"Hallar la estructura de una prote¨ªna es trabajo de escultor"
En un concierto de una orquesta sinf¨®nica, ?ser¨ªa usted capaz de situar y clasificar cada uno de los instrumentos s¨®lo con el o¨ªdo? ?No? ?Y si pudiera detener a la orquesta en una determinada nota y amplificar ¨¦sta con viento procedente de detr¨¢s del escenario? ?Tampoco? ?Y si adem¨¢s hiciera rotar el escenario e interrogara uno por uno a los oyentes sobre c¨®mo percibe la nota? ?A¨²n no? Celerino Abad Zapatero tampoco. Es imposible lograrlo con una orquesta sinf¨®nica; sin embargo, Abad s¨ª ha conseguido trasladar con ¨¦xito este juego de percepci¨®n cuando se trata de determinar la estructura de prote¨ªnas.
En el caso de este f¨ªsico experto en cristalograf¨ªa de prote¨ªnas, el papel de los instrumentos lo juegan los ¨¢tomos de la prote¨ªna; el del viento que interacciona con los ¨¢tomos, los rayos X, y el del auditorio el reflejo de la difracci¨®n del cristal de la prote¨ªna.
"El futuro de la s¨ªntesis proteica pasa por los 'ingenieros blandos', las bacterias"
"Muchas de las prote¨ªnas jam¨¢s podr¨¢n ser aisladas ni cristalizadas"
Con el ejemplo de la orquesta explica Abad su trabajo. Es de esos cient¨ªficos que para divulgar prefieren "usar una met¨¢fora a una ecuaci¨®n". Para ¨¦l, la falta de met¨¢foras y el abuso de ecuaciones es una de las causas que impulsan a los alumnos a ver la cristalograf¨ªa como una asignatura ardua. De met¨¢foras est¨¢ plagado su libro Crystals and Life. A personal Journey, (Cristales y Vida. Un viaje personal), editado por International University Line de EE UU, que repasa m¨¢s de 30 a?os de ciencia y vivencias y que ha recibido cr¨ªticas elogiosas en las revistas Estructure y Cell (chemistry and biology).
"Hallar la estructura de una prote¨ªna es un trabajo de escultor", afirma, "aunque a nivel at¨®mico". "Pruebas y a?ades estructuras hasta que concuerda con la forma de la prote¨ªna", dice. La importancia de las prote¨ªnas, explica, reside en que son las responsables de todo, o casi todo, lo que ocurre en el organismo: "Desde el cesto capaz de transportar ox¨ªgeno de los pulmones a los tejidos, como es la hemoglobina, hasta regular la cascada de se?ales que se producen desde que uno huele algo hasta que esa informaci¨®n llega al cerebro y evoca un recuerdo o una emoci¨®n, todo son prote¨ªnas ayudadas por minerales". La dificultad radica en que las prote¨ªnas tienen estructuras muy complejas. La belleza, en que son repetici¨®n de estructuras simples, los amino¨¢cidos.
Nacido hace 56 a?os en Aranda de Duero (Burgos), Abad se licenci¨® en F¨ªsicas en Valladolid y se fue a EE UU harto de una universidad monol¨ªtica. Eran los a?os setenta. "A m¨ª me interesaba la biof¨ªsica", cuenta, "pero un d¨ªa un catedr¨¢tico me vio con un libro de bioqu¨ªmica y me increp¨®: 'A mi despacho no se traen novelas', dijo. Era un mundo acad¨¦mico muy cerrado", rememora desde Chicago. Es domingo y Abad est¨¢ a punto de salir hacia el sincrotr¨®n donde va a revelar la estructura de uno de los f¨¢rmacos que ensaya para la que es su empresa desde 1985, los Laboratorios Abbott. Abad pasa las horas en el sincrotr¨®n, que define como "una catedral moderna" cuya aceleraci¨®n de electrones "permite hacer en minutos lo que antes tardaba horas".
Antes de llegar a Abbott, Abad se doctor¨® en cristalograf¨ªa de prote¨ªnas en la Universidad de Tejas y, tras una breve estancia en Espa?a, trabaj¨® en la Universidad de Purdue (Indiana), en una de las primeras estructuras de virus de plantas.
En su faceta dedicada a la s¨ªntesis de f¨¢rmacos, Abad fund¨® el laboratorio que hace 10 a?os hizo posible la s¨ªntesis del medicamento contra el sida Ritonavir. "Vemos por medio de la cristalograf¨ªa c¨®mo interacciona el f¨¢rmaco que ensayamos con la diana terap¨¦utica, generalmente un receptor, que es una prote¨ªna. En el caso del sida, la prote¨ªna es esencial para que el virus madure. Nosotros vemos si la mol¨¦cula es un inhibidor efectivo. Si no lo es, sugerimos cambios qu¨ªmicos; luego se pasa a los ensayos in vivo. Obtenemos una informaci¨®n muy valiosa, pero a menudo vemos que las mol¨¦culas que funcionan en el tubo de ensayo no sirven en los modelos animales porque hay m¨¢s variables", dice.
Abad asegura que hay que acortar la distancia que existe entre la gran cantidad de informaci¨®n sobre la gen¨¦tica de las prote¨ªnas y su estructura: "Se conocen los genes encargados de la fabricaci¨®n de varios centenares de miles de prote¨ªnas, pero s¨®lo conocemos unas 5.000 estructuras tridimensionales completas y distintas de prote¨ªnas", afirma.
Abad advierte de que muchas de las prote¨ªnas jam¨¢s podr¨¢n ser aisladas y cristalizadas. "La dificultad", se?ala, "no est¨¢ en establecer la estructura, sino en aislar las prote¨ªnas. Muchas est¨¢n dentro de membranas celulares y fuera de ellas son muy inestables".
Marcado por las estructuras naturales desde que de joven se par¨® a estudiar una telara?a en unos vi?edos de Burdeos, Abad destaca que "la vida son flujos y lo dif¨ªcil es atrapar esos flujos". Atraparlos significa reproducir en el tubo de ensayo la actuaci¨®n de las prote¨ªnas: "Una vez que la prote¨ªna est¨¢ retenida en un cristal, ya est¨¢ hecho casi todo el trabajo". Explica que lo habitual es medir las dimensiones de la prote¨ªna, olvidando a menudo el estudio de su rugosidad, "un factor clave para predecir su reactividad".
"El futuro de la s¨ªntesis de prote¨ªnas", afirma, " pasa por los ingenieros blandos, las bacterias". A?ade que a¨²n es pronto para sintetizar prote¨ªnas con funciones nuevas: "es un campo abierto, pero todav¨ªa se hace mucho mediante ensayo y error".
Abad se muestra esc¨¦ptico en cuanto al crecimiento de cristales en microgravedad: "Si el dinero que se utiliza para investigar en este campo se destinara a hacerlo en la Tierra se avanzar¨ªa mucho, pero en EE UU se exploran todas las v¨ªas de investigaci¨®n a la vez". F¨®rmula que Abad aplica. ?l combina las ciencias y las artes (su libro est¨¢ plagado de referencias musicales, literarias e hist¨®ricas).
Abad est¨¢ asentado en Chicago. Con mezcla de decepci¨®n y enfado explica que ha pretendido volver a Espa?a en dos ocasiones y que en ambas ha sido imposible. La primera, en 1984, se perdieron "misteriosamente" los papeles para concursar a una plaza pese a que los envi¨® por valija diplom¨¢tica. La segunda, en septiembre de 2002, no pudo optar a una plaza de biotecnolog¨ªa y cristalograf¨ªa en el CSIC, porque su doctorado era estadounidense y "no hab¨ªa tiempo para convalidarlo". Dolido e indignado, abandona la met¨¢fora y pasa a la comparaci¨®n: "Cuando el Madrid ficha a un futbolista no le pregunta d¨®nde ha aprendido a jugar al f¨²tbol, sino si marca goles. As¨ª deber¨ªa ser, y as¨ª es en EE UU. La ciencia en Espa?a lamentablemente es distinta".
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