Sopor en Mestalla

Se junt¨® todo. Un Alav¨¦s en plena fase de descomposici¨®n, un Valencia cansado de atacar, dos t¨¦cnicos con ganas de especular -Ben¨ªtez y Man¨¦- y un calor en Mestalla que invitaba a salir por piernas del estadio. Eso es lo malo de que tres equipos italianos hayan alcanzado las semifinales de la Liga de Campeones con un estilo tan rancio: que cunde el ejemplo. As¨ª que el Alav¨¦s s¨®lo vino a defenderse a Mestalla y, encima, defendi¨® mal, muy mal. Y el Valencia, que tanto espect¨¢culo derroch¨® el martes ante el Inter, advirti¨® que ayer ganaba sin apenas juego. Sin m¨¢s desgaste que el estrictamente necesario. As¨ª que se dedic¨® a dejarse llevar. Con un ritmo cansino y un par de achuchones. Y es que no necesitaba m¨¢s para asustar a un Alav¨¦s que, o cambia radicalmente, o va directo al calabozo de Segunda. ?Qu¨¦ lejos queda aquel conjunto atrevido y compacto que disput¨® la final de la Copa de la UEFA en 1998! Y cuya base estaba ayer en Mestalla. Con la autoestima por los suelos, Man¨¦ dej¨® en punta tan s¨®lo al peque?o Iv¨¢n Alonso, pero su potente salto al lado del de Ayala qued¨® en saltito. Y as¨ª todo lo dem¨¢s. Un tirito de Pablo al filo del descanso con la derecha fue el peligro que llev¨® el Alav¨¦s en toda la tarde. Despu¨¦s entr¨® el ex valencianista Adrian Ilie, recibido con divisi¨®n de opiniones, y abund¨® en la lamentable pinta de sus compa?eros.

Tres goles para un equipo que le cuesta tanto marcar son muchos. Claro que, vista la entidad del rival, son una birria. Era un partido para golear. Pero a los chicos de Ben¨ªtez, con el marcador de cara, le entraron ganas de ahorrar. Las mismas que a su entrenador, que ni siquiera con el 3-0 le dio una alegr¨ªa a la hinchada soltando lastre defensivo y d¨¢ndole bola a gente realmente hambrienta de f¨²tbol. A S¨¢nchez, por ejemplo, al que s¨®lo sac¨® al final, con 10 minutos por delante.

Los tres tantos llegaron por el flanco derecho del ataque valencianista, o dicho de otra manera: la zaga vitoriana tuvo un serio problema toda la tarde en su costado izquierdo. Ni Ibon Bego?a ni el central zurdo T¨¦llez supieron cerrar la brecha. La tenacidad de Rufete por ese lado result¨® determinante. Fue el origen de los dos primeros tantos. El tercero fue otra cosa, fruto del entendimiento entre los dos futbolistas m¨¢s decisivos del Valencia en los ¨²ltimos dos a?os: Baraja y Aimar.

Un Baraja, por cierto, a quien una parte de la grada parece tener ganas de echarle el guante. Toca la pelota y algunos ya ponen los labios en posici¨®n de silbar. Claro que ¨¦l no se arredra y sigue arriesgando en los pases: unos salen y otros no, pero es su forma de jugar y no la cambia, afortunadamente para el Valencia. De no haber sido por su buen gusto y el de Aimar, la huida del estadio habr¨ªa sido masiva. La conclusi¨®n es que el Valencia depende demasiado de estos dos hombres. Les carga un peso tremendo. Les pide que corten, que creen y que marquen. Y no les da licencia para los altibajos.

Tambi¨¦n porque su participaci¨®n goleadora resulta inexcusable. Ayer, sin ir m¨¢s lejos, marc¨® Aimar, su s¨¦ptimo tanto en la Liga, y fue acompa?ado por otro centrocampista -Rufete- y un defensa -R¨¦veill¨¨re-. Corren malos tiempos para los atacantes en Mestalla. Ben¨ªtez confi¨® ayer otra vez en Angulo como

¨²nico 9. Es decir, todo el a?o probando delanteros para, al final, recurrir, como el curso pasado, a Angulo, un tipo agresivo y veloz, s¨ª, un segunda punta aceptable, pero no un 9 hecho y derecho.