Mensajer¨ªa Aznar
Despu¨¦s de m¨¢s tiempo del previsto, la guerra de Irak abandona el crimen y entra en su fase de pillaje: al insaciable tributo de la sangre le toma la vez el insaciable tributo del petr¨®leo y de las inversiones fraudulentas. Detr¨¢s de la desmesura, de la matanza y de la destrucci¨®n, asoman el capital y los gobiernos que lo sirven con obscena obediencia. Detr¨¢s de la desolaci¨®n de Bagdad, entre el abandono de los heridos y de los hospitales, de las llamas de la Biblioteca Nacional y del expolio de la arcilla que ilumin¨® la palabra escrita, asoman Bush, Blair y el desvar¨ªo de Aznar. Gentes de mal perder y peor ganar. Gentes sin conciencia o con la conciencia agusanada. Gentes con los escr¨²pulos en paradero desconocido.
Y quien peor lo lleva es el presidente del ejecutivo espa?ol, reducido por sus presuntos aliados a un papel subalterno. Tras implicar a los diputados de su partido en una aventura execrable y en una vergonzosa ilegalidad, s¨®lo aspira a participar en el pillaje. ?Le permitir¨¢ Bush entrar en el negocio de la reconstrucci¨®n, o a lo m¨¢s le dejar¨¢ alg¨²n palacio, alg¨²n edificio p¨²blico, para que, en competencia con asaltantes y chorizos, procure hacerse con una grifer¨ªa de oro, con un viejo televisor o con los despojos de una vajilla? La realidad es que mientras trata de colocar a su pe¨®n en el gobierno provisional, y de meter a empresarios de su entorno y a viejos compa?eros de pupitre, en esa infamia de la reconstrucci¨®n, su se?or Bush lo ha distinguido como mandadero del imperio. Muchacho, anda para Damasco y diles que se vayan con tiento, o les pego un repaso como a sus vecinos, ?estamos? Aznar, sin rechistar, ha dicho que s¨ª, se?or. Por supuesto, Aznar no va a pedir a EE UU que deje de provocar a Siria, como le reclam¨® el embajador de aquel pa¨ªs en Madrid, Mushen Bilal. Su vasallaje a Bush no admite sospechas ni debilidades. Sirve al mejor postor, y ya que no le ofrece ni simpat¨ªa ni seriedad, puedo ofrecerle unos veloces servicios de mensajer¨ªa. Quiz¨¢ Aznar no est¨¦ a¨²n en el camino de Damasco, pero si en el del fracaso.
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