El dictador m¨¢s viejo
La Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU no fue capaz el jueves de condenar la oleada represiva desatada desde hace un mes en Cuba. Los equilibrismos habituales en ese organismo, m¨¢s la bula de que goza el r¨¦gimen castrista en algunos pa¨ªses, se tradujo en unas votaciones que s¨®lo a Castro pueden satisfacer.
Cuarenta de los 79 disidentes detenidos en marzo ya han sido condenados a penas de entre 10 y 27 a?os por actividades como escribir para una revista digital, entrevistarse con diplom¨¢ticos extranjeros o recoger firmas en apoyo de la celebraci¨®n de un referendum sobre el cambio pol¨ªtico. La marea represiva, culminada con el juicio y ejecuci¨®n sumaria de tres de los once secuestradores de una embarcaci¨®n con la que pretend¨ªan huir a Estados Unidos, es la respuesta del r¨¦gimen a las peticiones de sectores opositores moderados para que sea el propio Castro quien inicie un proceso de apertura. El m¨¢s antiguo dictador del mundo (Sadam era probablemente el segundo) no est¨¢ dispuesto; como grit¨® pat¨¦ticamente hace unos a?os, "marxismo-leninismo o muerte".
La movilizaci¨®n contra la guerra de Irak ha sido aprovechada ahora para presentar como "lacayos del imperialismo" a los opositores internos. Esa utilizaci¨®n oportunista y siniestra de la opini¨®n p¨²blica internacional merec¨ªa una reacci¨®n clara de quienes han respaldado las movilizaciones. As¨ª lo exigi¨® Aznar el pasado s¨¢bado, emplazando en particular a los socialistas a condenar las ejecuciones de Castro con tanta energ¨ªa como las muertes de iraqu¨ªes. Es cierto que la izquierda espa?ola ha sido en el pasado muy tolerante con la dictadura castrista, pero no m¨¢s que el fundador del PP, Manuel Fraga, y coincide que en esta ocasi¨®n fueron precisamente los socialistas quienes, en un debate sobre la guerra de Irak, celebrado el mismo d¨ªa en que se conocieron las sentencias contra los disidentes, hicieron una expresa condena en el pleno del Congreso.
Al igual que otros dictadores de menor cuant¨ªa, como Obiang, Castro lleva a?os utilizando la causa de los derechos humanos como moneda de cambio en sus relaciones internacionales. Por ello, este nuevo alarde merec¨ªa tambi¨¦n una reacci¨®n inequ¨ªvoca de parte del organismo de la ONU supuestamente especializado en la defensa de los derechos humanos. Pero la comisi¨®n, que preside nada menos que la Libia de Gaddafi, se ha limitado a aprobar una resoluci¨®n que se conforma con pedir a Castro que autorice la entrada en la isla de una comisionada ya designada hace meses y a rechazar una enmienda que exig¨ªa la liberaci¨®n de los disidentes. En resumen, un flaco favor al sistema de Naciones Unidas, a la causa de los derechos humanos y a quienes sufren la opresi¨®n de la bota castrista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.