El r¨ªo sin cabras
El cabrero de Aznalc¨¢zar, el pueblo m¨¢s afectado por la riada, ha perdido la mitad del reba?o al quedarse sin pasto
Todav¨ªa no clareaba cuando Alonso S¨¢nchez Fuentes escuch¨® tal fragor que pens¨® en el avance alocado de las aguas de un pantano roto. Y algo se hab¨ªa roto aquella madrugada del 25 de abril de 1998 varios kil¨®metros m¨¢s arriba del valle del Guadiamar: una balsa minera que solt¨® seis millones de litros de lodos pir¨ªticos y aguas ¨¢cidas que avanzaron imparables y ruidosas hasta las puertas del Parque Nacional de Do?ana. En su descenso fluvial -afectaron a 62 kil¨®metros del cauce- anegaron f¨¦rtiles tierras agr¨ªcolas y tambi¨¦n los pastos arrendados por Alonso S¨¢nchez para sus cabras en la localidad de Aznalc¨¢zar (Sevilla).
Desde el vertido, hace cinco a?os, ha perdido m¨¢s de la mitad de cabezas. De un reba?o de 600 cabras sobreviven 330. "La mayor¨ªa, muertas de tristeza", dice sin sombra de burla. "Son animales acostumbrados a estar en el campo y no se puede estabularlos de buenas a primeras", aclara. Desde las cercas que encierran ahora a su ganader¨ªa se divisa una generosa panor¨¢mica del valle del Guadiamar y de las fincas por las que antes pastaron libremente. A diario, el pastor las libera de su encierro durante unas horas junto a la v¨ªa del tren. "El cambio ha sido mal¨ªsimo, la cabra es muy delicada y no se adapta bien a la estabulaci¨®n, estaban acostumbradas a mucho andar, ahora est¨¢n muy flojas", indica.
Nada en el campo recuerda ahora aquellas tierras enlodadas de hace cinco a?os y que ahora forman parte del corredor verde. Nada excepto las cabras, los perros y el pastor Alonso, que viven su propio luto desde entonces: "Esto es mucho trabajo, era de d¨ªa y de noche, pero te merec¨ªa la pena, yo pod¨ªa hacer poco a poco esto, a base de pr¨¦stamos, pero ahora ni as¨ª, estoy aguantando a ver lo que pasa, pero no lo aguanta cualquiera, yo no he debido nunca dos millones de pesetas en pienso y los debo ahora, lo que pasa es que soy persona de no rendirme".
Sin indemnizaci¨®n
El cabrero se queja de que s¨®lo percibi¨® una ayuda de unos 18.000 euros por gastos excepcionales tras el vertido que, sin embargo, superaron los 30.000 y de que no recibi¨® ninguna indemnizaci¨®n por las expropiaciones de terrenos. Para los arrendatarios, como era su caso, se reserv¨® un porcentaje de la tasaci¨®n que el propietario de la finca deb¨ªa entregar a modo de compensaci¨®n. Dice Alonso que no le han dado nada a pesar de que ten¨ªa arrendadas cerca de 40 hect¨¢reas, que fueron expropiadas por la Junta de Andaluc¨ªa para construir el corredor verde. "Pero yo soy m¨¢s lanzado que problem¨¢tico", dice como si quisiera excusarse por no haber exigido lo suyo.
Aznalc¨¢zar fue la poblaci¨®n m¨¢s afectada por el vertido con 2.789 hect¨¢reas contaminadas, el 60,2% del total. A gran distancia le siguieron los t¨¦rminos de Sanl¨²car la Mayor (con 695 hect¨¢reas, el 15%) y Villafranco del Guadalquivir (494 hect¨¢reas, 10,66%). En Aznalc¨®llar, donde se rompi¨® la balsa minera de Boliden, la tierra perjudicada no lleg¨® a las 13 hect¨¢reas (0,27%), aunque se convirti¨® en el s¨ªmbolo del siniestro ambiental al tratarse del epicentro. Para mal y para bien.
"Nos ha dolido que la ¨²nica que interviene aqu¨ª es la Consejer¨ªa de Medio Ambiente con el corredor verde, pero no ha habido detr¨¢s un cuidado como ocurre con Aznalc¨®llar", lamenta la alcaldesa de Aznalc¨¢zar, Magdalena Maqueda (PSOE). Ni ella ni el teniente de alcalde, Domingo Le¨®n, critican el mimo oficial hacia Aznalc¨®llar pero ninguno de los dos esconde cierto pesar por la desatenci¨®n hacia el suyo. "Es una espina que tenemos clavada dentro", dice suavemente la alcaldesa antes de recordar que su localidad fue la m¨¢s perjudicada por la riada de agua y lodo.
En la poblaci¨®n residen 150 de los 200 agricultores expropiados. "He visto alguno llorar mientras firmaba el acta", recuerda la alcaldesa. Los agricultores "de verdad", como ella dice, han invertido el dinero en nuevas fincas, lo que ha generado un efecto especulativo sobre el resto de las tierras agr¨ªcolas. Zonas despreciadas antes, como las marismas, se han revalorizado a ojos de los cultivadores. "El vertido no provoca un crack porque es un t¨¦rmino grande, pero la gente que ya no produce deja de dar empleo", indica Le¨®n. Esa cadena de afectados sin indemnizaci¨®n comienza en el jornalero y sigue hasta la tienda de comestibles. Desde el vertido se han perdido 200.000 peonadas en el pueblo, seg¨²n el teniente de alcalde, a raz¨®n de 40.000 por a?o. "Y eso ya no lo recuperamos nunca", remacha.
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