El 'cartucho de pescao'
Lo m¨¢s torero del d¨ªa ocurri¨® por la ma?ana y fuera de la plaza. Lo que son las cosas... Frente a La Maestranza, a orillas del r¨ªo Guadalquivir, se inaugur¨® el monumento a la figura del diestro Pepe Luis V¨¢zquez. Una estatua de bronce inmortaliza el famoso cartucho de pescao que diera a conocer el torero del barrio sevillano de San Bernardo.
Lo m¨¢s viejos del lugar recordaron c¨®mo Pepe Luis citaba a los toros en los medios con la muleta en la mano izquierda, plegada a modo de cartucho, y saludaba al burel con un natural a pies juntos que hac¨ªa crujir la plaza. Ayer, a sus 82 a?os, tocado con una gorra campera, menudo de estatura y con inequ¨ªvoca estampa de torero, el maestro agradeci¨® el homenaje y lo dedic¨® a todos los toreros de Sevilla. Sus palabras fueron breves, hondas y sentidas, como dicen que fue su toreo. Mientras hablaba revoloteaba el aroma de un torero grande de tiempos de dura exigencia, de re?ida competencia, de toros encastados y toreros valientes y artistas.
Torrealta / Ponce, Morante, El Juli
Toros de Torrealta (cuatro fueron devueltos en el reconocimiento por falta de trap¨ªo), y el cuarto fue lidiado como sobrero en sustituci¨®n de otro devuelto por inv¨¢lido, bien presentados, blandos, sosos y nobles.
Enrique Ponce: pinchazo y casi entera ca¨ªda (ovaci¨®n); media estocada, -aviso-, y un descabello (oreja).
Morante de la Puebla: dos pinchazos, casi entera perpendicular y cuatro descabellos (silencio); media muy baja y un descabello (silencio).
El Juli: casi entera (silencio); estocada trasera (silencio).
Plaza de la Maestranza. 20 de abril. Primera corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
Por cierto, hace a?os que Pepe Luis no va a los toros. Ha dicho que la ¨²ltima vez que estuvo fue para ver a su hijo y le sorprendieron unas taquicardias que le aconsejaron quedarse en casa. Hace bien el maestro, pero si decidiera volver, su coraz¨®n de aficionado estar¨ªa a buen recaudo. Ahora, sin los temores de padre, se dormir¨ªa de puro aburrimiento.
Ayer, por ejemplo, hubo motivos para una buena siesta. Tres figuras de post¨ªn; dos de ellas, Ponce y El Juli, en la cumbre de las cumbres; y Morante, como aspirante al cetro del toreo sevillano.
Pues a dos ellos -Morante y El Juli- habr¨ªa que darles en la montera con un aut¨¦ntico cartucho de pescado, manchado de aceite, para que espabilaran y aburrieran menos. Y a Ponce, exigirle m¨¢s, que madurez y calidad atesora para mayores empresas.
El valenciano salv¨® su tarde con una oreja al cuarto tras una faena de menos a m¨¢s en la que lucieron los adornos por encima del toreo fundamental. Es un torero elegante, personal, t¨¦cnico y maduro. Pero Sevilla exige algo m¨¢s que una bonita faena. Ponce no se esforz¨® en demas¨ªa, y as¨ª naufrag¨® con el capote en ambos toros, se mostr¨® fr¨ªo ante su triste primero y levant¨® el ¨¢nimo de los espectadores en el cuarto con una tanda de naturales a pies juntos, un molinete, un circular, y unos ayudados abrochados con un largo pase de pecho.
Morante lleg¨® como un alma en pena y dej¨® al personal con la boca abierta: fue un torero derrotado, afligido, sin ideas, tenso, mon¨®tono y abatido. Lo intent¨® todo y nada le sali¨® a derechas. Morante tiene un problema gordo.
Y El Juli tiene otro: es un moderno pegapases que en La Maestranza no dijo absolutamente nada ni con el capote, ni con las banderillas, ni con la muleta. A ver si a alguno de los tres les da por fijarse en el torero del cartucho de pescao.
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