Un parque bot¨¢nico con historia
La localidad alavesa de Nanclares recupera como espacio natural el antiguo monasterio de Santa Catalina
En las estribaciones de la sierra de Badaya, en el t¨¦rmino alav¨¦s de Trespuentes, surge desde ayer un in¨¦dito parque en una hondonada casi impracticable hasta hace unos a?os. Con la inauguraci¨®n del jard¨ªn bot¨¢nico de Santa Catalina vuelve a tener uso la que fuera primera residencia de los se?ores de Iru?a, luego monasterio de jer¨®nimos y agustinos, refugio de carlistas y, por ¨²ltimo, morada de los rom¨¢nticos de la zona.
Entre estos ¨²ltimos se encuentran, sin duda, Eduardo ?lvarez de Arcaya y Manuel Rivas, respectivamente director del parque y alcalde de Iru?a de Oca, municipio al que pertenecen estos 32.500 metros cuadrados. El primero es el visionario que rastre¨® entre estas ruinas la posibilidad de realizar una obra singular que respetara el entorno y la memoria; el alcalde peneuvista entendi¨® las posibilidades de una zona privilegiada en la historia de ?lava que adem¨¢s ofrec¨ªa condiciones clim¨¢ticas y geogr¨¢ficas para su reconversi¨®n en atractivo paisaj¨ªstico.
Eduardo ?lvarez de Arcaya lo contaba ayer al numeroso s¨¦quito que sigui¨® el paseo por el parque. Cuando los primeros excursionistas acud¨ªan a lo que quedaba del monasterio de Santa Catalina, las ruinas se camuflaban entre la vegetaci¨®n que hab¨ªa invadido un complejo vital formado por iglesia, edificios de viviendas, terrazas de cultivo y canalizaci¨®n de las aguas que bajaban de la monta?a.
A lo largo dela historia, Santa Catalina fue una localizaci¨®n privilegiada de dominio de la Llanada alavesa hasta la entrada a Alsasua, adem¨¢s de contar con la protecci¨®n de la sierra de Badaya, que la pon¨ªa al resguardo de miradas hostiles. Quiz¨¢ por eso los carlistas se apropiaron del enclave en las guerras del XIX. Pero en estos tiempos el lugar no era ¨²til ni para los pastores de la zona, aunque manten¨ªa su aire buc¨®lico.
La recuperaci¨®n ha sido costosa. Que se lo pregunten a los j¨®venes (mujeres en su mayor¨ªa) integrantes del taller de trabajo que han convertido en un parque natural lleno de senderos esta zona privilegiada de clima atl¨¢ntico y mediterr¨¢neo. Han sido muchas horas de alba?iler¨ªa, canter¨ªa y jardiner¨ªa desde 1999 hasta hoy. El resultado es un complejo que apuesta por las especies aut¨®ctonas (por ejemplo, la especial atenci¨®n al enebro) concili¨¢ndola con la introducci¨®n de plantas y ¨¢rboles for¨¢neos, como los cactus. Eso s¨ª, la intenci¨®n es que el jard¨ªn bot¨¢nico acabe por ser un parque natural, donde no sea necesaria la ayuda artificial a las plantaciones.
En el paseo no hay que olvidar la visita a las ruinas de la iglesia, con una escalera de caracol que lleva hasta el campanario. Desde aqu¨ª, no es dif¨ªcil imaginarse c¨®mo el se?or de Iru?a miraba hacia Vitoria y pod¨ªa llegar a ver la torre de Do?a Otxanda, justo en l¨ªnea recta, y sentirse orgulloso de sus posesiones.
[La inauguraci¨®n del parque por la vicelehendakari Idoia Zenarruzabeitia no estuvo exenta de pol¨¦mica. El PP acus¨® al alcalde de marginar al representante del Ministerio de Trabajo, que ha financiado gran parte de los trabajos, y de hacer electoralismo].
Horario: de martes a viernes, de 10 a 15. S¨¢bados, de 10.30 a 14.30; y de 16 a 18. Domingos y festivos, de 10.30 a 14.30.
Entrada: 3 euros. Grupos: 2 euros.
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