Paisajismo antiglobalizador
Cuando en 1998 se cumpli¨® el 150? aniversario del Manifiesto comunista, la industria editorial mostr¨® escaso inter¨¦s en celebrarlo, dada la muerte del marxismo certificada nueve a?os antes en beneficio del m¨¢s feliz final de la historia que pod¨ªan haberse imaginado los neoliberales. Puesto que el ¨²nico eslogan vencedor era el de "?financieros e internautas de todos los pa¨ªses, un¨ªos!", la vieja llamada de Marx a la lucha com¨²n de todos los proletarios del planeta ya no parec¨ªa tener ning¨²n sentido. No obstante, como los viejos rockeros nunca mueren, algunos de los marxistas sobrevivientes permanecieron fieles a sus or¨ªgenes. La verdad es que no fueron muchos, pues casi todos se pasaron al enemigo con el pretexto del com¨²n economicismo que vincula a liberales y marxistas, que tambi¨¦n coinciden en compartir el mismo determinismo tecnol¨®gico. De ah¨ª que tantos ex marxistas sean hoy vulgares apologistas de Internet.
ESPACIOS DE ESPERANZA
David Harvey
Traducci¨®n de Cristina Pi?a
Akal. Madrid, 2003
328 p¨¢ginas. 25 euros
Pero no todos hicieron lo mismo, pues algunos recalcitrantes se empe?aron contra viento y marea en resistir a la venalidad del cambio. Fueron los mismos que, ante la incomprensi¨®n general, intentaron celebrar la conmemoraci¨®n del Manifiesto comunista tratando de releerlo -o sea, de reconstruirlo en un lenguaje contempor¨¢neo- para ponerlo al d¨ªa en un sentido tanto laboralista como emancipador. Pues bien, atravesando la doble barrera selectiva de la edici¨®n y la traducci¨®n, ahora llegan a nuestras librer¨ªas dos ejemplares de esta rara avis: las Aventuras marxistas (en Siglo XXI) del neoyorquino Marshall Berman -mundialmente conocido por su c¨¦lebre obra maestra Todo lo s¨®lido se desvanece en el aire-, y estos Espacios de esperanza del bristolense trasplantado a Baltimore David Harvey, que es el ¨²nico de los dos que voy a comentar aqu¨ª.
Su autor no es desconocido entre nosotros, pues hace a?os (en 1979) Siglo XXI tradujo su Social Justice and the City (1973) con el t¨ªtulo de Urbanismo y desigualdad social. Por eso Manuel Castells, en su ya c¨¦lebre La sociedad red, cita abundantemente otro de sus libros m¨¢s recientes: The condition of Postmodernity (1989). Pero David Harvey no es un soci¨®logo urbano sino un ge¨®grafo humano, que no es lo mismo, pues la metodolog¨ªa sociologista de aqu¨¦llos, que define al territorio como una construcci¨®n social, es sustituida por otra que entiende la sociedad como una construcci¨®n territorial. Por desgracia, la geograf¨ªa humana es la pariente pobre de las ciencias sociales, por lo que su determinismo territorial no ha sido escuchado, dada la hegemon¨ªa impuesta por el doble determinismo dominante, que es a la vez social y sobre todo hist¨®rico.
Pero en estos tiempos de capitalismo global, la perspectiva del ge¨®grafo debiera ser la dominante, si nos tomamos en serio el concepto de globalizaci¨®n. De ah¨ª la importancia de este libro, que propone sustituir el materialismo hist¨®rico del viejo marxismo por el nuevo materialismo espacial que su autor propone. Pero lo hace partiendo de Marx, precisamente, pues reinterpreta el Manifiesto comunista como primer gran texto pionero en definir y criticar la globalizaci¨®n capitalista, proponiendo v¨ªas emancipatorias capaces de superar sus peores injusticias, injusticias que Harvey redefine como desarrollo geogr¨¢fico desigual, a la vez local y global. Y aqu¨ª destaca el extenso cap¨ªtulo 8 que contiene un impresionante an¨¢lisis del ¨¢rea metropolitana de Baltimore, como ejemplo de la m¨¢s injusta degradaci¨®n urbana donde coexisten brillantes espejismos espectaculares junto a una masiva miseria callejera, excluida y explotada.
En suma, el capitalismo act¨²a como un depredador de territorios, que reconstruye para comercializar como paisajes mercantiles. Pero si los explotadores son antipaisajistas especulativos, los anticapitalistas han de convertirse en paisajistas morales, recreando esos espacios para la esperanza que dan t¨ªtulo al libro. Son las utop¨ªas, como paisajes ficticios que permiten redise?ar el territorio colectivo. Pero si hasta aqu¨ª las utop¨ªas eran hist¨®ricas -o de dise?o temporal, que busca colonizar y domesticar el futuro-, como todav¨ªa lo son tanto el viejo marxismo como el neoliberalismo, en tiempos de globalizaci¨®n nos hacen falta utop¨ªas geogr¨¢ficas de dise?o espacial, que busquen regenerar el territorio para recrearlo como nuevo paisaje c¨ªvico, donde todos podamos desarrollar nuestras plurales capacidades de interacci¨®n corporal.
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