Una valiente b¨²squeda propia

A su natural inquietud, Rafaela Carrasco suma una naciente madurez, estilo personal y capacidad aglutinadora digna de elogio. La sevillana ha participado en experimentos de diverso calibre: con cl¨¢sicos, modernos y flamencos de tradici¨®n. De todos ha extra¨ªdo sus conclusiones, y su trabajo es ya, hoy, solamente suyo, serio y comprometido, leal con la escena.

La m¨²sica del tiempo es una sucesi¨®n de n¨²meros que los tres hombres y las tres mujeres se reparten equitativamente. Esto es otra de las cosas admirables de Rafaela: no busca un protagonismo gratuito, y deja lucirse al elenco, al tiempo que ella misma borda sus solos, su entrada y su d¨²o final descalza. Pocas bailarinas de flamenco bailan hoy descalzas, y es baile antiguo, de leyenda, que necesita de dotes integrales, de ritmo en curva y de sutilezas. Y en todos esos bailes est¨¢ bien colocado el flamenco de ra¨ªz y de valor, el de toda la vida, pero no como estampa est¨¢tica, sino como ingrediente de una pintura llena de aventuras. Rafaela Carrasco es una bailarina-bailaora de fino o¨ªdo, de figuras geometrizadas donde no hay destiempos ni desatinos, pues busca siempre el cierre arm¨®nico de las evoluciones. Menuda, fuerte, org¨¢nica y sin excesos, su din¨¢mica le apoya, en definitiva, para hacerse un estilo.

Para esta obra Carrasco ha escogido seis m¨²sicos y entre ellos un violonchelo (ahora est¨¢ de moda en el flamenco de fusi¨®n), pero una deficiente amplificaci¨®n de la cuerda (algo que tambi¨¦n afect¨® al cantaor Manuel Gago) y cierto manierismo en la ejecuci¨®n conspiraron contra el equilibrio del apoyo sonoro al baile. El p¨²blico acab¨® en pie arranc¨¢ndose por ese aplauso sevillano tan caracter¨ªstico de los verdaderos triunfos.