El aroma de las vanguardias
Tic-tac es un misterio teatral que se presta a muchas interpretaciones. Claudio de la Torre, su autor, habla a trav¨¦s de su protagonista de ese momento de la juventud en que se rompen los sue?os", explica Severiano Garc¨ªa, director de la compa?¨ªa tinerfe?a Delirium Teatro y de la puesta en escena de esta obra, que se estrena hoy en Santa Cruz de Tenerife. "El drama transcurre en un instante, un tic-tac en el que el tiempo se detiene y el personaje central tiene que elegir entre seguir so?ando o enfrentarse a la vida y tomar decisiones de adulto".
Literato, director teatral y cineasta, Claudio de la Torre (1895-1973) pertenece a una familia de Gran Canaria culta, adinerada y de talante liberal: una de sus hermanas es la poeta y actriz Josefina de la Torre, entre sus primos est¨¢ N¨¦stor de la Torre, pintor, y entre sus sobrinos, el tambi¨¦n pintor Manuel Millares. Gracias a que su padre manten¨ªa negocios frecuentes con Europa, Claudio de la Torre se familiariz¨® desde muy joven con autores como Ibsen, Andreiev y Bernard Shaw, a los que llev¨® a escena en su Teatro M¨ªnimo, sala de c¨¢mara que habilit¨® en la casa familiar de la playa de Las Canteras, en Las Palmas. All¨ª, a los 22 a?os, estrena El viajero, drama simbolista influido por Maeterlinck. Meses despu¨¦s se presenta su primera obra en Madrid, donde desarrolla el grueso de su carrera y donde, en los a?os cincuenta, dirige el Teatro Nacional Mar¨ªa Guerrero, al que lleva a Buero Vallejo y a Sastre.
Escrita en 1925, dos a?os antes del Hamlet de Bu?uel y Pep¨ªn Bello (que pasa por ser la primera obra surrealista espa?ola), Tic-tac es un caso aislado en el teatro de aquellos a?os, y tambi¨¦n en el corpus dram¨¢tico de su autor: est¨¦ticamente est¨¢ a caballo entre el expresionismo y el surrealismo, pero sus di¨¢logos son realistas. Es una rareza -como, salvando las distancias, Tres sombreros de copa, de Mihura-, y debe ser lo que m¨¢s estimaba Claudio de la Torre de entre su producci¨®n, pues la pr¨¢ctica totalidad del pr¨®logo del volumen de piezas escogidas que public¨® en 1950 lo dedica a comentar las circunstancias que rodearon su estreno. Ah¨ª cuenta c¨®mo la pase¨® durante cinco a?os, en una carpeta en la que llevaba tambi¨¦n los bocetos escenogr¨¢ficos que para su hipot¨¦tico estreno dibuj¨® Salvador Dal¨ª, amigo y c¨®mplice de correr¨ªas de su hermana Josefina, por aquel entonces enredada en amores con el joven Bu?uel.
De la Torre dice que Valle-Incl¨¢n le propuso que confiara su comedia a la compa?¨ªa que hab¨ªa formado junto a Cipriano Rivas Cherif, y que se la montar¨ªan a condici¨®n de que el ¨²ltimo cuadro pasara a ser el pr¨®logo, inversi¨®n que no le pareci¨® oportuna. En 1928 se la llev¨® a Lugn¨¦-Poe, el director parisiense que estren¨® el Ub¨² rey de Jarry, y que invit¨® a trabajar en su Th¨¦?tre de L'Oeuvre a pintores como Toulouse-Lautrec, Bonnard y Munch. Lugn¨¦-Poe asumi¨® el proyecto, pero las pegas que puso De la Torre a su concepci¨®n de la puesta en escena dieron al traste con ¨¦l. El autor dej¨® de lado el teatro, se puso a trabajar en el recientemente inventado cine sonoro, haciendo dobles versiones en espa?ol de las pel¨ªculas de la Paramount, en Joinville, el Hollywood franc¨¦s, y, cuando menos lo esperaba, Fernando Soler, joven actor mexicano para el que a?os despu¨¦s Bu?uel rod¨® El gran calavera, decidi¨® poner en pie Tic-tac.
"Conoc¨ª Tic-tac a trav¨¦s de un volumen de cl¨¢sicos del teatro canario editado por Rafael Fern¨¢ndez, profesor de literatura espa?ola de la Universidad de La Laguna", dice Severiano Garc¨ªa. "Es un cl¨¢sico, porque lo que cuenta sigue siendo de absoluto inter¨¦s, y sin embargo no se hab¨ªa vuelto a montar profesionalmente desde 1930, cuando se estren¨® en el Teatro Guimer¨¢, de Santa Cruz, con decorados de ?scar Dom¨ªnguez. Aqu¨¦lla fue una ¨¦poca en la que las islas se abrieron de par en par a influencias europeas, a trav¨¦s de revistas como La Rosa de los Vientos, Cartones y Gaceta de Arte, que dirigi¨® Eduardo Westerdahl, y de la Exposici¨®n Internacional Surrealista de 1935, en Tenerife, a la que asisti¨® Breton".
El director de Delirium Teatro opina tambi¨¦n que la estructura dram¨¢tica de Tic-tac es excelente. "Mantiene la tensi¨®n inicial, y plantea las grandes preguntas de siempre -qui¨¦nes somos, ad¨®nde vamos- a trav¨¦s del v¨ªa crucis que emprende su protagonista despu¨¦s de suicidarse. Lo ¨²nico que ha envejecido es el final, que el autor dejaba demasiado cerrado, y que he preferido abrir. Ah¨ª es donde m¨¢s arriesgo".
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