Apote¨®sica Real
Los donostiarras trituran con un extraordinario partido al Madrid, convertido en un adefesio de equipo
El formidable despliegue de la Real desmont¨® la idea de un paseo militar del Madrid en esta Liga, que se aboca a una emotiva recta final. Ablandado por los desmedidos elogios que ha recibido en los d¨ªas previos, el Madrid se encontr¨® con la cruda realidad de un campeonato que tiene a la Real como protagonista indiscutible. Su partido alcanz¨® el rango de la perfecci¨®n, pues nada falt¨® ni sobr¨® en su juego, que tuvo las dosis exactas de precisi¨®n, pujanza, rapidez, buen orden y remate. Fue una demostraci¨®n insuperable de virtuosismo que no encontr¨® respuesta en el Madrid, reducido a la m¨ªnima expresi¨®n en Anoeta, escenario de su colosal fracaso.
En las calurosas ovaciones a sus h¨¦roes, con Xabi Alonso como bandera, se apreci¨® la conexi¨®n de la hinchada con su equipo. Se escenific¨® de alguna manera aquel tiempo inolvidable de la Real que gan¨® dos t¨ªtulos de Liga en el viejo Atocha, o eso pareci¨® al observar en la gente la pasi¨®n que desata el f¨²tbol cuando se protagoniza algo grande. La Real est¨¢ para ganar la Liga, o para perseguir el t¨ªtulo hasta el ¨²ltimo aliento. Lo sabe su afici¨®n y lo sabe el Madrid, que no encontr¨® la manera de responder al hurac¨¢n. Probablemente tampoco estaba preparado. Arranc¨® a jugar con la vanidosa dejadez de los equipos que se consideran por encima de las contingencias del f¨²tbol, y muy pronto se enter¨® de la clase de calvario que le esperaba.
REAL SOCIEDAD 4 - REAL MADRID 2
Real Sociedad: Westerveld; L¨®pez Rekarte, Kvarme, J¨¢uregui, Aranzabal; Karpin (Tayfun, m. 80), Xabi Alonso (Boris, m. 74), Aranburu, De Pedro (Gabilondo, m. 87); Nihat y Kovacevic.
Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; Figo (Mi?ambres, m. 46), Flavio (Guti, m. 46), Makelele, Zidane (Portillo, m.71); Ra¨²l y Ronaldo.
Goles: 1-0. M. 3. Aranzabal progresa por la izquierda, dribla con facilidad a Hierro y cruza la pelota hacia Kovacevic, que marca.
2-0. M. 20. Flavio pierde el bal¨®n, lo que deriva en un perfecto contragolpe de la Real, interpretado por De Pedro, cuyo magistral centro lo remata Kovacevic.
3-0. M.30. Karpin gana un bal¨®n dividido a Roberto Carlos y entrega a L¨®pez Rekarte, que aprovecha la velocidad de Nihat para enviarle un pase corrido que no logran interceptar ni Hierro ni Helguera. Nihat aparece solo frente a Casillas y anota.
3-1. M.31. Excepcional pase de Zidane a Ronaldo, que bate a Westerveld.
4-1. M.32. Xabi Alonso recibe la pelota sin ning¨²n rival cerca y clava un preciosa remate que entra junto al palo izquierdo de Casillas. 4-2. M.84. Portillo marca tras recibir un pase profundo de Ra¨²l.
?rbitro: Moreno. Amonest¨® a Flavio.
32.000 espectadores en Anoeta.
La Real es cualquier cosa menos una banda de diletantes. Ahora mismo es el equipo m¨¢s concreto del f¨²tbol espa?ol, un ejemplo de m¨¢ximo aprovechamiento de las cualidades de sus jugadores. Todo est¨¢ explotado hasta las ¨²ltimas consecuencias: la pierna izquierda de De Pedro, el corpach¨®n y la punter¨ªa de Kovacevic, la velocidad de Nihat, la inmensa categor¨ªa de Xabi Alonso como distribuidor, el silencioso y decisivo trabajo de Aranburu, la clase tantas veces desperdiciada de Aranzabal, convertido ahora en el lateral que pareci¨® ser en sus primeros tiempos. Este aprovechamiento s¨®lo se explica desde el trabajo de su entrenador, por mucho que el f¨²tbol sea un estado de ¨¢nimo y la Real se beneficie de los agradables d¨ªas que atraviesa. No se puede explicar de otra forma el radical cambio del equipo, sumido en los ¨²ltimos a?os en dificultades que estuvieron a punto de conducirle a la Segunda Divisi¨®n. A la vista de su perfecta organizaci¨®n, del solidario ejercicio que ofrece el equipo cada domingo y del protagonismo de sus mejores jugadores, est¨¢ claro que alguien maneja con sabidur¨ªa los hilos de la Real, que logr¨® la apoteosis frente al Madrid.
El partido qued¨® caracterizado por la sublime actuaci¨®n de Alonso, el jugador que congrega todas las cualidades de la Real. Tiene clase, recursos, ingenio y abnegaci¨®n. Tambi¨¦n tiene car¨¢cter. Parec¨ªa un mariscal frente a un rival que impresiona por la n¨®mina de sus estrellas. Si fue o no el mejor del partido importa menos que la sensaci¨®n que transmiti¨®, la de un jugador sobre el que se puede construir un gran equipo. Eso es lo que fue la Real, que entr¨® en el partido a saco. Lo hizo con un f¨²tbol maravilloso, intenso pero nunca desbocado, de una precisi¨®n absoluta tanto para jugar la pelota, como para desactivar al Real Madrid, como para buscar las partes m¨¢s d¨¦biles del l¨ªder, que en este caso fueron numerosas. Aranz¨¢bal busc¨® a Hierro, que fall¨® en el primer gol. Se le agolparon los a?os de repente al gran central madridista, incapaz de detener al lateral. Fracas¨® Flavio en el segundo tanto, aunque su fracaso es por elevaci¨®n: no se explica c¨®mo puede tener un puesto de titular en el Madrid. Se estrellaron los centrales en el tercer gol de la Real, en lo que fue la primera aparici¨®n de Nihat. El cat¨¢logo de errores fue escandaloso. Roberto Carlos pen¨® durante todo el encuentro, lo mismo que Figo en el primer tiempo. El Madrid se qued¨® sin plan desde el primer momento y no tuvo a nadie para sacarle del agujero. Sus figuras estaban en otra parte, adormecidas por los halagos, ajenas a un partido que puede traer graves consecuencias al Madrid.
No hubo otra direcci¨®n que la marcada por la Real. En la primera parte abus¨® del Madrid por la banda izquierda, donde M¨ªchel Salgado no encontr¨® ayuda alguna para detener a De Pedro y Aranzabal, que recib¨ªan el maravilloso suministro de Xabi Alonso. Ese primer tiempo confirm¨® la idea que se tiene de la Real como un conjunto extremadamente equilibrado: se defiende con mucha gente y ataca con varios jugadores. Lo puede hacer porque siempre est¨¢ agrupada en pocos metros, sin distraerse, cada uno metido en su funci¨®n. Todo lo contrario de lo que sucedi¨® en el Madrid, que fue un monumento al desorden y la improvisaci¨®n. Se defendi¨® mal y no atac¨®. S¨®lo un pase maravilloso de Zidane a Ronaldo le permiti¨® dar alguna se?al de vida. Pero ese gol no le vali¨® de nada porque la respuesta de Xabi Alonso fue r¨¢pida y contundente. Su tiro fue un prodigio de precisi¨®n y buen toque. Era el cuarto gol y no hab¨ªa m¨¢s que decir. Anoeta estall¨® de emoci¨®n y salud¨® a su equipo con un entusiasmo indescriptible que se prolong¨® hasta el ¨²ltimo instante: lo merec¨ªa el impagable partido de la Real, de cuyos m¨¦ritos para combatir por el liderato no hay duda. Que lo diga el Madrid, aplastado en Anoeta, casi convertido en un adefesio de equipo. Qui¨¦n lo dir¨ªa hace cuatro d¨ªas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.