Mujeres en primera l¨ªnea del frente
La cara menos conocida de la guerra en Irak es femenina. M¨¢s de 30.000 mujeres con distintos rangos han participado en la invasi¨®n pilotando aviones de combate y helic¨®pteros Apache, mandando compa?¨ªas de polic¨ªa militar y de despliegue de veh¨ªculos armados o ejecutando operaciones de inteligencia t¨¢ctica, puestos que eran impensables hace tan s¨®lo una d¨¦cada. Pero en 1992, despu¨¦s de la primera guerra del Golfo, comenz¨® silenciosamente una revoluci¨®n femenina en el Ej¨¦rcito de Estados Unidos.
La llegada ese a?o de Bill Clinton a la Casa Blanca dio cuartel a las reivindicaciones de las militares. El presidente nunca fue un entusiasta de los asuntos castrenses, pero s¨ª de las causas femeninas. Con tan poderoso aliado, las militares fueron tomando posiciones. Primero consiguieron que el Congreso anulara la "cl¨¢usula de riesgo", vigente desde los setenta, que las exclu¨ªa de la primera l¨ªnea de fuego o de unidades susceptibles de entrar en combate. Y en 1994, el Pent¨¢gono les abri¨® miles de vacantes, sobre todo en la marina y la aviaci¨®n, aunque todav¨ªa existen cotos vedados en artiller¨ªa o infanter¨ªa. "Las mujeres no pueden prestar servicio en tanques blindados, fuerzas especiales o en submarinos, entre otros puestos", explica Laura Miller, experta en temas militares de RAND Corporation.
Las militares reivindican su derecho a mandar pelotones de artiller¨ªa u otras funciones similares hasta ahora vetadas. Ellas representan el 15% del total de las Fuerzas Armadas de EE UU
Los ingenieros que montaron los puentes para cruzar el ?ufrates eran mujeres, hubo francotiradoras, brigadas que apoyaron a la infanter¨ªa, lanzadoras de misiles, pilotos de bombarderos...
Adem¨¢s de razones de riesgo f¨ªsico, las prohibiciones se fundamentan en la doctrina de la "distracci¨®n sexual", seg¨²n la cual la atracci¨®n puede menoscabar el juicio de los soldados en combate y hacer que se centren m¨¢s en proteger a sus compa?eras que en aniquilar al enemigo. Un segundo argumento es el peligro de que el enemigo viole a prisioneras de guerra.
Los "viejos tab¨²es"
Son "viejos tab¨²es" de corte machista promovidos desde el sector m¨¢s conservador de las filas castrenses, aduce el movimiento en pro de la igualdad de sexos en el Ej¨¦rcito, integrado por tres cuartas partes de la plantilla femenina del Pent¨¢gono, seg¨²n un estudio realizado por RAND Corporation.
De hecho, la exclusi¨®n de las mujeres de ciertos destinos es una muestra de discriminaci¨®n. Esa discriminaci¨®n no se traduce en diferencias salariales o de oportunidades de ascenso, ni tampoco se percibe en el trato diario. "Comparados con los civiles, los militares tienen mejor disposici¨®n para trabajar con mujeres, incluso cuando ellas son las jefas", afirma Miller, que lleva diez a?os estudiando el papel femenino en las Fuerzas Armadas norteamericanas.
La experiencia de la sargento de los Marines Sandra Aspiazu parece secundar el an¨¢lisis de Miller: "No he tenido problemas con los hombres que est¨¢n bajo mi mando. Les digo lo que tienen que hacer y, si act¨²as de forma profesional, te respetan". Aspiazu, nacida en Colombia hace 31 a?os, actualmente -embarazada de ocho meses- cumple servicio en una base de entrenamiento (cuya ubicaci¨®n no se puede revelar por las normas de seguridad impuestas por el Pent¨¢gono para poder hacer entrevistas).
Aspiazu, la subteniente de infanter¨ªa Sarah Fritts y la cadete Sonya Hurse desean, al igual que la mayor¨ªa de sus colegas, ser juzgadas por su capacidad. La han estado demostrando en Somalia, Hait¨ª, Bosnia, Kosovo y Afganist¨¢n, pero la guerra de Irak va a ser la prueba definitiva de esa capacidad, as¨ª como del avance femenino en los escalafones del Ej¨¦rcito. En algunos casos ha sido una prueba de fuego en el sentido literal. La soldado Jessica Lynch pele¨® hasta la ¨²ltima bala jug¨¢ndose la vida.
Otras "proezas" han pasado m¨¢s inadvertidas internacionalmente: Los ingenieros que montaron los puentes para cruzar el ?ufrates eran mujeres, hubo francotiradoras, brigadas que apoyaron a la infanter¨ªa, lanzadoras de misiles Patriot, pilotos de bombarderos o de helic¨®pteros que trasladaban a una zona de batalla abriendo fuego en medio de complicadas maniobras para escapar del fuego enemigo. Una de estas ¨²ltimas fue la subteniente Fritts, a bordo de un helic¨®ptero Kiowa (apodado Mono Borracho) durante una misi¨®n de reconocimiento en la ciudad de As Samawah.
La cadete Hurse opina que la actuaci¨®n de las mujeres en Irak ha servido para "contrarrestar los estereotipos" de que s¨®lo son enfermeras o administrativas. "Ya no se pelea como se sol¨ªa pelear antes. En cualquier destino te puedes ver en situaci¨®n de combate". Hurse est¨¢ en una academia militar en espera de que en mayo la destinen a una unidad de inteligencia.
La publicidad generada por la captura de Lynch ha reabierto el debate en EE UU sobre la funci¨®n de la mujer en los frentes de batalla. Conservadores y liberales han adoptado el caso acomod¨¢ndolo a sus respectivas conveniencias pol¨ªticas. Organizaciones como Independent Women's Forum (IWF) y Center for Military Readiness (CMR) est¨¢n ferozmente en contra de ampliar las competencias femeninas. "El concepto de igualdad no tiene cabida en el ambiente de combate", dice la presidenta de CMR, Elaine Donnelly.
Su oposici¨®n ha encontrado eco en un sector del Congreso. Representantes republicanos encabezados por Roscoe Barlett (que considera el riesgo de violaci¨®n un "asunto de seguridad nacional") est¨¢n debatiendo propuestas para volver a la pre-era Clinton.
Las mujeres que visten uniforme no s¨®lo se niegan a perder el terreno conquistado, sino que reivindican su derecho a mandar pelotones de artiller¨ªa u otras funciones similares hasta ahora reservadas al g¨¦nero masculino. El 75% est¨¢ de acuerdo en que deben tener la opci¨®n de elegir, aunque solamente alrededor del 14% asumir¨ªa ese tipo de puestos por incompatibilidad con sus responsabilidades familiares. Los hijos son el principal motivo de abandono de la carrera militar en un 38% de los casos.
A pesar de los obst¨¢culos -de ¨ªndole personal y los derivados de la "cultura" arraigada en un basti¨®n masculino-, la plantilla femenina actualmente representa el 15% del total de las Fuerzas Armadas de EE UU, el doble que hace dos d¨¦cadas.
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