Decepcionante capricho
Como ¨²nico bot¨®n de muestra de ballet acad¨¦mico viene a este festival una agrupaci¨®n menor que evidentemente no pasa por su mejor momento. Su directora procede por formaci¨®n y carrera de la ?pera de Par¨ªs, y as¨ª se ha empe?ado en dotar a su conjunto de un repertorio meritorio, pero que, para ser bien llevado a escena, necesita de otros elementos humanos mejor dotados y dispuestos, adem¨¢s de criterios est¨¦ticos. La compa?¨ªa marsellesa ofrece un nivel de baile mediano, justo en el l¨ªmite de lo aceptable hoy d¨ªa para la interpretaci¨®n de los cl¨¢sicos.
Abri¨® el programa Capriccio, una denominaci¨®n en desuso para la segunda parte de Jewels (el ballet que traer¨¢ al Teatro Real de Madrid la ?pera de Par¨ªs la pr¨®xima temporada), que se llama en realidad Rubies. El propio core¨®grafo us¨® Capriccio al poner fuera del New York City Ballet este fragmento, pero ya despu¨¦s de muerto Balanchine, tanto La Scala como la ?pera de Par¨ªs, entre otros, la llaman por su exacto nombre: Rubies.
Ballet Nacional de Marsella
Capriccio. (Rubies. Extracto de Jewels): Balanchine / Stravinski; Giselle (2? acto). Petipa-Coralli-Perrot-Pietragalla / Adam. Direcci¨®n art¨ªstica: Marie-Claude Pietragalla. Festival Madrid en Danza. Teatro de Madrid. 15 de abril.
Tampoco es exacto que Balanchine pasara por un escaparate y se obnubilara con los pedruscos de los joyeros neoyorquinos Van Cleef & Arpels. La realidad fue bien distinta: su amigo Nathan Milstein le present¨® a Claude Arpels. Balanchine reconoc¨ªa su admiraci¨®n febril por las gemas por su origen georgiano. Pero Rubies brilla poqu¨ªsimo tal como lo baila esta compa?¨ªa, sin atender al estilo y din¨¢mica originales y con pocos aciertos en los acentos musicales.
Con el segundo acto de Giselle el asunto es menos glorioso a¨²n. Pietragalla ha querido coreografiar sobre la obra cl¨¢sica y lo que ha tocado en realidad ha perdido dibujo y una vez m¨¢s se ha descuidado el estilo de la obra. Las ambientaciones, pretendidamente actuales, suelen resultar oscuras y nada aportan a la pieza rom¨¢ntica original. Un ejemplo: la core¨®grafa obvia las formaciones convencionales y crea un c¨ªrculo desde el comienzo con las miembros del cuerpo de baile, dibujo que en el original se reserva para el cl¨ªmax de la acci¨®n y que tiene un sentido preciso que aqu¨ª se pierde. Por otra parte, en lo est¨¦tico, hay pobreza escenogr¨¢fica con una cruz que compite en fealdad y tama?o con la del Valle de los Ca¨ªdos y que para nada evoca la tumba de una campesina, y un vestuario que quiere ser de los a?os treinta y que resulta deslavado y poco favorecedor. Tampoco se entiende que la organizaci¨®n no explique qui¨¦n baila y qu¨¦ cambios hay en el elenco de acuerdo a lo impreso en los programas. Todos esos elementos son los que dan seriedad a un festival, y todos son igualmente importantes.
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