Relatos del horror de Sadam
El reci¨¦n creado Comit¨¦ para los Presos Pol¨ªticos busca el rastro de miles de torturados y desaparecidos durante 30 a?os
Con la desaparici¨®n del r¨¦gimen de Sadam Husein han aflorado cientos de relatos acumulados durante 30 a?os de terror caracterizados por desapariciones, torturas y largas condenas de c¨¢rcel, en muchas ocasiones sin motivo oficial alguno. Miles de personas buscan estos d¨ªas a sus familiares y un grupo de ellos ya se ha organizado para facilitar la labor con la ayuda de miles de archivos rescatados de la central de los servicios secretos iraqu¨ªes en los cuales, a lo largo de miles de p¨¢ginas, se refleja el destino de millones de represaliados.
Cualquier hecho pod¨ªa desatar una sangrienta tormenta bajo Sadam. En 2000, la polic¨ªa pol¨ªtica -la Mujabarat- hizo llegar a Sadam un v¨ªdeo rodado en Kuwait donde prostitutas iraqu¨ªes bailaban ante sus clientes con bragas pintadas con la bandera iraqu¨ª. Al d¨ªa siguiente, los fedayin decapitaron a plena luz del d¨ªa a 47 presuntas prostitutas en Bagdad y colgaron sus cabezas en la puerta de sus casas con un cartel que dec¨ªa "por el orgullo de la mujer iraqu¨ª". La polic¨ªa se neg¨® a retirar las cabezas pese a las peticiones de los vecinos.
"Los 'fedayin' decapitaron a 47 presuntas prostitutas y colgaron sus cabezas"
"Los interrogatorios eran constantes y feroces. Me acusaban de hablar mal de Sadam"
Karim Ibrahim al Mutairi, de 71 a?os, qued¨® ciego como resultado de las torturas. A ¨¦l no le sirvi¨® de nada haber sido encarcelado en el pasado 10 a?os por pertenecer al Baaz y ni haber ocupado cargos de responsabilidad en el partido, incluso llegar a tener bajo su mando a Tarek Aziz, que llegar¨ªa a vicepresidente con Sadam y que el viernes se entreg¨® a las tropas de Estados Unidos. "Estuve relacionado con el partido hasta 1973, cuando mi hermano fue fusilado acusado de conspirar para asesinar a Sadam". Desde entonces, la vida de Al Mutairi se convirti¨® en un infierno. "Las detenciones eran constantes y a veces llegaba a permanecer en prisi¨®n sin ning¨²n tipo de acusaci¨®n hasta un mes seguido".
La situaci¨®n se prolong¨® hasta 1990 cuando la polic¨ªa pol¨ªtica vendi¨® sus propiedades mientras estaba detenido. "Todo empeor¨® mucho, me trasladaron a una de las nuevas prisiones de Bagdad, un agujero construido bajo la Direcci¨®n General de la Defensa Civil. Esta vez no me liberaron. Los interrogatorios eran constantes y feroces. Me acusaban de hablar mal de Sadam y me exig¨ªan nombres de personas que hicieran lo mismo. Me aplicaban cables el¨¦ctricos en los test¨ªculos y en los o¨ªdos, me golpeaban con plomo en la cabeza y en la espalda o me echaban agua muy caliente sobre la cabeza. Hab¨ªa un m¨¦dico que cuando me desmayaba me aplicaba ox¨ªgeno". Un d¨ªa le colocaron frente a una pared y le aplicaron una descarga el¨¦ctrica en la nuca. Al Mutairi se lanz¨® contra la pared con tanta violencia que perdi¨® el conocimiento. Cuando lo recobr¨® empez¨® a ver mal y finalmente qued¨® ciego. "Fui encerrado en una celda con otras 13 personas que fueron fusiladas. Cuando me sacaron pens¨¦ que era el siguiente, pero un juez, conocido de Tarek Aziz, me puso en libertad en 1995. Desde entonces, hasta que llegaron los americanos, no he salido de casa de mis hijos".
"La Mujabarat no discriminaba a las mujeres ni a los ni?os", comenta, con una sonrisa de tristeza, Hadum Borham Balgaui, un ingeniero agr¨®nomo de 43 a?os natural de la localidad de Bald, a 100 kil¨®metros al norte de Bagdad, quien relata c¨®mo en julio de 1982 la polic¨ªa pol¨ªtica detuvo a 163 vecinos suyos tras haberse descubierto un compl¨® para asesinar al presidente iraqu¨ª. "En el grupo hab¨ªa mujeres y ni?os; muchos, ni?os peque?os. Las mujeres fueron encarceladas al sur de Irak y liberadas en 1986. Ten¨ªan todo el pelo encanecido. De los ni?os todav¨ªa no sabemos nada". Balgaui huy¨® a Bagdad. "Nunca olvidar¨¦ los gritos de los hijos peque?os de mis vecinos cuando se los llevaron".
"Al r¨¦gimen le daba igual todo con tal de cumplir lo dicho por Sadam", subraya Hasan Subahi, de 71 a?os. "Durante la guerra con Ir¨¢n (1980-1988) yo estaba jubilado y tuve que huir de mi casa porque ven¨ªan constantemente para alistarme en el Ej¨¦rcito Popular y luchar en el frente. Muchos familiares m¨ªos murieron as¨ª".
Cientos de personas llenan el jard¨ªn de una lujosa vivienda junto al r¨ªo Tigris que perteneci¨® a un miembro de la escolta de Sadam. En la puerta, un cartel dice: "?D¨®nde est¨¢n nuestros hermanos prisioneros?". El lugar es el Comit¨¦ para los Presos Pol¨ªticos, la primera organizaci¨®n creada por civiles iraqu¨ªes tras la ca¨ªda del r¨¦gimen para intentar encontrar informaci¨®n sobre el destino de los miles de personas que desaparecieron bajo el reinado de terror de Sadam. Mujeres, hombres, ancianos, venidos en muchos casos de otros lugares de Irak, miran las listas en las paredes.
Un hombre, Salem Jadir Abdelaziz, muestra un papel del IIS, los siniestros servicios secretos iraqu¨ªes, donde figura el nombre de su hermano, Ahmed, desaparecido en 1988. Fue fusilado. Detr¨¢s del papel lleva escritos a mano los nombres de otros. Alia Jayom es una mujer que acaba de llegar desde Nasiriya. Espera sentada en el suelo, cubierta con el tradicional chador negro de los chi¨ªes. Su hijo Abbas Saher Jabor fue detenido durante la represi¨®n contra los seguidores de esa rama del islam en 1991. No ha vuelto a saber nada de ¨¦l.
El Comit¨¦, abierto desde las ocho de la ma?ana hasta las cuatro de la tarde, fue creado hace una semana por 20 civiles, todos antiguos prisioneros pol¨ªticos que consiguieron salir vivos de la c¨¢rcel. "Cientos de familias han descubierto la suerte de los suyos", explica el responsable, Ibrahim al Jarisy, que pas¨® 20 a?os en la c¨¢rcel. Han recopilado miles de cajas con documentos que sacaron del IIS durante los saqueos. Son carpetas azules y rojas, marcadas con el sello de alto secreto, que est¨¢n repartidas por toda la casa. Cada una de ellas contiene una historia de horror, como la de Ahmed Rasi al Jata, edad desconocida, estudiante de teolog¨ªa, ejecutado.
Seg¨²n van leyendo los documentos, elaboran listas que ponen en los muros de la casa. Tambi¨¦n recopilan la informaci¨®n aportada por las cientos de personas que cada d¨ªa pasan por all¨ª en busca de sus familiares. La desesperaci¨®n est¨¢ presente en todas partes: tras consultar una de las listas, una mujer joven se pone a llorar y casi se cae al suelo. Un anciano, Abdelkader Mohamed Ichbara, de 75 a?os, dice: "Sadam se llev¨® a mis cuatro hijos y a mi hija de 15 a?os". Ocurri¨® en 1980 y no ha vuelto a saber nada de ellos. Tampoco tiene ninguna informaci¨®n Terese Nanja, una libanesa que lleg¨® a Irak en 1974, huyendo de la guerra en su pa¨ªs. Su hermano Samir fue secuestrado por las fuerzas de seguridad de Sadam en 1976. "No s¨¦ nada. ?Qu¨¦ puedo hacer?". Terese viene cada d¨ªa buscando una respuesta.
![Tres mujeres caminan por un cementerio de las v¨ªctimas pol¨ªticas de Sadam Husein, situado en Abu Gharib, en las afueras de Bagdad.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/T5T64T6P7KAPULOHB3GCQX34Q4.jpg?auth=4b38b5721bbe595a4add3929f3d8e915d1c063d2c8803cb30b03eabd066d8ec3&width=414)
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