La seductora fuerza de The Police resurge en la reedici¨®n de su discograf¨ªa completa
Los siete discos del grupo han sido remasterizados con la tecnolog¨ªa Direct Stream Digital
Coincidiendo con el ingreso del tr¨ªo en el Rock and Roll Hall of Fame, la integral de The Police ha reaparecido en el mercado, ahora remasterizada por Bob Ludwig con la tecnolog¨ªa Direct Stream Digital: en Europa, se ha puesto a la venta en discos h¨ªbridos, que pueden escucharse en un reproductor normal o en los nuevos equipos SACD (Super Audio Compact Disc). El relanzamiento incluye los cinco discos del grupo en estudio, un doble en directo (The Police live) y una colecci¨®n de grandes ¨¦xitos (Every breath you take).
The Police es uno de esos grupos cl¨¢sicos que se prestan a ser reevaluados. El tr¨ªo tuvo demasiado ¨¦xito y, m¨¢s grave, demasiados imitadores que explotaron hasta la saciedad su seductora fusi¨®n de rock y reggae. Adem¨¢s, de las cenizas de The Police surgi¨® Sting, artista en el que muchos puristas personifican los peores vicios del rock exhibicionista. Y todav¨ªa hay gente que les ve como impostores: m¨²sicos de jazz o rock progresivo que se aprovecharon del desconcierto propiciado por el punk rock para colarse en un tren que se llam¨® new wave.
Todo ello es cierto pero semejante pliego de cargos no constituye la historia completa. Como muestran las actuales reediciones, The Police fue un campo de batalla entre tres personalidades fuertes. Ni siquiera hab¨ªa coincidencia ideol¨®gica entre Sting, cantante y bajista de inclinaciones liberales, y Stewart Copeland, un baterista cuya visi¨®n del mundo era m¨¢s pesimista (despu¨¦s de todo, era hijo de un alto funcionario de la CIA). Musicalmente, Sting gan¨® la partida desde el principio: todos los ¨¦xitos incluidos en Every breath you take son obra suya; Copeland y el guitarrista, Andy Summers, deb¨ªan pelearse para que en cada trabajo saliera una o dos canciones suyas. Cierto que muchas de esas aportaciones de Copeland y Summers suenan ahora como caprichos o excentricidades, que todo lo m¨¢s aportan contrastes al cancionero principal.
Aun reconociendo el infalible talento de Sting para los estribillos memorables y las letras con pegada emocional, sus compa?eros se resistieron a su creciente dominaci¨®n, que se tradujo en textos que se acercaban a lo pretencioso, especialmente por la voluntad de reflejar sus ¨²ltimas lecturas. Se perdi¨® el humor de la primera etapa de Police, que usaba un esperanto particular para bautizar sus discos: Outlandos d'amour (1978), Reggata de blanc (1979) y Zenyatta mondatta (1980). En Ghost in the machine (1981) aparecieron instrumentos extra, y en el segundo de los conciertos incluidos en The Police live (1995) cuentan incluso con coristas: el poder¨ªo del tr¨ªo original se dilu¨ªa en un sonido enojosamente profesional.
Synchronicity (1983) fue el ¨²ltimo disco de estudio y ocultaba brillantemente que se trataba de un grupo en desintegraci¨®n, mantenido por la voluntad de Sting. Junto a una de las grandes canciones sobre la obsesi¨®n amorosa (Every breath you take), aparece su oda a los dinosaurios (Walking on your footsteps) y las destilaciones de libros de Jung o Bowles. En 1986, cuando ya los tres hab¨ªan publicado discos en solitario, hubo un intento de grabar un nuevo disco, que no pas¨® de los ensayos. Su participaci¨®n en la gira A conspiracy of hope, a beneficio de Amnist¨ªa Internacional, confirm¨® la defunci¨®n del proyecto: sencillamente, la magia se hab¨ªa evaporado.
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