"Me encantar¨ªa encontrar m¨¢s escritores que estuvieran donde no les conviene"
Una bailarina rusa adiestr¨® al autor mexicano Xavier Velasco en el beso con r¨¢bano picante japon¨¦s, levant¨¢ndole la boina el d¨ªa de autos, y, sin pretenderlo, contribuy¨® a la definici¨®n de Diablo Guardi¨¢n, VI Premio Alfaguara de Novela. El jurado descubri¨® una est¨¦tica diferente, a un narrador original y moderno que se adentra con picard¨ªa en la marginalidad, los bajos fondos y las complejidades humanas. Tard¨® tres a?os en escribir la historia y muchos m¨¢s en cimentarla. Violetta, su protagonista, escap¨® de M¨¦xico a Estados Unidos a los 15 a?os, el d¨ªa en que sus padres iban a encerrarla en un manicomio. Las pas¨® putas y, de hecho, ejerci¨® la profesi¨®n. El rompedor Xavier Velasco, de 44 a?os, nacido en una familia acomodada, fue estudiante en las mejores universidades privadas de M¨¦xico, y huy¨® de las aulas como de Satan¨¢s. Dej¨® dos carreras, Letras y Pol¨ªticas. Le ense?aron literatura como quien imparte ciencia forense o entomolog¨ªa, como quien equipara a Groucho Marx con un payaso m¨¢s, y entonces opt¨® por nadar a contracorriente y nutrirse de la calle y la vida. Arranc¨® a escribir a los 9 a?os, ha hecho muchas cosas: desde trabajar en publicidad y saltar en paraca¨ªdas hasta sumergirse en el mundo de la noche y del tugurio en Luna llena en las rocas.
"Diablo Guardi¨¢n deb¨ªa ser como un beso con r¨¢bano picante"
Velasco apenas frecuenta talleres y capillas literarias y casi toda su obra ha sido publicada en diarios y revistas mexicanas. Ahora podr¨¢ pagar el pr¨¦stamo que le permiti¨® aislarse del mundo y de los amigos, y acabar el libro del demonio vigilante, su novela sobre anhelos, frustraciones y fronteras interiores. Incorporando el spanglish, lo escribi¨® a mano, en un cuaderno de anillas, para identificar en las tachaduras la sangre del texto y de sus propias dudas.
La literatura mexicana, dice, ha sido una iglesia solemne e insoportable, frecuentada por biempensantes, por autores pol¨ªticamente correctos, m¨¢s bien cobardes, arrimados a la conveniencia. "Maldita sea. A m¨ª me encantar¨ªa encontrar m¨¢s escritores que estuvieran donde no les conviene". ?l es uno de ellos.
Compuso sonetos como quien completa crucigramas. "A m¨ª me gust¨® arriesgar, saltar en paraca¨ªdas y tirar los dados". No le gusta la comodidad de las becas, la placidez de las canonj¨ªas y de los subsidios estatales.
La relaci¨®n de escritores y sinodales que influyeron en Xavier Velasco no se agota en su devoci¨®n por Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Arturo P¨¦rez Reverte, Javier Mar¨ªas o Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. Hay otros muchos. Se ri¨® con El bajel de las vaginas voraginosas, de Josep Bras, y le dio por visitar c¨¢rceles y escuchar a los presos: un refresco a cambio de sus desahogos. "?Por qu¨¦ una gente mata a otra, por ejemplo? Aprend¨ª mucho m¨¢s en el Reclusorio Sur que en la Universidad Iberoamericana".
PREGUNTA. ?C¨®mo naci¨® Diablo Guardi¨¢n?
RESPUESTA. Durante mucho tiempo pens¨¦ que ten¨ªa personaje y que no ten¨ªa novela. Mi personaje era una mujer con prisa, a la que ven¨ªa espiando. Un hombre segu¨ªa a una mujer hasta que prescind¨ª de ¨¦l y me puse a seguirla yo. Cuando ya empec¨¦ a tener historia me di cuenta de que el personaje que cre¨ª que ten¨ªa, no ten¨ªa nada. La mujer no sab¨ªa por qu¨¦ corr¨ªa. Yo no ten¨ªa ninguno de sus porqu¨¦s, s¨®lo sus c¨®mo.
P. ?Qui¨¦n era esa mujer?
R. Una mujer mexicana que iba huyendo de una serie de situaciones. Fui construyendo la historia hasta que entend¨ª de qu¨¦ hu¨ªa, pero a nivel anecd¨®tico, no a nivel de motivaci¨®n personal. Me di a seguirla, a entenderla, a partir de 2000, aunque los ensayos son m¨¢s del a?o 1982. Comenc¨¦ a escribir la novela, formalmente, en 1987, pero la dej¨¦ en la cuartilla n¨²mero 70.
P. ?Entend¨ªa ya al personaje?
R. No hab¨ªa acabado de entenderlo. No sab¨ªa por qu¨¦ hac¨ªa lo que hac¨ªa. No me acababa de quedar claro.
P. Y aparece entonces una stripper rusa que se llama Violetta.
R. Conoc¨ª a esa mujer en la calle y me enamor¨¦ in¨²tilmente durante tres d¨ªas. No iba a poder seguirla. Lo que m¨¢s me doli¨® fue saber que la iba a explotar, a chulear. Yo pod¨ªa seguirla y alcanzar la desdicha tal como me lo hab¨ªa propuesto y logrado tantas veces en mi vida, pero me di cuenta de que si no la segu¨ªa iba a alcanzar la novela.
P. ?Cu¨¢l era la historia de esta chica?
R. Hu¨ªa de un Mosc¨² donde ya hab¨ªa llegado la Rolls Royce. Hu¨ªa de la miseria, de la clase media que la hab¨ªa alumbrado y llenado de unas ambiciones que no hab¨ªa podido llenar. Pero se dijo, "yo me quedo s¨®lo con la ambici¨®n". Y empez¨® a correr y ah¨ª fue cuando entend¨ª por qu¨¦ corr¨ªa.
P. La pod¨ªa haber inventado desde cero.
R. Hubiera sido muy f¨¢cil, de hecho lo fue, mucho tiempo antes, pero en literatura no se inventa. Necesitaba seguirla. En realidad esta historia la escribi¨® Violetta.
P. Imagino que los tres d¨ªas de convivencia con ella aportaron mucho material.
R. Fueron d¨ªas muy intensos y voy a dar una imagen para expresar la intensidad de esos d¨ªas. Un d¨ªa nos fuimos a comer sushi y nos empezamos a dar unos besos muy apasionados. Pero lo m¨¢s bonito es que ella cog¨ªa un gran pedazo de esa pasta verde que acompa?a el pescado y es muy fuerte (wasabi), se lo met¨ªa en la boca y me daba un beso. Me ard¨ªa la boca y me ard¨ªa todo, pero, por supuesto, que no quieres parar. Es un dolor que te gusta. La novela ten¨ªa que ser un beso bien surtido, que me romp¨ªa todas las certezas al hacerlo y al mismo tiempo me daba un placer intenso. Quer¨ªa una escritura as¨ª, un lenguaje as¨ª, un ritmo as¨ª.
P. Su experimentaci¨®n con el ritmo data de muy atr¨¢s.
R. Durante m¨¢s de diez a?os quise darle a la prosa un ritmo.
P. ?El que le marcaba el rock?
R. Yo escrib¨ª mucho tiempo de m¨²sica. Hab¨ªa algo de ritmo que la escritura me estaba pidiendo. Cuando escrib¨ª de m¨²sica nunca quise ser cr¨ªtico. Odiaba la idea de ser cr¨ªtico. Siempre pens¨¦ que lo ¨²nico cr¨ªtico era mi situaci¨®n econ¨®mica. Trat¨¦ no de decir este disco es bueno, malo o mejor que aqu¨¦l, sino de traducir a palabras los sonidos que escuchaba, aunque quiz¨¢ lo que escrib¨ªa no tuviera mucho sentido. Es decir, como piensa un poeta, para quien las palabras no son conceptos sino cosas.
P. ?Qu¨¦ ritmo tiene Diablo Guardi¨¢n?
R. Punk. La escrib¨ª escuchando al grupo Stereo Total, a Agipop, Piscis, y cosas intensas, fuertes. Generalmente me la paso escuchando m¨²sica de cantantes y chanteuses vehementes y dementes si es posible. Billie Holiday me ayud¨® mucho.
P. Parecen seducirle los locoides, el mundo lim¨ªtrofe con la cordura?
R. Lo que pasa es que la cordura es muy escasa. La gente normal es rar¨ªsima. Las personas normales son tremendamente extra?as. Como me ha resultado tan dif¨ªcil comprender la extra?eza de la gente normal, pues me he dedicado a buscar entre los locos, que por alguna raz¨®n me resultan m¨¢s f¨¢ciles de entender y m¨¢s entra?ables. De alguna manera, me siento m¨¢s a gusto entre la gente que usa camisa manga extra large.... "You know what I mean?".
P. ?Se considera usted un cronista urbano?
R. Me considero un ser urbano.
P. ?Le cuesta escribir?
R. A uno le cuesta escribir porque uno quiere. Una vez que dominas ciertas t¨¦cnicas b¨¢sicas podr¨ªas quedarte ah¨ª y no meterte en camisa de once varas, porque entonces te cuesta un trabajo endemoniado. Ahora lucho por encontrar la sencillez.
P. ?Y la literatura espa?ola contempor¨¢nea?
R. Experimento una envidia muy grande porque es donde se est¨¢n moviendo las cosas, como en otro momento ocurri¨® en Latinoamericana. El escritor latinoamericano que diga que no es cierto est¨¢ mintiendo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.