Hasta que la pelota revent¨®
Dos meritorios, Birindelli y Zalayeta, cerraron un partido de gigantes que si cay¨® del lado de la Juve fue porque siempre tuvo respuesta a las preguntas de un Bar?a que cambi¨® de programa en cada acto. "Nos falta un 9", se excusaron los invitados al palco para reconfortar a Reyna de la misma manera que en su d¨ªa alabaron a N¨²?ez por no renovar a Ronaldo y despu¨¦s aplaudieron a Gaspart por largar a Rivaldo y aventar a Figo.
Van pasando futbolistas por el estadio, en tres a?os se ha cambiado cinco veces de entrenador y tres de presidente, y no encuentra el Bar?a remedio a sus males, empe?ada como est¨¢ la tribuna en se?alar al campo, alborotados como se han quedado los goles, destemplados como parecen los laterales. Tiene el club un problema tan serio que el mejor equipo dif¨ªcilmente conseguir¨ªa arreglarlo. M¨¢s que juego, el Bar?a necesita mando.
A¨²n compartiendo la misma miseria, ser futbolista del Bar?a es todav¨ªa un signo de grandeza respecto a la facilidad con la que se alcanza una silla en la sala de juntas. Uno de los ¨²ltimos gestos de Reyna con sus jugadores fue dejarse caer en la merienda previa al partido del Villarreal para decir: "Me conformo con un 0-2. El martes quiero ir a Tur¨ªn como presidente de un club ganador".
La figura de Reyna culmina el arribismo de las ¨²ltimas directivas, pr¨¢ctica que corre el riesgo de extenderse entre determinados precandidatos a las pr¨®ximas elecciones, empe?ados en ganar m¨¢s que en gobernar, cosa contraproducente ante el gran sentimiento colectivo que existe de pertenencia al Bar?a, se tenga o no el carn¨¦. Al club le falta una idea, por no decir un ideario, que le ayude a reencontrarse o a regenerarse despu¨¦s de haberse negado hasta ser v¨ªctima de una preocupante crisis de identidad.
Perdido el control social, el aficionado est¨¢ espantado porque cada decisi¨®n que se ha tomado ha empeorado la anterior. La concatenaci¨®n de errores ha sido tan imparable que Bassat es ahora favorito a la presidencia simplemente porque hay muchos votantes que quieren reparar el fallo que cometieron al preferir a Gaspart, cuyo mandato ha dejado al club en una situaci¨®n de extrema precariedad en todos los ¨®rdenes.
El desprestigio institucional, la falta de influencia en la administraci¨®n, la descontextualizaci¨®n y la necesidad han convertido en noticia informaciones que en otro tiempo se habr¨ªan evitado como la de alquilar el estadio al hijo de Gadaffi. La suspuesta profesionalizaci¨®n s¨®lo se aprecia en el inter¨¦s que ponen los ejecutivos en defender su puesto de trabajo frente a quienes les reprochan sus honorarios, de manera que el plan estrat¨¦gico parece m¨¢s una amenaza que una v¨ªa para reconducir al club.
El despilfarro ha llevado a la descapitalizaci¨®n y al desapego. Derrotado en el campo, el Bar?a ha perdido seducci¨®n, y de entidad vertebradora e integradora ha pasado a fracturarse y alejarse del civismo, la cultura y la catalanidad que le dieron singularidad, p¨¦rdida que se expresa en situaciones tan sonrojantes como el cierre del Camp Nou.
Reventada la pelota con tanto negocio, es obligaci¨®n de Reyna devolverla para que la jueguen quienes a¨²n no se han manchado y sostienen que un club como el azulgrana debe ser capaz de rearmarse sin renunciar a una carga simb¨®lica que pasa porque el presidente se haga llamar s¨ª se?or. En tanto que expresi¨®n de un pa¨ªs, puede que al Bar?a le pase lo mismo que a Catalu?a, pero el reto de recuperar la instituci¨®n es tan interesante al menos como el de Florentino, quien, seg¨²n dijo a TV-3, su ¨²nico m¨¦rito en el Madrid ha sido sacarle el polvo al escudo despu¨¦s de vender las joyas de la abuela.
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