Los polizones invisibles
El agua de lastre de los grandes buques traslada especies ex¨®ticas hasta el Guadalquivir
La epidemia de neumon¨ªa asi¨¢tica que se ha extendido ya a varios pa¨ªses y continentes revela c¨®mo la globalizaci¨®n tambi¨¦n alcanza al tr¨¢nsito de organismos vivos. Gracias a los modernos sistemas de transporte, y al creciente flujo de viajeros y mercanc¨ªas, animales y plantas pueden salvar barreras geogr¨¢ficas que antes les resultaban infranqueables y trasladarse, as¨ª, a largas distancias de sus lugares de origen.
La llegada de especies ex¨®ticas a ecosistemas en donde son desconocidas puede originar serias alteraciones en el delicado equilibrio de la vida. En Andaluc¨ªa es de sobra conocido el caso del cangrejo rojo americano, que lleg¨® a las marismas del Guadalquivir, procedente de Luisiana (EE UU), en 1974 y que hoy se ha extendido a otras muchas zonas h¨²medas del pa¨ªs, provocando la desaparici¨®n de los cangrejos aut¨®ctonos, as¨ª como de un buen n¨²mero de vegetales y algunos invertebrados.
De forma involuntaria, los grandes buques transportan a diario miles de especies animales y vegetales que, a veces, llegan a instalarse en puntos muy alejados de los espacios naturales que les son propios. El agua de lastre, que los barcos cargan en sus puertos de origen para estabilizarse y que luego liberan en los puertos de destino, constituye un excelente refugio para muchas de estas especies. "Cada una de estas embarcaciones", asegura Carlos Fern¨¢ndez, profesor del Departamento de Zoolog¨ªa de la Universidad de C¨®rdoba, "puede ser considerada como una aut¨¦ntica isla biol¨®gica flotante, con cientos de especies sobre ella y en su interior".
Un gran carguero con las bodegas vac¨ªas puede llegar a almacenar 100.000 toneladas de agua de lastre, cuando en un s¨®lo metro c¨²bico de este agua llegan a vivir hasta 50.000 individuos de algunas especies. A juicio de Carlos Fern¨¢ndez, puede afirmarse que cada d¨ªa unas 7.000 especies animales y vegetales circulan alrededor del mundo utilizando este sistema de transporte. "El problema es tan serio", advierte Fern¨¢ndez, "que los estuarios, bah¨ªas y zonas interiores con puertos constituyen los ecosistemas m¨¢s amenazados del planeta".
En Andaluc¨ªa resulta particularmente vulnerable a este problema el r¨ªo Guadalquivir, ya que hasta la ciudad de Sevilla es navegable y por el mismo circulan cada a?o alrededor de 1.400 buques. El impacto en este cauce, y en su estuario, de las especies ex¨®ticas introducidas por estas embarcaciones se estima especialmente grave, ya que es una zona de gran valor ecol¨®gico, estrechamente ligada al Parque Nacional de Do?ana, adem¨¢s de constituir una importante ¨¢rea de alevinaje para numerosas especies comerciales que m¨¢s tarde se capturan en el golfo de C¨¢diz. Asimismo, existe una notable actividad pesquera tradicional en el mismo cauce y su desembocadura, y en los ¨²ltimos a?os se han multiplicado las explotaciones dedicadas a la acuicultura.
Todo este entramado de elementos biol¨®gicos, ecol¨®gicos, econ¨®micos y sociales, podr¨ªa verse alterado por la presencia de especies ex¨®ticas da?inas. De hecho, los especialistas que han examinado este riesgo, precisa Fern¨¢ndez, "ya han determinado la existencia en aguas del Guadalquivir de algunas especies que, probablemente, hayan sido introducidas a trav¨¦s del agua de lastre", como una variedad de an¨¦mona que no es propia de estas latitudes, un piojo acu¨¢tico procedente de Australia y el temido cangrejo chino que, adem¨¢s de alterar los ecosistemas en los que se aloja, puede hospedar un par¨¢sito pulmonar que da origen, en humanos, a la enfermedad conocida como paragonimiasis.
Todos estos antecedentes justifican el plan de actuaci¨®n que Carlos Fern¨¢ndez ha elaborado con destino a las diferentes administraciones competentes en la materia, y en particular a la Consejer¨ªa de Medio Ambiente. Se tratar¨ªa, en resumen, de analizar las aguas del cauce en busca de especies invasoras, al mismo tiempo que se examinan las aguas de lastre de los buques que transitan por la zona para evaluar el riesgo de que contengan animales o vegetales da?inos. En funci¨®n del peligro que se detecte habr¨ªa que organizar un sistema que sirviera para controlar los vertidos de estas aguas, aplicando, por ejemplo, las recomendaciones que en este sentido ya ha dictado la Organizaci¨®n Mar¨ªtima Internacional.
Comentarios y sugerencias a prop¨®sito de Cr¨®nica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es
La invasi¨®n imparable
En aguas brit¨¢nicas se han contabilizado 53 especies ex¨®ticas entre invertebrados y algas, m¨¢s de 100 en aguas del Mar del Norte y Mar B¨¢ltico, y alrededor de 70 en las costas suecas. La mitad de todas ellas se considera que han llegado a estas zonas transportadas por embarcaciones de cierto tonelaje. La situaci¨®n m¨¢s grave es la que se anota en la bah¨ªa de San Francisco, donde se han censado 212 especies invasoras.
"El problema", aclara Carlos Fern¨¢ndez, "es que resulta imposible prever los efectos que las especies introducidas tendr¨¢n sobre la ecolog¨ªa, econom¨ªa y salud de la zona receptora".
Hasta ahora, y en lo que respecta al agua de lastre, no se ha determinado un tratamiento que sirva para neutralizar, de manera eficaz, este riesgo. Los especialistas consideran como la opci¨®n m¨¢s aceptable una que combine tratamientos mec¨¢nicos (como el filtrado o la centrifugaci¨®n) y f¨ªsicos (como la aplicaci¨®n de radiaciones ultravioletas). Pero aun as¨ª, habr¨ªa que resolver el escollo del coste que dichas operaciones tendr¨ªan para los titulares de los buques y su repercusi¨®n en la propia seguridad de la embarcaci¨®n.
S¨ª que pueden aplicarse, entre tanto, las recomendaciones de la Organizaci¨®n Mar¨ªtima Internacional, que establece algunas medidas de precauci¨®n a la hora de tomar el agua de lastre (evitando, por ejemplo, hacerlo en zonas de aguas poco profundas) y tambi¨¦n cuando ¨¦sta deba ser vertida (arroj¨¢ndola, siempre que sea posible, lejos de la costa, en alta mar, y en zonas de aguas profundas).
Al margen de la aplicaci¨®n de algunas de estas medidas, en el Guadalquivir, sugiere Fern¨¢ndez, "deber¨ªa ponerse en marcha un programa para el control y, si fuera posible, erradicaci¨®n, del cangrejo chino, ya que, aunque ha completado su ciclo vital en esta zona, parece que a¨²n se encuentra en fase de adaptaci¨®n".
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