?Habr¨¢ alg¨²n cambio?
Absortos en la guerra contra Irak, durante las ¨²ltimas semanas hab¨ªamos abandonado comentar los avatares -usar el t¨¦rmino "acontecimientos" ser¨ªa a todas luces desmesurado- de la pol¨ªtica catalana. Dejemos para las pr¨®ximas semanas el comentario de los nada menos que cuatro proyectos de reforma de estatutos y vayamos a la menuda -pero indicativa de su nivel- actualidad diaria.
El s¨²bito desenlace de la comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria sobre los sondeos de opini¨®n efectuados por el Gobierno de la Generalitat podr¨ªa considerarse como un aspecto m¨¢s de la surrealista vida pol¨ªtica catalana si no indicara que la alfombra debajo de la cual se esconden los trapos sucios que se tapan entre todos es m¨¢s grande de lo que imagin¨¢bamos. Si no resultara tan cacof¨®nico dir¨ªa que esta relampagueante comisi¨®n de investigaci¨®n supone la apoteosis del oasis. Aunque, quiz¨¢s, no sea ni eso. Es muy probable que, simplemente, sea el efecto de un mal c¨¢lculo: los socialistas nunca pensaron que el PP dejar¨ªa de impedir que se constituyeran comisiones de investigaci¨®n. Por eso las ped¨ªan.
Ahora bien, ante la inminencia de que por primera vez en los ¨²ltimos nueve a?os -y la ¨²nica vez en 23 a?os que CiU afrontaba en minor¨ªa un asunto de este tipo- el Parlament iba a comenzar a investigar les entr¨® el v¨¦rtigo: ellos, los socialistas, podr¨ªan resultar salpicados. Soluci¨®n: pactar una dimisi¨®n a puerta cerrada, sobre todo sin luz ni taqu¨ªgrafos, ni fot¨®grafos, ni televisi¨®n, ni ordenadores ni Internet. Soluci¨®n a la catalana: al fin y al cabo, todos -los de un bando y los de otro- tenemos la misma cultura, la misma lengua, la misma historia, las mismas tradiciones... y, adem¨¢s, pasamos juntos los fines de semana en el Empord¨¤ o en la Cerdanya. Sobretot no prenguem mal! Tras el acuerdo, los convergentes se van a pasar la Semana Santa tranquilos. El modelo catal¨¢n.
Sin embargo, algunos ciudadanos est¨¢n esperando, desde hace mucho tiempo, que en este pa¨ªs se investiguen las muchas cosas que se dice que pasan: aquellas de las que todos hablan en voz baja, con nombre, apellido y segundo apellido en muchos casos, pero que nadie tiene la decencia de contar en p¨²blico. Ciertamente esta vez se trataba de algo aparentemente menor si lo comparamos con asuntos de mayor envergadura, sobre todo econ¨®mica. Pero la investigaci¨®n que hab¨ªa llevado a cabo EL PA?S -?felicidades, muchachos!-, que es quien hizo p¨²blico el asunto, hab¨ªa sido mod¨¦lica al revelar con pruebas que el ¨ªntimo colaborador de Artur Mas hab¨ªa manipulado u ocultado al Parlament sondeos oficiales para favorecer a su jefe.
Por tanto, el asunto era s¨®lo aparentemente menor: en realidad quien hace una trampa -y fueron m¨¢s- puede hacer mil. Es m¨¢s, se convierte en tramposo. ?Puede aspirar un tramposo a ser presidente de la Generalitat? Mad¨ª, el colaborador, ha dicho que dimit¨ªa porque se sent¨ªa acosado, no porque reconociera su culpa. Por tanto, no se ha investigado nada, m¨¢s all¨¢ de las pruebas que ya hab¨ªa aportado este diario y El Peri¨®dico de Catalunya. La comisi¨®n ha cerrado su investigaci¨®n en falso y si bien ha habido dimisiones ¨¦stas no han podido ser debidas a una inexistente investigaci¨®n parlamentaria sino a las repercusiones que tuvieron unas informaciones period¨ªsticas.
La exigencia de responsabilidades pol¨ªticas como consecuencia de una investigaci¨®n, por tanto, no se ha producido. Lo ocurrido es, ¨²nicamente, que un alto cargo ha comunicado su dimisi¨®n en el Parlament, a puerta cerrada, para que no se investigara un turbio asunto. El principal partido de la oposici¨®n se hab¨ªa mostrado, previamente, de acuerdo. Esto, se?ores, s¨®lo se produce en la pol¨ªtica catalana, en este oasis de silencios y omert¨¤.
Porque podr¨ªamos seguir con otros asuntos por el estilo. Por ejemplo, con la informaci¨®n que el martes firmaba Pere Rusi?ol en estas p¨¢ginas referente a que los partidos catalanes han decidido incumplir el pacto que firmaron en el a?o 2001 seg¨²n el cual se compromet¨ªan a reducir gastos electorales a cambio de ser retribuidos con mayores subvenciones p¨²blicas. Con ¨¦stas ya en el bolsillo -?nada menos que 15 millones de euros para el conjunto de partidos!- han roto, sin verg¨¹enza alguna, el pacto. Los catalanes somos pactistas pero, claro, la pela ¨¦s la pela! Todo tambi¨¦n muy catal¨¢n...
Tambi¨¦n podemos recordar -siguiendo con los pactos- que hace unos d¨ªas Pasqual Maragall prometi¨® a las escuelas privadas concertadas que est¨¢n incumpliendo el deber legal de integrar un determinado porcentaje de alumnos inmigrantes en sus aulas que, en caso de ser elegido presidente de la Generalitat, les aumentar¨ªa la subvenci¨®n a cambio de que respetaran la ley. Es decir, en lugar de denunciar a la Administraci¨®n de la Generalitat por hacer la vista gorda ante una flagrante vulneraci¨®n de la legalidad, se opta por premiar a quienes se aprovechan de la misma. Asombrosa e ingenua soluci¨®n de un partido que se considera de izquierda. Porque los centros de ense?anza, no lo duden, tras aumentarles la subvenci¨®n, har¨¢n lo mismo que han hecho los partidos tras prometer reducir los gastos electorales: coge el dinero y corre, como dec¨ªa Woody Allen. Para buscar el voto conservador hay que hacer, ciertamente, cosas que son impresentables en un partido socialista. Aunque los estrategas socialistas deben saber que lo que se gana por un lado se pierde por el otro.
Tras 23 a?os de Gobierno de CiU en la Generalitat a algunos ciudadanos les gustar¨ªa un cambio: un cambio en la orientaci¨®n pol¨ªtica, en el modo de gobernar, en la transparencia administrativa, en la eficacia de la acci¨®n de gobierno, en que cesara el agobio identitario. Pero muchos de estos ciudadanos, tal como van las cosas, no saben muy bien a qui¨¦n votar. Si ganan los socialistas ?habr¨¢ alg¨²n cambio?, se preguntan.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UAB.
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