'Vox populi'
"?Qui¨¦n sino todos?"
Miquel Mart¨ª i Pol
Las masivas manifestaciones del d¨ªa 15 de febrero del a?o 2003 en favor de una soluci¨®n pac¨ªfica del conflicto iraqu¨ª marcan una inflexi¨®n hist¨®rica. Por primera vez, ciudadanos de todas las razas, colores, culturas y creencias aparecen en los escenarios hasta ahora reservados a gobernantes y mandatarios. Por primera vez, la voz de la gente se eleva, sin violencia, como un clamor de tales dimensiones que se hace o¨ªr -y, escuchar en alguna medida- en las altas y aisladas estructuras de poder. Cuando se pretend¨ªa globalizar la econom¨ªa en beneficio de unos cuantos, han conseguido los muchos que se globalice su libertad de expresi¨®n, que la palabra empiece a competir con la espada, que convencer inicie el camino que le permita, quiz¨¢s, superar a los que siguen pensando que vencer, al precio que sea, sigue siendo la ¨²nica alternativa. El d¨ªa 15 de febrero los relojes de la nueva democracia a escala mundial se?alaron la hora de todos los pueblos y se dieron los primeros pasos para la construcci¨®n de la democracia mundial, basada en unos valores intransitorios aceptados universalmente, que evite la enorme contradicci¨®n actual que representan sistemas democr¨¢ticos locales y una oligocracia -hoy ya pr¨¢cticamente un poder hegem¨®nico- supranacional.
La voz del pueblo. No me cansar¨¦ de repetir que fueron los Estados Unidos de Norteam¨¦rica, precisamente, los que lideraron al t¨¦rmino de la terrible II Guerra Mundial, en 1945, la fundaci¨®n de las Naciones Unidas en San Francisco, cuya Carta empieza -demostrando la clarividencia de quienes acababan de vivir aquella contienda horrenda- as¨ª: "Nosotros, los pueblos...". Y es ahora la voz de todos los pueblos que recuerda a los pa¨ªses que han pretendido sustituir aquel inicio por el de "Nosotros, los poderosos...", que se han equivocado y deben volver a la ¨²nica f¨®rmula posible: democracia sin exclusiones, sin marginaciones, sin asimetr¨ªas. Serenamente, millones de personas han demostrado compartir el mismo sue?o. Y los sue?os ampliamente compartidos, como dec¨ªa Helder C¨¢mara, se convierten en realidad.
"Vox populi, vox Dei". Voz por fin audible y, una vez m¨¢s, deso¨ªda. De nuevo una guerra ilegal e innecesaria que puede movilizar reacciones extremistas y violentas de consecuencias imprevisibles. De nuevo la destrucci¨®n, el sufrimiento, la muerte. De nuevo las Naciones Unidas condicionadas y relegadas a funciones humanitarias, cuando su misi¨®n suprema es la de "evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra". Ahora m¨¢s que nunca tenemos que hacer llegar nuestro disentimiento a trav¨¦s de m¨²ltiples y grandes manifestaciones y de millones de adhesiones a trav¨¦s de Internet, para que se detenga la maquinaria b¨¦lica y volvamos a la mesa de negociaciones, al Consejo de Seguridad, al respeto de los principios que inspiran la m¨¢s alta instancia de entendimiento a escala global: las Naciones Unidas, que deben fortalecerse y dotarse de los efectivos humanos y econ¨®micos para que puedan cumplir su misi¨®n con la autoridad requerida.
Con todas las dificultades, con todas las carencias propias, precisamente, de la inexistencia de este marco democr¨¢tico que impidiera la manifiesta impunidad que existe en el ¨¢mbito internacional, no es la fuerza, sino la palabra la que constituye -como lo acreditan tantos casos, como El Salvador o Mozambique, en los ¨²ltimos a?os- la ¨²nica soluci¨®n verdadera. La ley del tali¨®n, no s¨®lo no ha resuelto la situaci¨®n en el Pr¨®ximo Oriente, sino que ha agravado, con centenares de v¨ªctimas inocentes, la posibilidad de hallar soluciones para la "irremediable" convivencia entre palestinos e israel¨ªes.
Est¨¢ fuera de toda duda la repulsa que merece el r¨¦gimen autocr¨¢tico iraqu¨ª de Sadam Husein. Ha demostrado absoluto desprecio por los derechos humanos de sus ciudadanos, que han tenido que soportar, adem¨¢s, absurdos embargos que s¨®lo afectan a los m¨¢s desfavorecidos. No es con muertos y padecimientos adicionales como deb¨ªa solucionarse la situaci¨®n. El camino era el emprendido, a trav¨¦s del Consejo de Seguridad y los inspectores de las Naciones Unidas, pero...
La tr¨¢gica experiencia de Vietnam se cierne ahora sobre la guerra ya iniciada. Guerra "preventiva", apresurada a todas luces e impulsada por la inercia de una inmensa maquinaria b¨¦lica. No hay econom¨ªa de guerra sin guerra. Pues bien: el hecho de que se haya iniciado no significa que no deba detenerse, que no sigamos pidiendo, alarmados por los sangrientos "efectos colaterales" y las represalias que pueden desencadenarse en tantos lugares, que se pare sin demora esta contienda. Siempre es tiempo para evitar males mayores, para rectificar una trayectoria. De joven se me quedaron grabados unos versos de Luis Cernuda en Para ti, para nadie: "Pues no basta el recuerdo, cuando a¨²n queda tiempo". Algunas empresas ya est¨¢n frot¨¢ndose las manos con la reconstrucci¨®n de infraestructuras destruidas por la guerra en Irak. No podemos aceptar que se hable de ayuda "humanitaria" cuando estamos provocando la cat¨¢strofe. Es inadmisible que sean los destructores los que ponderen y repartan los beneficios de la reconstrucci¨®n. Tenemos que "reconstruirnos" mutuamente la conciencia, el sentimiento de fraternidad vituperado, el deseo de venganza originado. Reconstruirnos todos en una nueva cultura: la cultura de paz.
La juventud, hasta hace poco bastante indiferente, ha reaccionado con convicci¨®n y solidaridad frente a un hecho que consideran totalmente infundado y con efectos nocivos a corto y largo plazo. Los j¨®venes ven que su porvenir se ensombrece m¨¢s todav¨ªa -ya les hab¨ªan usurpado velas y br¨²julas para decidir su propio rumbo- y reaccionan para salvaguardar lo que les pertenece: el futuro.
Que nadie que pueda hablar siga callado. Con firmeza, con tenacidad, expresar la opini¨®n, el asentimiento o el disentimiento, es hoy una oportunidad ¨²nica para la esperanza en estos albores de siglo y de milenio. Sombr¨ªo amanecer de siglo, que puede iluminarse por la presencia y la palabra de la gente, de las instituciones. Delito de omisi¨®n, delito de silencio. No olvidemos la aseveraci¨®n de Martin Luther King Jr.: "Nuestras vidas empezar¨¢n a terminar el d¨ªa en que guardemos silencio sobre las cosas que realmente importan".
Hace tiempo escrib¨ª que comprend¨ªa el silencio de los silenciados, de los amordazados por el miedo o por la ignorancia, pero no el de los silenciosos, de los que pudiendo hablar, callaban. El poder omn¨ªmodo considera que "amigos" son los que alaban, los que consienten que la disciplina prime sobre la conciencia. Es un gran error: elbuen amigo, el buen aliado, es el sincero, el que dice lo que piensa.
Elevemos, pues, nuestras voces, todas las voces juntas, cuidando escrupulosamente de prevenir y eliminar cualquier foco de violencia. La violencia envilece las mejores ideas e ideales. No expresar la discrepancia de forma violenta, sino perseverante y firme. La democracia se basa en la irrestricta libertad de expresi¨®n, de modo que todos los ciudadanos e instituciones puedan defender sus puntos de vista sin ning¨²n tipo de amenaza o temor. Los Estados Unidos de Norteam¨¦rica abandonaron la Unesco en 1984 alegando que deb¨ªa garantizar la "libre circulaci¨®n de las ideas por la palabra y por la imagen" y eran inaceptables las m¨ªnimas cautelas al respecto. Hoy, en este mismo gran pa¨ªs se ofrece una informaci¨®n sesgada -el inicio de toda guerra es el fin de la verdad- y se prescinde de los periodistas que no narran las cosas como ellos quieren. El art¨ªculo 1? de la Constituci¨®n de la Unesco, creada "para edificar los baluartes de la paz en la mente de los hombres", establece la libertad de expresi¨®n, la palabra, como el requisito angular para, a trav¨¦s de la educaci¨®n, la ciencia y la cultura, originar conductas, actitudes y h¨¢bitos de conciliaci¨®n, di¨¢logo y tolerancia. Para construir cada d¨ªa, ladrillo a ladrillo, la paz.
Firmeza y constancia en expresar la m¨¢s severa disconformidad con quienes, una vez m¨¢s, han preferido la raz¨®n de la fuerza a la fuerza de la raz¨®n. Clamor incesante del pueblo. "Vox populi": esto es democracia. Las urnas deben ser su reflejo. Pedir pac¨ªficamente la seguridad de la paz y no la paz de la seguridad. La paz de la justicia, a trav¨¦s de un gran plan de desarrollo end¨®geno para reducir los presentes caldos de cultivo de radicalizaci¨®n y rencor. Plan global para compartir mejor bienes materiales y conocimientos, de tal modo que se alivie r¨¢pidamente la miseria y se evite esta terrible guerra de hambre que padecen tantos habitantes de la Tierra y que se salda -record¨¦moslo cada amanecer y cada noche- con 30.000 muertos al d¨ªa. Voz para protestas y para propuestas. Voz para recordar -"vox Dei"- en el momento de elegir, de votar.
Federico Mayor Zaragoza es catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y presidente de la Fundaci¨®n Cultura de Paz.
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