Lo ¨²ltimo de Savater
Mi¨¦rcoles, 23 de abril, festividad de Sant Jordi, patrono de Catalu?a, y onom¨¢stica del presidente Pujol, el cual, al parecer, se despide del gobierno de este peque?o pa¨ªs despu¨¦s de veintitantos a?os. Chocolatada en el Palau de la Generalitat. "?Qui¨¦n cree usted que ser¨¢ el presidente que organice la chocolatada del pr¨®ximo a?o?", le pregunta un periodista de Catalunya R¨¤dio al se?or Vilajoana, consejero de Cultura del Gobierno del se?or Pujol. Y el se?or Vilajoana responde: "El que decidan los socios". El se?or consejero ha confundido al presidente de la Generalitat con el del Bar?a. Y es que despu¨¦s de la derrota del martes frente a la Juve nadie piensa en otra cosa.
El 23 de abril es, tambi¨¦n, el D¨ªa del Libro (y de la rosa), el ¨²nico d¨ªa del a?o en que me autoproh¨ªbo comprar libros (por respeto al silencio, la intimidad y la tranquilidad de las librer¨ªas, de las escasas librer¨ªas civilizadas que todav¨ªa quedan en esta ciudad). Pero el no comprar no quiere decir que no lea (lo he comprado unos d¨ªas antes), porque yo me zampo, desde hace muchos a?os, un libro diario. La noche del mi¨¦rcoles me zamp¨¦ Mira por donde. Autobiograf¨ªa razonada, de Fernando Savater, lo ¨²ltimo de mi amigo Savater (Taurus. 417 p¨¢gs, 23,50 euros). Trat¨¢ndose de Savater, inici¨¦ la lectura con un Lusitania de Partag¨¢s y con un vaso de ron, un cosechero (Pere Labat) de Marie Galante, con abundante hielo.
Conozco a Savater desde hace 30 a?os y me he le¨ªdo todos sus libros, am¨¦n de centenares de art¨ªculos publicados en este diario. Soy un fan de Savater. Recuerdo, con cierta nostalgia, aquellas ma?anas de mediados de los setenta en que coincid¨ªamos en la barra del restaurante vasco Azpiolea (en Casanova, a la altura de Par¨ªs) a tomar el aperitivo, junto a Ferran Lobo, G¨®mez Pin, Gonz¨¢lez Troyano, Carlos Tr¨ªas, Higini Clotas y Javier Fern¨¢ndez de Castro (un c¨¦lebre aperitivo al que a veces se sumaban Santiago Rold¨¢n y Antonio P¨¦rez, el mismo que bautiz¨® al Pijoaparte de mi amigo Mars¨¦). Tambi¨¦n recuerdo, con igual nostalgia, las ma?anas del txikiteo con Fernando por la Parte Vieja de su querido San Sebasti¨¢n, si bien entonces mi amigo se lamentaba de que Juanito Kojua ya no regentase los fogones del restaurante que segu¨ªa llevando su nombre y deploraba much¨ªsimo m¨¢s que ya no fuese Estanis quien nos escanciase el mejor chacol¨ª de la Parte Vieja en su tabernita de la calle Pescader¨ªa. Como recuerdo la tarde del 15 de agosto de 197... en el hip¨®dromo de Lasarte, la tarde en que se corr¨ªa la Copa de Oro de San Sebasti¨¢n. Y la primera vez que Fernando me llev¨® a comer a Arzak (eran compa?eros de colegio), y a Guetaria, "primorosa villa ballenera", a beber elchacol¨ª de Txomin Etxaniz. Lo que habr¨¦ aprendido de mi amigo Fernando Savater. Ahora Fernando se ha convertido en un tipo ocupad¨ªsimo y nos vemos muy de vez en cuando: la ¨²ltima vez har¨¢ unos a?os, en la plaza del Pante¨®n, en Roma. Pero me queda el consuelo de leerlo.
Su autobiograf¨ªa, nada engolada, muy amena y divertida, es, en realidad, como si uno retomase una de aquellas interminables conversaciones con Fernando, en las que ¨¦l pasaba con gran facilidad, y velocidad, de un tema a otro, derramando sabidur¨ªa y un gracejo que nos dejaba perplejos. Por otra parte, el hecho de que Savater se haya decidido a publicar su autobiograf¨ªa a los 56 a?os, es decir, un poquit¨ªn pronto, ello hace que de las 391 p¨¢ginas del texto (el resto son ilustraciones fotogr¨¢ficas), 284 se ocupen de describirnos los 21 a?os que van desde el nacimiento de Savater en 1947 hasta mayo de 1968, con lo que el lector (yo en este caso) se da el gustazo de redescubrir el Savater de La infancia recuperada y de aquel peque?o y delicioso libro sobre San Sebasti¨¢n (tal es su t¨ªtulo) que Fernando escribi¨® en 1987 para la colecci¨®n Nuestras Ciudades, de Destino, que dirig¨ªan Valent¨ª G¨®mez Oliver y Carlos Tr¨ªas.
Otra de las sorpresas que nos depara la autobiograf¨ªa de Savater, y m¨¢s para los fans del fil¨®sofo, para los que lo hemos le¨ªdo d¨ªa a d¨ªa, es ver c¨®mo cuenta hoy, con el fruto de su experiencia, sobre todo pol¨ªtica, lo que a?os atr¨¢s contaba de otra manera. Por ejemplo, al hablar ahora de la transici¨®n a la democracia, de aquellos a?os en los que "las costumbres se abrieron y los viciosos nos decidimos por el descaro", Savater dice: "Quiz¨¢ la ciudad m¨¢s beneficiada por esa oxigenaci¨®n transgresora fue Madrid, aprovech¨¢ndose de que Barcelona y otras capitales alternativas sufr¨ªan los males casposos del regreso al terru?o nacionalista" (p¨¢g. 283).
Es evidente, querido Fernando, que Madrid, bajo la alcald¨ªa del "saludablemente c¨ªnico", como t¨² le llamas, Tierno Galv¨¢n, sali¨® ganando, y much¨ªsimo (ten¨ªa que recuperarse nada m¨¢s y nada menos de haber sido la capital del r¨¦gimen); que empez¨®, incluso, a sentirse un poquit¨ªn republicana, pero no es menos evidente que Barcelona, mediterr¨¢nea, liberal y socialista, sigui¨® siendo Barcelona y no se convirti¨® en Vic. Si algo perdi¨® Barcelona, no fue por Pujol, aunque tambi¨¦n influy¨®, sino por sus pol¨ªticos municipales, socialistas y comunistas (en 1979, la cultura municipal estaba en manos de los comunistas del PSUC), que nos defraudaron. Repasa lo que escribieron G¨®mez Pin y F¨¦lix de Az¨²a en aquellos a?os, opiniones que t¨² mismo hac¨ªas tuyas. El nacionalismo, sea el que sea, sin excluir el de Aznar, puede que sea, como bien sabes, querido Fernando, un disparate, pero no necesariamente es el causante de todos los males. Gracias por tu nuevo libro, Fernando (la foto en que est¨¢s junto a Claudio Carudel, "mi ¨ªdolo h¨ªpico", escribes, "m¨¢s importante para m¨ª que cualquier premio Nobel", es entra?able, como lo es la hermosa carta que le escribes a tu madre, enferma del mal de Alzheimer).
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