vuelto a suceder algo que ven¨ªa ocurriendo desde atr¨¢s. Ha continuado increment¨¢ndose el volumen de las cargas p¨²blicas de tal manera que, comparando los datos de 1995 con los de 2002, se ve c¨®mo la deuda p¨²blica del Estado aument¨® en este periodo en 82.603 millones de euros (13,7 billones de pesetas).
Entre 1995 y 2002, la deuda p¨²blica del Estado ha aumentado en 82.603 millones de euros (13,7 billones de pesetas)
La pol¨ªtica conservadora ha hecho que la gente humilde soporte, en mayor proporci¨®n de la debida, el pago de los impuestos
De esta cantidad, la mayor parte, 55.470 millones, se destinaron a financiar los d¨¦ficit de caja del Estado habidos en el periodo objeto de cotejo. El resto cubri¨® un amplio campo de actuaciones p¨²blicas, tan poco conocido como preciso, construido de muy distinta manera a trav¨¦s de operaciones llevadas a cabo, por organismos, agencias, entes o empresas cuya incidencia no siempre se tiene en cuenta para determinar el importe del d¨¦ficit real.
La variedad y policrom¨ªa de esta situaci¨®n ha llegado a ser tan rica y diversificada que ha logrado desnaturalizar el concepto de d¨¦ficit p¨²blico como factor de equilibrio, haci¨¦ndole perder la utilidad que en alg¨²n momento pudo tener. Por ello, convertida ya la supresi¨®n del d¨¦ficit p¨²blico en un elemento de propaganda, la aproximaci¨®n al rigor nos debe empujar a admitir que hay que prestarle una destacada atenci¨®n a la deuda p¨²blica, a los factores que la originan y a su futura evoluci¨®n. La importancia de las cifras hasta ahora enunciadas justifica el que se produzca la mutaci¨®n conceptual.
Creatividad contable
A este cambio est¨¢ contribuyendo un efecto no deseado, pero que viene ocurriendo. La competencia que ha surgido entre naciones, presentando cuentas p¨²blicas plenamente equilibradas, no se refleja en m¨¢s consistencia y transparencia. Es m¨¢s, con m¨¢s frecuencia de la debida, vemos c¨®mo se produce en la publicaci¨®n de estados financieros donde se incorporan una serie de operaciones cuya finalidad no es otra que la de disfrazar el d¨¦ficit p¨²blico.
Por eso, actualmente, cuando se demanda claridad en las cuentas p¨²blicas tiene que darse un avance en relaci¨®n con lo que actualmente se hace. Hay que conciliar la informaci¨®n entre los datos que sirven para medir el tama?o del d¨¦ficit p¨²blico y aquellos otros que cuantifican la deuda p¨²blica que el Estado mantiene. De no producirse este avance, nos encontrar¨ªamos ante la imposibilidad de aclarar por qu¨¦ aumenta el volumen de deuda p¨²blica del Estado cuando se presume de que hay equilibrio presupuestario y que el d¨¦ficit p¨²blico ha dejado de existir.
En esta situaci¨®n contradictoria nos encontramos en Espa?a. Las autoridades no informan suficientemente de la marcha de los ingresos, los gastos y de la deuda p¨²blica. Estos hechos los denunciamos quienes nos interrogamos sobre la firmeza y la sostenibilidad de las finanzas p¨²blicas, y en concreto por las razones que llevan a que el endeudamiento se incremente. Ellas, las autoridades, y los subalternos que peroran desde el PP se limitan a tratar de desacreditar cuanto decimos y a proferir una respuesta mec¨¢nica: se ha reducido la proporci¨®n entre deuda p¨²blica del Estado y el PIB. Dicen que declinando esta relaci¨®n no existe raz¨®n alguna para preocuparse por cuanto viene ocurriendo. Todo lo contrario, hay que congratularse por lo que viene sucediendo.
Vaya por delante que rechazo esta respuesta. Formo parte de ese tipo de economistas que sostienen que la proporci¨®n entre deuda p¨²blica y producto interior bruto es un concepto equ¨ªvoco y enga?oso, al depender de la solidez y de los fundamentos que tenga la pol¨ªtica presupuestaria. Y claro est¨¢, de algo que se oculta e ignora: de la consistencia del sistema fiscal.
Apoyo mi punto de vista en que los mismos que enfatizan la bondad que existe tras una ratio cada vez menor entre deuda p¨²blica y PIB son los que defienden el descreste fiscal sin preocuparse por averiguar si el sistema fiscal que han ido construyendo el se?or Aznar y su Gobierno responde adecuadamente a las exigencias de suficiencia, elasticidad y equidad.
El desinter¨¦s de estos propagandistas por tan serias cuestiones ha llegado al extremo de ignorar displicentemente que en los ¨²ltimos ejercicios se ha producido en Espa?a una n¨ªtida ralentizaci¨®n de la capacidad del sistema fiscal. Producto de la ca¨ªda de la actividad y de las decisiones normativas que desde 1996 han venido adopt¨¢ndose. Esta ralentizaci¨®n ha ocasionado -entre otros- un hecho de suma importancia. Las respuestas que se han obtenido, de las abundantes y persistentes medidas discrecionales adoptadas por el PP modificando el sistema tributario, no se han traducido en ampliaciones globales de las bases imponibles de las diferentes figuras tributarias. Sino todo lo contrario, tenemos ahora un sistema fiscal m¨¢s estrecho, m¨¢s complejo, en el que los huecos que se han abierto han ocasionado una distribuci¨®n m¨¢s injusta de la carga fiscal.
Por lo tanto, hay un hecho que puede sostenerse: en Espa?a el continuo experimento de la curva de Laffer no ha funcionado. Eso s¨ª, el activismo tributario conservador ha hecho que hayamos entrado a formar parte de ese conjunto de sociedades en las que la gente humilde es la que soporta, en m¨¢s proporci¨®n de la debida, el pago de los impuestos.
Ello es debido a que la gran mayor¨ªa de los contribuyentes han visto que nada se ha hecho para evitar que padezcan el efecto arrastre que los sistemas tributarios poseedores de una buena flexibilidad impositiva ocasionan en las rentas del trabajo (el fiscal drag) al negarse el PP a deflactar las tarifas del IRPF y sus m¨ªnimos exentos.
En cambio, Aznar y su partido han llevado al paroxismo los reg¨ªmenes preferenciales que disfrutan las rentas y las ganancias del capital. Se han inclinado descaradamente a favor de un n¨²mero reducido de contribuyentes, en los que estas modalidades de rentas adquieren un peso muy destacado. A ellos s¨ª se les ha protegido de los efectos acumulativos que les ocasionan las tarifas progresivas (bunching effect) posibilit¨¢ndoles modular la carga fiscal a trav¨¦s del uso abusivo y desmedido de los coeficientes reductores.
Promesas
Desde el primer momento, la pol¨ªtica tributaria del PP dej¨® correr conscientemente el fiscal drag, a la vez que anulaba el bunching effect, convencidos de que cuanto m¨¢s rico se sea, m¨¢s conveniente es que no se paguen impuestos. Para que esto fuera posible, se estableci¨® una notoria diferenciaci¨®n social. De un lado, se configur¨® una capa selecta de contribuyentes a la que se favoreci¨® mediante el alivio tributario de la carga fiscal directa. A la vez que ese grupo disfrutaba de tan favorable situaci¨®n, la enorme mayor¨ªa de los ciudadanos padec¨ªan y soportaban un sistema fiscal cada vez m¨¢s regresivo.
?Qu¨¦ ocurre, en este contexto, cuando aumenta el volumen de la deuda p¨²blica del Estado? De entrada, algo muy sencillo, que las cosas y las cuentas empiezan a no cuadrar. Expong¨¢moslo.
El Gobierno del se?or Aznar de muy diversas maneras les ha reducido la tributaci¨®n a los acomodados y a los poderosos: a los grandes patrimonios, a los profesionales prestigiosos y a los directivos de las grandes empresas, por poner s¨®lo algunos ejemplos. A la vez que esto ha hecho, ha prometido servicios p¨²blicos eficaces y de calidad a los miembros de una clase media cada vez m¨¢s numerosa. Y a los trabajadores les ha dicho que la protecci¨®n social est¨¢ garantizada y que, como para los gobernantes actuales es prioritaria, cada d¨ªa resultar¨¢ m¨¢s fortalecida.
?Podr¨¢ cumplir el PP estas promesas? ?Podr¨¢ llevarlas a cabo haciendo realidad su lema de menos impuestos y m¨¢s seguridad? ?Podr¨¢ hacerlo teniendo que pagar cada a?o m¨¢s intereses como consecuencia de la mayor cantidad de deuda p¨²blica que emite? Es bastante problem¨¢tico que todo esto sea posible, sobre todo cuando el crecimiento languidece y a la vez que esto ocurre se hace una pol¨ªtica inoperante que se olvida de la recuperaci¨®n del mismo. En ese momento, la proporci¨®n entre deuda p¨²blica y producto interior bruto cambiar¨¢ de sentido. El d¨ªa que esto ocurra, se entender¨¢ que esta ratio es bastante falaz.
Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n es diputado del PSOE por Badajoz
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