Interiores de un nuevo turismo rural

Su mayor virtud es el empe?o de su propietario, Pedro Ma?as, en la ordenaci¨®n visual de los espacios. Geometr¨ªa exigida sobre los retazos de una casona del siglo XVIII tan retocada y puesta al d¨ªa que apenas se reconoce entre los tejados de Carrales, una t¨ªmida aldea del concejo de Caravia. El monte Bab¨² y el pico Pienzu ceden aqu¨ª un pelda?o del para¨ªso natural asturiano al interiorismo de corte posindustrial recreado por Ma?as en todos los rincones de su casa, audacia que coloca a Asturias en el pedestal de un nuevo turismo rural. Sin que a su alrededor dejen de segarse los prados, la propuesta hotelera integra lo tecno y lo r¨²stico seg¨²n el catecismo decorativo de Ikea y Habitat. Mobiliario de madera, aluminio y pl¨¢stico. Estores de tela blanca. L¨¢mparas de papel estirado. Paneles de cristal transl¨²cido.

La proximidad de la carretera -su mayor defecto- observa por fortuna un tr¨¢nsito m¨ªnimo durante casi todo el d¨ªa. De noche, con m¨¢s raz¨®n, se duerme en absoluta paz. Asomadas al verde a trav¨¦s de unos amplios ventanales, las habitaciones destilan un car¨¢cter tel¨²rico tan consistente como la obra gr¨¢fica que cuelga de las paredes. Tonos crudos con golpes de colores vivos. Sensaci¨®n de tierra y mar, de monte y orbayu. Suavidad de edredones envolventes y esteras de dise?o geom¨¦trico. Especialmente las dos buhardillas.

Qu¨¦ pena los cuartos de ba?o. Habit¨¢culos en las ant¨ªpodas del dise?o y la iluminaci¨®n, con un kit cosm¨¦tico vulgar o la mampara mal encajada. M¨¢s el ruido del ventilador.

El sal¨®n de estar est¨¢ ambientado con un orden meticuloso y dotado de placeres tecnol¨®gicos: desde una pantalla gigante de televisi¨®n hasta telescopio. El acristalamiento de la estancia introduce el paisaje asturiano hasta la cocina y en los ¨¢ngulos vivos del comedor, donde se ofrecen unos desayunos de s¨ªrvaselo todo usted mismo. Ocho mil metros cuadrados de finca vibran a su alrededor, entre tilos, manzanos y frutales.