La actualidad balc¨¢nica
El art¨ªculo del catedr¨¢tico Francisco Veiga (secci¨®n Internacional de EL PA?S, 4 de abril 2003) es una aproximaci¨®n ilustrativa a la actualidad balc¨¢nica. No tanto por el an¨¢lisis (?qui¨¦n tomar¨ªa en serio alegaciones basadas en "se rumorea que"?) cuanto por su forma: es una trasposici¨®n bastante fiel de la paranoia de la conspiraci¨®n, que moldea buena parte de las opiniones y mentalidades pol¨ªticas de la "Europa de sudeste". ?En qu¨¦ se basa toda esta construcci¨®n laboriosa que, con los ingredientes de la temporada (Irak, Bush...),quiere alertar de la concomitancia entre el "peligro alban¨¦s" y el "imperio trasatl¨¢ntico"? En unas "redes ocultas de armamento", denunciadas por la prensa macedonia (?cu¨¢l?, ?qu¨¦ peri¨®dico?). Podr¨ªa ser el mismo peri¨®dico macedonio que, en agosto del a?o pasado, anunciaba el levantamiento en armas de un "ej¨¦rcito fantasma" bajo el liderazgo del rey alban¨¦s Leka, dentro de un periodo m¨¢ximo de dos semanas, justo antes de las elecciones. Un ej¨¦rcito que desapareci¨® de la misma manera como (no) hab¨ªa aparecido. El se?or Veiga, despu¨¦s de tanta experiencia en los Balcanes, deber¨ªa saber que todo lo que se escribe en la prensa macedonia, serbia o albanesa no va directamente a misa.
Libre es ¨¦l de hacer las conjeturas que le satisfagan sobre la autor¨ªa del asesinato del primer ministro serbio -mientras que no las presente por lo que no son- an¨¢lisis serios y responsables. Seg¨²n los media y la justicia serbia, los autores materiales del crimen son los mismos que, hace pocos a?os, defend¨ªan una cierta idea de Serbia, masacrando a las poblaciones civiles en Bosnia y Kosovo. Se especula sobre los instigadores, se barajan explicaciones, pero las del tipo que nos propone Veiga permanecen dentro de los medios ultranacionalista, afines al antiguo r¨¦gimen.
La informaci¨®n, aqu¨ª es Espa?a, no gana mucho con este tipo de escritos. No me desdigo del car¨¢cter ciertamente ilustrativo del texto pero, para entenderlo as¨ª, es preciso tener ya un buen conocimiento de los Balcanes, y no es de suponer que ¨¦ste sea el caso con la mayor¨ªa de los lectores. Ser amigo de un pa¨ªs o de una naci¨®n es cosa de afinidades y no se discute. Por fortuna, Serbia es m¨²ltiple, y no se hace justicia a los ajenos al lenguaje del odio (los vecinos como peligro visceral y constante), con esta sesgada presentaci¨®n de sus realidades.
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